Greenpeace advierte que la cuenca del Segura tiene el 69% de sus acuíferos en mal estado y la del Júcar el 47%
La cuenca del Segura tiene el 69% de sus acuíferos en mal estado, mientras que la del Júcar llega al 47%. Este es el resultado del estudio 'SOS Acuíferos' realizado por Greenpeace en el que sus análisis de todas las masas de agua de España señala un problema creciente en las reservas. Un problema que tiene su origen en causas que van de la sobreexplotación a la contaminación. Las cuatro cuencas en peor estado son las del Guadiana (85%), Segura (69%) Guadalquivir (52%), y Júcar (47%).
En la demarcación del Segura, que afecta tanto a la Comunitat Valenciana como a Murcia, se señala que hay 43 masas de agua declaradas en mal estado, el 69% de las 63 con las que se clasifica la cuenca. En cuanto a los orígenes, el estudio de Greenpeace indica que el regadío intensivo e industrial ha dañado seriamente los acuíferos, los ha sobreexplotado y contaminado, afectando gravemente a ecosistemas como el Mar Menor.
Este regadío industrial e intensivo consume el 85% del agua superficial y subterránea disponible en la cuenca. Hay cerca de 450.000 hectáreas destinadas a la agricultura, de las que algo más de 260.000 son de regadío legales, aunque advierte de que “faltaría cuantificar los ilegales”. Pero además, a la contaminación de acuíferos con nitratos derivada de la agricultura industrial se ha unido con fuerza la ganadería intensiva, “ya que en la Región de Murcia han proliferado masivamente las macrogranjas, especialmente las de porcino”.
En cuanto a la del Júcar, el 47% de las masas de agua subterránea está en mal estado. “Esto es consecuencia de la apuesta por el regadío intensivo y la falta de control y cumplimiento de las normas”. Los principales causantes señalados por 'SOS Acuíferos' son la sobreexplotación de acuíferos para obtener agua para riego y la contaminación de las aguas subterráneas por la filtración de abonos nitrogenados y otros compuestos químicos como fitosanitarios especialmente plaguicidas.
Por otro lado, cuantifica el estudio que el regadío intensivo consume el 80% de los 3.063 hectómetros cúbicos anuales procedentes tanto de aguas superficiales como subterráneas, y el 67% de los 1.500 hectómetros cúbicos que aportan las subterráneas. Una peculiaridad de la cuenca del Júcar es que los acuíferos aportan la mitad del agua de abastecimiento humano, lo que los hace aún más sensibles y urge protegerlos.
Guerra de los trasvases
Ante esta situación la ONG lamenta que “hay demarcaciones que no cejan en el empeño de apostar por mantener e incluso incrementar el regadío, cuando en no pocas ocasiones es el propio futuro del regadío el que está ya en cuestión por el mal estado de los acuíferos que lo alimentan”. Pero además la insistencia en esta política lleva a que “si no hay agua, se pide de otras cuencas”, acudiendo así a las infraestructuras de los trasvases que “suponen inversiones que suman miles de millones de dinero público”.
Entre los ejemplos que destaca está el de la Confederación del Segura, “que pide que se exima al regadío del principio de recuperación de costes, es decir, de devolver el dinero público invertido a través de la tarifa del agua, para que no deje de ser competitivo”.
Lamenta que “parece inasumible el recorte del trasvase del Tajo previsto de aquí a 2039 y a los agricultores les parece muy cara el agua desalada de mar que sustituiría en parte la que no llegue desde los embalses de Entrepeñas y Buendía”. Este tipo de trasvases está generando todavía un enfrentamiento territorial, especialmente entre los receptores -los regantes alicantinos, murcianos y también almerienses- y los emisores -Castilla-la Mancha-, un enfrentamiento que intenta aprovechar el PP, formación dominante en los territorios receptores.
En la última reunión de la Comisión Central del Acueducto Tajo-Segura celebrada en septiembre, se acordó autorizar un trasvase de agua motivado desde la cuenca cedente de 7,5 hectómetros cúbicos, un caudal destinado únicamente a abastecimiento humano.
Problema para el abastecimiento humano
“Es evidente que España ha descuidado y sigue descuidando sus aguas subterráneas”, declara Julio Barea, responsable de la campaña de agua de Greenpeace. “Este descuido llevará a graves problemas en el abastecimiento humano. En España, según el Gobierno, el 30% de la población se abastece con aguas subterráneas”.
Según manifestó en la presentación del estudio la directora ejecutiva de Greenpeace, Eva Saldaña, “o las confederaciones hidrográficas y los gobiernos, del color que sean, empiezan a tomarse este problema en serio o, de seguir con las mismas políticas de despilfarro, agresión y contaminación del agua, este país puede encontrarse en los próximos años con serios apuros para abordar el abastecimiento. Las previsiones de cambio climático para la península auguran un descenso significativo de las precipitaciones y de la disponibilidad de agua en superficie y será entonces cuando haya que aprovechar, aún más, las aguas subterráneas”.
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