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Del #homocañetus a las palizas de Rus

Laura Vilanova

Al margen de la salida de tono de Cañete en el programa de Susanna Griso, lo que más me ha llamado la atención han sido las justificaciones posteriores. Porque de una persona capaz de decir que “el regadío hay que utilizarlo como a las mujeres, con mucho cuidado, que le pueden perder a uno”…no me sorprende escuchar esa teoría de que el hombre es intelectualmente superior a la mujer. Pero lo que me parece asombroso es que tanto él como su círculo político y asesores justifiquen su última metedura de pata con el cansancio. ¿Cansado de qué? ¿De hacer teatro? ¿De fingir ser un demócrata en el debate televisivo? ¿De parecer un político del siglo XXI en un país civilizado?... ¡De verdad que creo que en esta ocasión ha sido mucho peor el remedio que la enfermedad!

Vamos que han venido a decir que Cañete bajó la guardia y se le vio el plumero. ¡País de falsos! Dicen que la mujer del César no solo tiene que ser honrada sino parecerlo. En el caso de los políticos yo le daría la vuelta al refrán. El político no sólo tiene que parecer honrado, honesto, inteligente sino serlo.

Ejemplos de deslices en política tenemos muchos:

-¿Recuerdan las lecciones de economía de Jordi Sevilla a Zapatero “en dos tardes” y a micrófono abierto?

- ¿El sonoro ‘que se jodan’ de la hija de Carlos Fabra en el Congreso cuando Rajoy anunciaba el recorte de prestaciones a los desempleados?

- O, el famoso ‘hemos tenido la suerte de poder dar un puesto a IU quitándoselo al hijo puta’, pronunciado por Esperanza Aguirre, no sabemos si dirigido a Gallardón o a un consejero.

En el primer caso, el resultado de la ‘economía para dummies’ de Sevilla al ex presidente se vio más tarde y la sufrimos todos. A la hija de Fabra sólo se le ocurrió justificarse diciendo que su insulto iba destinado a la bancada de la oposición (curiosa manera de expresarse en el máximo órgano de representación política) mientras que Aguirre también optó por cambiar el destinatario de su insulto y negó que fuera para el actual ministro de Justicia y entonces alcalde de Madrid.

Ahora Alfonso Rus se nos descuelga espantado porque a Cáritas acude gente del pueblo, no solo rumanos o marroquís como antes… o amenaza con dar una paliza al que no vote a Cañete. Y lo peor del todo es que no lo verá como un desliz. ¡Pero bueno! Al menos hay que reconocerle al presidente del PP de Valencia que no oculta lo que es.

Y mientras tanto, el Ministerio de Interior cebándose con los ‘terroristas de Twitter’ ¡Vamos hombre!

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