Se agitan los empresarios
“L’ esperança no mor si la memòria,
com un mar de panteres fetes llança,
recorre infinita les venes ferides
per tanta nit o flor agenollada“
Marc Granell - València, 1987
Podrían ponerse los empresarios domésticos el deber de interpretar las líneas maestras enunciadas en la entrevista a Francisco Pérez, director del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas(IVIE), aparecidas en ‘La Vanguardia’ (27-02-2021). Desgrana el escenario pos-pandemia. Las deficiencias estructurales y de actitud de los valencianos. La conclusión de que no todos los países de España y de la Unión Europea saldrán igual ni tan rápido del pozo. La importancia vital para el Reino de España de pertenecer a la Unión Europea. Que de esta crisis salimos todos juntos o no salimos. Bruselas marca las directrices a asumir para acceder a los 140.000 millones de impulso. Las disrupciones de los partidos políticos surgidos del descontento, del desplante del Brexit o de las coces de Trump.
Tejido empresarial
La responsabilidad crucial del tejido empresarial nutrido casi al cien por cien por pimes y sobre todo microempresas. ¿Qué va a pasar con el futuro de las microempresas? ¿Si no tienen reservas para perdurar más allá de unos meses? Los impactos ligados a la digitalización, el cambio climático, la eficiencia energética, la modernización en la mentalidad emprendedora. ¿Cuál será el posicionamiento de las empresas valencianas? ¿Podrán hacerlo solas o necesitarán ayuda? ¿La conselleria de la Economia del Bé Comú de Rafa Climent y Natxo Costa será suficiente? ¿Cómo se solucionará el conflicto entre los intereses de las grandes empresas con su potencial y los recursos limitados de las pequeñas? ¿Cómo puede ser que en la Comunitat Valenciana no exista una organización empresarial que integre y defienda a las pequeñas entidades de negocio, que son mayoría? Que sea independiente y eficaz, lejos del engendro de CEPYMEV, prohijada y anulada en el seno de la CEV.
Reaccionar o perecer
La Comunitat Valenciana en el contexto español sufre. Los doce meses transcurridos de la pandemia Covid-19 han puesto en evidencia el reto. O el País Valenciano reacciona y se posiciona ante sus competidores o acaba de perecer por ineficiencia. La crisis política, social y económica valenciana emerge a partir de la crisis económica mundial de 2008. Se inicia en la última década del siglo XX con el desembarco de los gobiernos conservadores del PP, primero en la Generalitat Valenciana con Eduardo Zaplana en 1995 y al año siguiente con la irrupción de José María Aznar, en la gobernabilidad del Estado español. Es difícil gestionar la política territorial autonómica que consagra la Constitución del 78, desde la beligerancia y la felonía. El hecho diferencial de Madrid—el 62% de la contratación pública se adjudica a empresas madrileñas--, enclave estratégico para la recentralización de España protegido por los partidos hegemónicos—PP, PSOE y partido comunista (hoy U.Podemos)—y algún otro de corto vuelo. Catalunya, mejor pertrechada ante la trampa antiperiférica de perspectiva, zozobró con el fracaso del proyecto de reforma del Estatut entre 2005 y 2010. Las comunidades forales—Euskadi y Navarra—están acondicionados para el conflicto interterritorial. La Comunitat Valenciana inmersa en la vorágine de claudicaciones y corruptelas que caracterizan las presidencias de Zaplana, Olivas, Camps y Fabra. Amplificadas con los 25 años de intolerancia e involución de la alcaldía de Rita Barberá, mascarón del PP en la ciudad de València, “cap i casal”. Acompañados del caciquismo delictivo ejercido por Carlos Fabra (PP) desde la Diputación Provincial de Castellón. O la explosión de “alicantinismo feroz secesionista” de J.J. Ripoll y Díaz Alperi en las instituciones regidas por el PP en Alicante.
Conciencia empresarial
La realidad, los acontecimientos y la dificultad acaban poniendo las cosas en su sitio. La realidad exige que la sociedad para ser operativa, tenga coordinados los grupos de intereses. Los acontecimientos imponen las urgencias a partir de una pandemia global y precipitan las acciones para paliar sus efectos. El agravamiento de las dificultades exige respuestas rápidas y eficaces. Ya no vale depender de la lentitud de los procesos políticos. No se puede esperar que un filólogo dé soluciones a la inmediatez económica y empresarial. Había de pasar. Antes o después, las confluencias de los astros tenían que precipitar la época y el chasquido por los que, quienes promueven y crean riqueza, fueran conscientes de su papel en el contexto productivo. Al año de iniciarse la pandemia, exhaustas las fuerzas y al límite de la resistencia, el foco vuelve a situarse en Catalunya. Donde el universo empresarial, toma conciencia, de bruces, sobre la encrucijada que marcará su camino.
Pequeños y grandes
En Catalunya los empresarios están alineados en dos grandes organizaciones diferenciadas. Una que reúne a los que se identifican con los intereses de las grandes compañías y multinacionales, Foment del Treball Nacional. Integrada en la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), que contribuyó a fundar en 1977. La otra, aglutina a más de 150 asociaciones de pequeñas empresas arraigadas en el quehacer económico catalán, PIMEC, presidida durante décadas por Josep González . Desde hace unos días por su sucesor, Antoni Cañete. La inestabilidad política, la ineficacia de los últimos gobiernos de la Generalitat, la inestabilidad tras la indecisión política poselectoral y el estallido de inseguridad y violencia, han provocado la insurrección del estamento empresarial. Que se caracteriza por su individualismo y por la pasividad.
Grupos de poder
En el Estado español el campo de batalla experimental está radicado en Catalunya y en Barcelona. El político, el territorial, el del 25% de la economía hispana, la efervescencia soberanista, el cultural y ahora el empresarial. Las empresas catalanas están inmersas en el fragor de la contienda. Catalunya, al margen de la excepción singular del País Vasco, es la única autonomía que tiene dos organizaciones empresariales potentes en España. Una entidad, Foment del Treball Nacional, centenaria, con vocación hegemónica en nombre de los grandes. La otra, PIMEC, arraigada por todas las comarcas con cientos de gremios y asociaciones sectoriales. Ambas organizaciones beligerantes frente a los excesos independentistas y defensoras de su independencia. Es conocida la lucha titánica de PIMEC contra la morosidad en los pagos por parte de empresas privadas y por las administraciones públicas. Estas últimas incumpliendo las leyes mercantiles y los códigos vigentes, han causado la desgracia y el hundimiento de miles de negocios en España. Ante esta injusticia las Cámaras de Comercio deberían haberse rebelado, tal como les corresponde por su papel y sus funciones en la sociedad. Se han inhibido vergonzosamente. Incluida la Cámara de Comercio de Barcelona, tras el golpe institucional de les ‘eines’ de Joan Canadell, apoyado por la entidad independentista Asamblea Nacional de Catalunya (ANC). Concentrada en la consecución de su proyecto político soberanista por encima de la defensa de los intereses básicos de las empresas.
Microempresas
En la entrevista del economista valenciano Francisco Pérez, se hace hincapié en la necesidad de fortalecer el tejido de empresas medianas y pequeñas. La abrumadora mayoría de las valencianas. ¿Qué ha hecho la Generalitat del Botànic durante los últimos cinco años que gobierna? La de Ximo Puig (PSOE) , Mónica Oltra (Compromís) y Rubén Martínez Dalmau(U.Podemos). Todo no consiste en tocar poder, asegurarse un sueldo y aposentarse en el Palau de la Generalitat o en la antigua Cárcel Modelo de Mislata. ¿Si no han hecho, qué piensan hacer? Las soluciones no son mágicas y Paco Pérez lo explica con claridad. La Comunitat Valenciana, apergaminada y teóricamente liderada por un oligopolio empresarial y por una clase política- se supone que progresista--, tiene ante sí el desafío de la financiación. En unas circunstancias críticas, cómo las que están viviendo las empresas valencianas, la Generalitat de la mano de significados empresarios autóctonos, debería tener resuelto el déficit crónico de financiación e inversiones. Los agravios con respecto a otras entidades territoriales de España. Si no han sabido solucionarlo, cómo era su obligación, tendrán que poner de manifiesto su capacidad reivindicativa ante los poderes del Estado. Para evitar la insurgencia de otra zona de España. Que podría sumarse al malestar y al descontento que se encuentran en el origen del problema catalán.
Déficits
Las carencias y las dificultades que padece Catalunya son de la misma naturaleza que los agravios que sufren los valencianos. En su caso, agravados por la impotencia y la incapacidad para ejercer presión ante la administración central. Con el hándicap de que el color político que gobierna—Pedro Sánchez-- en España coincide con el del PSOE, partido al que pertenece la presidencia de la Generalitat Valenciana, en la persona de Ximo Puig. Difícil pugilato con las connotaciones y la trayectoria que conocemos. Con los empresarios poderosos, menos connivencias cómplices y más estrecha colaboración comprometida a cambio de nada. Caso aparte cuanto acontece en las Cámaras de Comercio valencianas y cómo han degenerado en lo que han llegado a ser. Cuando en este momento delicado para el porvenir económico y empresarial deberían ser un instrumento eficaz e insustituible para la mayoría de las empresas y de los intereses generales de la economía. Coincidentes con los de las Cámaras. Son los suyos. Responsable última, la Generalitat Valenciana que tiene asumidas las competencias camerales y feriales. Otro circo.
0