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CV Opinión cintillo

A quien lea

Compromís, hora cero

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“Esdevenim guerrers embolcallats amb càntics

de vidre, consumint el foc de les vinyes

del nostre ahir vençut, que se'ns rebel·la

amb furor d’aurora i migdies de calèndules

oblidades entremig del passat i la joia del jardí“.

Lluís Alpera, València. ‘Tempesta d’argent’-1986

En plena digestión del fracaso político de la formación política Compromís, ya engullido por la ola de Sumar y con el horizonte de un lejano congreso reconstituyente, dos acontecimientos marcan su futuro: la publicación y presentación en sociedad del libro de Ricard Chulià, (Torrent, 1983), “País Valencià. Eixida d’ Emergència” y la sentencia del Juzgado 15 de lo Penal, por la que se archiva la causa contra la ex-líder de Compromís, Mónica Oltra, dictada por el juez Vicente Ríos. Cansados como estamos de sentencias del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, tardías y vagas, que declaran a los políticos domésticos de derechas ni culpables ni inocentes, sino ‘no culpables’- caso Camps– por los mismos delitos de los que otros acusados de declaran culpables –y van a prisión–, la exoneración judicial, pendiente de posible recurso, de la que fue vicepresidenta del Consell de la Generalitat, aporta una reconfortante corriente de aire fresco, al tiempo que ciernen nubarrones sobre el complicado futuro de Compromís.

Maquiavelo tenía razón

Segundas ediciones raramente funcionan. Fue Ximo Puig (PSOE) quien la conminó a dimitir–’dimites o te ceso’-- y se abrieron tensiones internas en su círculo próximo (Iniciativa y Compromís) aún pendientes de cerrar. Enric Juliana, que no conoce suficiente el País Valenciano, más que por referencias sesgadas, apuesta por la resurrección de quien llegó subida a la parte de Iniciativa, para dominar el todo Compromís. Hasta convertirse en la ‘diabla roja’ para la caverna derechista que no descansó hasta derribarla. Volvió a salir la guadaña – la recordaba Vicente Iborra Gil, empresario y fundador de la dirección general de Comercio en Madrid en tiempos de la República– que emerge cada día al amanecer desde la huerta hacia las torres dels Serrans, para cortar los cuellos de todos aquellos que sobresalen. Desde Maquiavelo quedó claro que es preferible no destacar.

Hora H

La ‘hora cero’ es el espacio de tiempo que señala el antes y el después en acontecimientos y relatos. Termina para Compromís el viaje iniciático que arrancó con la odisea de los desheredados en 2015 para catapultar al estrellato a dos políticos provenientes de Izquierda Unida (IUPV), heredera del Partido Comunista del País Valenciano (PCPV): Mónica Oltra como dirigente máxima de la formación, candidata a la Presidencia de la Generalitat aterrizó en la vicepresidencia del Consell del Botànic– consellera de Igualdad y portavoz, ahí es nada– en sus dos ediciones (2015- 2022). El segundo, Joan Ribó, fue candidato al Ajuntament de València por la exigua parte de Gent de Compromís desde 2015 y se retiró en 2023-24, con 75 años. Después de una larga carrera política desde la secretaría general de Izquierda Unida ( diputado autonómico y concejal en varias legislaturas). Así fue como dos políticos de adscripción comunista acabaron ocupando los cargos más relevantes que ha alcanzado Compromís. Su antecesor el Bloc Nacionalista Valencià ( heredero del PNV y Unitat del Poble Valencià) perdedor, quedó descabezado en su peor crisis desde que se fundó en 1997. Ribó y Oltra fueron los vencedores en un duelo que se dirimió desde la victoria electoral de mayo 2015 al nombramiento de los consellers del Botànic con significativos cambios de última hora. Cayó el presidente y fundador del Bloc, Pere Mayor y con él la mayoría de su círculos de confianza. En el patíbulo de la vendetta de última hora saltó por los aires el nombramiento de Gràcia Jimènez para Educació i Cultura, para recaer en Vicent Marzà. Sucedió rápido y desfiguró el proyecto electoral a las puertas de aquel verano del 2015, cuando se estrenaba la oportunidad de que un partido político, o varios de obediencia y sede valencianas, se situaran en la cúpula de la Generalitat y en la batlia del Cap i Casal. Las dos piezas clave para conquistar el arco de medio punto que sostiene el País Valenciano. Ahora sostenido por las cariátides de Carlos Mazón (Alicante) y María José Catalá (Torrent), que caminan por la senda de sus precursores: Eduardo Zaplana y Rita Barberá.

Reacción y pacto

Las fuerzas involucionistas de la caverna conservadora, tras el descalabro – que no se esperaban– se aprestaron al contraataque ante una derrota que les costó aceptar. Los grupos de presión económico-empresarial, necesitados de buena sintonía con quienes controlan la Administración – los que mandan tienden a entenderse–. Después del inicial desconcierto, utilizaron el conducto – el joker– del máximo dirigente de AVE –la entidad de los que comandan– Juan Roig Alfonso (propietario de Mercadona) para marcar las líneas maestras de la legislatura en un acuerdo escenificado– con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig–.Cesión no escrita, aunque fotografiada con tronas en el Palau, por la que las decisiones del ámbito económico-empresarial y sus instituciones de referencia, siguieron en manos de los señores del dinero – los que mandan sin presentarse a las elecciones–. El campo de la política estricta quedaba para los partidos que habían ganado las elecciones en 2015. El pacto se rompería con la convocatoria electoral. Se prorrogaba con la victoria, como ocurrió en 2019 o se extinguía definitivamente con la derrota a manos del PP y Vox en mayo de 2023. Todos ganan.

Feria privatizable

En este marco de negociación Compromís fue el convidado de piedra, sin voz ni voto. Aceptó las reglas del juego que para la formación política de raíz valencianista no eran prioritarias, siempre que les dejaran actuar en las políticas sociales, de igualdad, inclusión, LGTBIQ, el feminismo. La cultura y la educación sólo si eran obedientes y poco más, salvo el enrocamiento del Ayuntamiento de València con entorpecer la ampliación del Puerto de València y el desastre monumental de Feria València, con un pulso inusitado entre las consellerias d’Hisenda –avalista de la deuda supermillonaria dejada por el PP y la de Economia (Rafael Climent y Natxo Costa)-. Departamento que controlaba Compromís y tenía las competencias de las Ferias, entre ellas la de València, que ha desembocado en derribo irrecuperable, dejación de la propiedad por la parte patrimonial del Ayuntamiento de València. Se presiente que la gestión Feria València acabará cedida en manos privadas (AVE u otro consorcio patronal), simplemente asumiendo obligaciones laborales liquidatorias y el pasivo resultante, tras el rescate de la deuda principal que ha asumido la Generalitat del Botànic. Pasivo que dejó el Partido Popular que acabó pagado por el pueblo valenciano. En paralelo ha discurrido la dejación de responsabilidades y competencias en el funcionamiento y finalidad de las cinco Cámaras Oficiales de Comercio del País Valenciano con más de 130 años de historia – Alcoi, Alicante, Castelló, Oriola y València– que constituyen el Consejo de Cámaras autonómico. En el que se prevén cambios en su presidencia que codicia la Cámara de Alicante, de acuerdo con la nueva traslación del poder valenciano, considerablemente escorado hacia el sur en el eje Benidorm-Alicante y la capitalidad regional del turismo. que ha quedado consolidada en la plaza benidormí, feudo de la actual consellera del ramo, Nuria Montes.

Revisión

El libro de Ricard Chulià nace de la visión desenfadada del País Valencià en su conjunto y en los ámbitos culturales, educativos, lingüísticos, económicos, institucionales y en los políticos. Vistos desde la atalaya de un filólogo comprometido de 40 años, de Torrent y establecido en Elx, que los ha contemplado de cerca y desde dentro. Recuerda en su enfoque al aldabonazo que significó en su día la aparición de “Nosaltres els Valencianas” de Joan Fuster (1962). Fruto de la inspiración de Jaume Vicens Vives (autor de ‘Notícia de Catalunya’ ) y de la necesidad de introspección del conocimiento con los ingredientes de provocación, que hacen atractiva toda tentativa de revisión y replanteamiento apenas mejorado por los mentores. A favor o en contra.

Desiguales

En el del ensayo de Chuliá se percibe la propuesta para el proyecto político que pudiera renovar la causa de la valencianidad, sea o no nacionalista. Si se parte de que todos los españoles no somos iguales, las excepciones y los privilegios constitucionales de vascos y navarros hacen inaceptable la pretensión de que todos los españoles hemos de ser iguales. No podemos serlo. No lo somos. La lista tarde o temprano se engrosará con la causa catalana, cuya solución reclama el president Pere Aragonés (ERC) con carácter bilateral, entre la Generalitat de Catalunya y el Estado español, que de momento, somos todos. ¿Y, del País Valenciano qué? Si la derecha y los partidos hegemónicos en España –PP y PSOE– fueran generosos e inteligentes, ya estarían trabajando en la federalización general del Estado Español para que la autonomías políticas puedan llegar a ser, a partir de la autonomía financiera y económica. No pasaría nada si el concierto fiscal y el cupo de vascos y navarros se extendieran equitativamente al resto de autonomías capaces e interesadas en asumir su realidad. Las ciudades autónomas quedarían exentas de ejercer lo que les viene grande y la capital del Estado tendría que afrontar la verdad de que es simplemente Madrid DF (distrito federal), con sus ventajas e inconvenientes.

No somos Dinamarca

La idea que atraviesa el libro de Chulià es que los valencianos no tienen porqué ser “cambrers dels madrilenys ni geriatres dels nord-europeus”. Tampoco debemos resignarnos al papel subsidiario de los 50.000 pobladores de las islas Feroe, cuando España ni de lejos es Dinamarca. Tiene razón. La economía del País Valenciano–que afecta a cinco millones de humanos– lleva siglos perdida y abandonada a sus contradicciones. Al menos desde la década de 1990. Son muchos años y tiempos muy decisivos para implementar falsas propuestas sin fundamento sobre no se sabe cuántos planes de competitividad sin proyecto ni dotación presupuestaria. Justo Nieto del PP ya dimitió en la conselleria de Industria y Comercio por las continuadas engañifas. Durante las dos legislaturas del Botànic, al menos se hablaba de cambiar y perfeccionar el modelo económico valenciano, sin voluntad política real de llevarlo a cabo. ¿Cómo se puede relanzar la economía del País Valenciano desde la ruina crónica que provoca la injusta financiación que padecemos los valencianos desde la creación del Estado de las Autonomías en 1978?

Sin financiación no hay autonomía

Sólo hay un acuerdo que se mantiene entre los sátrapas del bipartidismo hegemónico acerca de preservar los dogmas del centralismo económico, cultural, de inversiones y de infraestructuras. PP y PSOE lo tienen tan claro como sus líderes, Alberto N. Feijóo y Pedro Sánchez. Siempre secundados, si no superados, por sus socios: Vox y Sumar con sus jefes, Santiago Abascal y Yolanda Díaz. Compromís y sus dirigentes instalados en poltronas,--ahora se quiere incorporar Vicent Marzà en el Parlamento Europeo– han de decidir si quieren defender los intereses de todos los valencianos o seguir actuando de felpudos útiles para las coaliciones de gobierno en las que se hallan instalados. Las decisiones se han de manifestar y proclamar a los cuatro vientos para que militantes y votantes sepan a qué atenerse. Así se ganan elecciones: dando la cara. La democracia y la política son para servir a los ciudadanos, no para servirse de ellas con fines particulares ni para estafar a los votantes.

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