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Ley de Memoria Democrática: del revanchismo a la timidez de la norma

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Esta semana se debate en las Cortes Generales la nueva Ley de Memoria Democrática. Con la aprobación en 1978 de la Constitución Española se abrió una etapa de avances basada en la amplitud de los consensos y el diálogo y con el objetivo principal de asentar el camino de la democracia y la reconciliación entre todos los españoles. Así hay que leer desde mi punto de vista la Transición, con sus luces y sus sombras, que de todo hay. 

En 2007 se dio el gran paso que la sociedad española necesitaba para reconciliarse con el pasado más terrible, para acabar con las falsas verdades y sobre todo para el reconocimiento de aquellas personas que sufrieron persecución, violencia e incluso muerte por defender la legalidad de la República frente a los insurrectos que protagonizaron y apoyaron el golpe de estado militar de 1936 e instauraron una férrea dictadura que se prolongó hasta 1975.   

Muchos han sido los avances, también en el ámbito legislativo autonómico, pero ya hacía tiempo que nuestra democracia necesitaba una conquista más que asentara la consolidación de derechos y el cierre definitivo de aquellas heridas que se abrieron en el 36 y que siguen supurando ya bien entrado el nuevo siglo.

Y la nueva ley, proyecto todavía, ha vuelto a conseguir un extenso acuerdo parlamentario como ya ocurrió tanto con la Transición como con la ley del 2007. Un amplio apoyo de los representantes de la ciudadanía elegidos democráticamente en Congreso y Senado. Un ejercicio de responsabilidad y consenso que busca plasmar la respuesta a los anhelos de la sociedad. Hay voces contrarias, pero también las hubo en ocasiones anteriores. Requieren de mi respeto y lo tendrán mientras sean portavoces democráticos de la ciudadanía, pero obviamente no mi apoyo. No entiendo de defender teorías cuando me benefician y atacarlas cuando el resultado es contrario a mi postura u opinión. Y eso es lo que los partidos mal llamados de “centro derecha” – de los de extrema ya ni hablamos - están haciendo en este momento, desdeñar la ley de memoria democrática ni tan siquiera porque no estén de acuerdo con su contenido, caen en la demagogia atacando un texto legislativo simplemente por quien la apoya. 

Y por si era poco lo que llevamos a cuestas va y salen quienes la tachan de tímida. Se revisan y actualizan los déficits de la Ley del 2007; se incluyen nuevas demandas, así como lo implementado en las normativas autonómicas; se incorpora la condena al golpe militar del 36 y a la dictadura franquista; se profundiza en los reconocimientos a las víctimas poniéndolas en el centro de la acción pública; se reconoce el papel activo de las mujeres; se denuncian las represiones por razón de orientación sexual y por el uso de lenguas y la cultura propia de cada territorio; y se declara la ilegitimidad e ilegalidad de los tribunales franquistas y de sus condenas y sanciones. El derecho a la verdad vuelve a tomar protagonismo con la asunción por parte del Estado de búsqueda de desaparecidos, con la creación del Banco de ADN, con la protección de toda la documentación. La Justicia garantizará la investigación de las violaciones de derechos humanos y la interpretación de todo el marco legislativo de conformidad a los tratados internacionales. La nueva Ley establece un régimen sancionador que no estaba contemplado en el ámbito estatal; una comisión técnica estudiará las medidas de reparación de carácter económico derivadas de las incautaciones realizadas por el franquismo; y por fin la Memoria Democrática formará parte del currículum escolar, se intensificará el apoyo a la investigación y se elaboraran programas de divulgación de la memoria. 

Por supuesto se seguirán implementado las acciones para la retirada de vestigios y honores a personas e instituciones que defendieron el régimen autoritario y se extinguirán las fundaciones y/o asociaciones cuyos objetivos sean la apología del franquismo que tanto daño han hecho y siguen haciendo a nuestra democracia y que persisten en la actualidad. 

¿Les parece tímida? Hay quien sí lo defiende y vuelvo a la teoría: lo respeto, pero no lo comparto. Una cosa les voy a decir, cuando alguien les insista en que la panacea para cerrar las heridas del pasado y reencontrarnos con la justicia es la derogación de la Ley de Amnistía de 1977, deben saber que la Constitución Española establece que “las leyes penales desfavorables al reo no se pueden aplicar con efectos retroactivos” por lo que esa reivindicada derogación no podría aplicarse. Cualquier intencionalidad en esa línea supondría una ilegalidad extrema. Para no caer en el quebrantamiento y obtener el mismo resultado, se ha estipulado el artículo que establece la ilegitimidad de los tribunales franquistas y la nulidad de sus condenas, ya mencionado anteriormente. 

El otro punto en el que algunos, propios y extraños, han querido apuntar para abrir una polémica que tape el objeto real de la ley ha sido la interpretación torticera de la creación de una comisión técnica que estudie los supuestos de vulneración de derechos humanos a quienes trabajaron por la consolidación de la democracia entre la aprobación de la Constitución en 1978 y diciembre de 1983. Lean otra vez el párrafo. “creación de una comisión técnica”. No se está con ello poniendo en entredicho ningún periodo democrático y la principal prueba es la defensa que se hace en todo el texto de la legalidad democrática desde la Transición a la actualidad, y mire que hay algún periodo que no me gusta. Pero esto no va ni de gustos ni de individualidades, esto va de democracia plena.

Unos tachan la ley de revanchista, otros de tímida y la mayoría de la sociedad (representada en las cámaras por voto directo de todos nosotros) respalda la aprobación de esta nueva Ley de Memoria Democrática. ¿Con qué debemos quedarnos? Sin duda con el apoyo mayoritario porque de eso va la democracia, de gobernar para la mayoría reflejada en la representatividad conseguida a través de los resultados electorales. Si los partidos políticos que en un momento determinado están en la oposición no quieren entrar en el consenso generalizado es ya su problema. El espíritu de la transición sobrevoló los sectarismos para ofrecernos la oportunidad de avanzar en democracia, los que no establezcan sus prioridades sobre ese marco poco o nada pueden ofrecer al progreso social.

Acabo con una reflexión desde mi punto de vista muy acertada del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero en una entrevista en @eldiario.es “(…) la democracia es amabilidad, es hospitalidad, es compasión, es afecto, es reconocimiento, es dignidad a los que no la han tenido”. Y a la pregunta de si “¿Eso ofende a los que lo han tenido siempre? Su respuesta es tajante: ”Es increíble“.

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