Vicent Ventura, un intelectual honesto y socarrón
“Es capaz de arruinar su situación en un partido político por hacer un chiste”. Así le definió el destacado escritor y columnista de prensa Manuel Vicent, castellonense y anticonvencional como él. Y fue una definición no menos certera que divertida de Ventura, fajador por las libertades del pueblo valenciano, y por añadidura de los países de lengua catalana y de España, antes y durante la transición del totalitarismo a la incompleta democracia. Una democracia discutible, porque los ciudadanos no pudieron elegir entre monarquía y república, y si no todo estaba atado y bien atado, como presumía el gordito generalísimo, tampoco se partía de un juego totalmente limpio.
Si en un principio llevaron el timón Juan Carlos I, elegido por Franco su sucesor, y Adolfo Suárez, proveniente del Movimiento Nacional, y casi tan telegénico y apuesto como el perro-lobo Pedro Sánchez, enfrentado ahora a los redoblados intentos de buena parte del populista Partido Popular, anclado en el pretérito, y los neofascistas secretos o a voces de Vox, algunos de ellos provenientes del mismo PP y otros, francotiradores con mal pulso, como el ex-colaborador de El País y con libros publicados por el inquieto hispano-argentino Mario Muchnik, Hermann Tech, o aunque no tengan carnet, J.J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos, en el pasado, izquierdista y brillante autor de “Lo que queda de España”.
Vicent Ventura, periodista siempre contracorriente, bien desde la radio, bien en la prensa escrita más creíble, como La Vanguardia, de la que fue corresponsal, destacaba por su agudeza y sus convincentes afirmaciones, que escapaban de la mediocridad de algunos colegas equívocamente aplaudidos. También por iniciativas como la que le llevó a hacer oposición desde Munich, por lo que fue exiliado, la colaboración destacada en la creación de la Taula de Forces Polítiques, todas pro-valencianistas, o bien en la fundación del Partit Socialista del País Valencià, luego unido en sus siglas al PSOE, antes de que Felipe González engañara a la mayor parte de la ciudadanía con su gracejo y su falsedad. Y antes de que los socialistas abrazaran a la monarquía.
Impulsor de periodistas
Pues bien, quien este artículo escribe, fue lanzado al periodismo en Valencia y fuera de ella, por el propio Vicent Ventura. Aquel, a los 28 años, aún atolondrado por las faldas del entonces vitalista Barrio del Carmen, fue a solicitar empleo como redactor de eslogánes y textos publicitarios a la agencia Publiprés, que, en la calle del Pintor López, frente al cauce del Turia, dirigía el celebrado periodista y político. Éste, que había leído artículos literarios del solicitante en Valencia fruits y adivinaba su vocación, después cumplida de narrador, le propuso que telefoneara de su parte al redactor-jefe de Sábado gráfico, para trabajar como corresponsal del semanario madrileño. A lo que añadió que fuera, ahora sin recomendación, a solicitar otra corresponsalía, que también funcionó, al Correo Catalán, diario en el que sacaría entre tres y cinco crónicas semanales, y que le permitió pasar del vino peleón al whisky escocés en el antes mencionado Barrio del Carmen.
Por añadidura, en otra conversación, como ya había redactado una novela y pretendía ser escritor, le dijo que, escribiendo en castellano, por qué no trabajar en El País, entonces en ciernes, adonde podía también recomendarlo.
Pero el visitante se imaginaba pasando varias horas en el metro, como le había ocurrido en un viaje de estudiante a París, y como no conocía el bullicioso barrio madrileño de Malasaña, prefirió quedarse en su ciudad natal y frecuentar el Carmen. Desde Cristopher-Bar-Lee a Turat, La Torna, L'Aplec, Barro o Lisboa, a Campsa 13, clausurada por un gobernador franquista porque en vez de en sillas o bancos corridos sus frecuentadores se sentaban y besaban sobre almohadas. Ante lo que Vicent Ventura hubiera reído de buena gana.
Otros personajes en torno a Ventura
Vicent había sabido rodearse, en Publiprés, de otros futuros personajes de la cultura y la política valenciana. Entre ellos, el afilado columnista y futuro director de periódicos como el nuevo Diario de Valencia, J.J. Pérez Benlloch; el innovador grafista y excelente fotógrafo Jarque, con exposiciones tan impactantes y satíricas como “Estampas nacionales”, en la que el rojo y el amarillo de la bandera nacional eran esperpentizados, y con viajes propios de un aventurero valioso, como a la peligrosa Ketama, en Marruecos, de donde parten el hachís, el cannabis y la marihuana… Sin olvidar tampoco, en el elenco más visible, a una heroína de origen francés, la eficiente, sensible y muy atractiva secretaria, Monique.
Vicent Ventura, que recibía cordial y socarrón en su despacho y publicó asimismo interesantes libros, continúa sonriendo, desde su sillón, en la calle o los cafés, en la mente de cuantos le frecuentaron.
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