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Elena Cebrián: “Reforzar la cohesión territorial es una cuestión de justicia social”

La secretaria autonómica de Cohesión Territorial del Gobierno valenciano, Elena Cebrián. / Jesús Císcar.

Laura Martínez

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Elena Cebrián (Valencia, 1971) fue la primera consellera de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural en el Gobierno del Pacto del Botánico, designada por Compromís. Tres años después de ocupar esa responsabilidad, regresa al Ejecutivo autonómico tras la llamada del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, para asumir la última rama de su antigua conselleria y coordinar las políticas contra la despoblación.

Cebrián, ingeniera agrónoma por la Universitat Politécnica de València, muestra un profundo respeto por la vida en los entornos rurales, que considera piedra angular del patrimonio y la identidad de un pueblo, y cree que esta perspectiva debe impregnar todas las políticas públicas. La ahora secretaria autonómica tendrá el deber de elaborar la ley contra la despoblación en el último año de la legislatura, de la que deja algunos apuntes en conversación con elDiario.es.

Regresa al Ejecutivo autonómico en una cartera distinta, con una responsabilidad distinta y nombrada por otro partido. ¿Cómo ha sido volver?

Ha sido una vuelta, pero nunca tuve la sensación de dejarlo del todo. El Gobierno del Botánico me marcó, fue el arranque de un proyecto muy de izquierdas después de muchos años de gobierno del PP en el que nos embarcamos viniendo de muchos sitios. En mi caso, siempre mantuve la condición de independiente, pero con la máxima lealtad y creyéndome el proyecto. Eso ha continuado cuando me ha llamado el presidente, sabiendo que he trabajado en esos temas como consellera, en el Ministerio de Transición Ecológica y como funcionaria centrada en los fondos de recuperación, que es un aspecto que ha valorado, porque tenemos que dar un empuje a que lleguen a las entidades locales, se aprovechen al máximo. Para mí es como continuar en el Botànic.

La secretaría autonómica de Cohesión Territorial y Políticas contra la despoblación se adscribe a Presidencia. ¿Puede solaparse con las funciones de las conselleries de Agricultura y de Política Territorial o tiene una función de coordinación?

La idea es que al ser un área con rango de secretaría autonómica adscrita a Presidencia pueda tener una visión transversal de lo que ocurre en otras áreas de gobierno. Esto lo venimos trabajando desde 2017, cuando creamos la comisión interdepartamental para la lucha contra la despoblación, que presidía yo en nombre del presidente. Aprovechando lo que se hacía en otras conselleries, en todo el abanico de la acción de gobierno, queremos darle un enfoque territorial, hacer políticas que se adapten mejor a las necesidades de las personas que viven en zonas que padecen despoblación o en las que la actividad económica está cayendo y necesitan nuevos impulsos. Esta ubicación en Presidencia es para tener esa visión transversal, coordinar actuaciones e incluir esa mirada hacia lo rural en las políticas sectoriales.

¿Por qué cree que se da esa visibilidad a estas políticas ahora?

La problemática era conocida desde hace muchos años. En 2017 la abordamos con la comisión, se ha reforzado con la agencia Avant, y ahora se le da más rango. Es una cuestión de país, del proyecto Botánico. Reforzar la cohesión territorial es una cuestión de justicia social. Todas las personas, independientemente de donde vivamos, tenemos que tener los mismos derechos, la misma capacidad de acceder a servicios públicos y oportunidades. Por una conjunción de fuerzas y tendencias, muchas históricas, hay zonas que han sufrido una caída de la actividad económica y de población y es algo que tenemos que afrontar. Estamos en un momento diferente como sociedad, tenemos que abordar retos nuevos, desde la digitalización, la exclusión por razón de edad, el cambio climático, la transición energética y ecológica... Necesitamos un territorio capaz, atractivo y fuerte que pueda abordar esos retos. El Gobierno tiene que impulsarlo y contar con un territorio más cohesionado para ello. Debemos abordar el acceso a los servicios públicos, el envejecimiento que acompaña a la despoblación, la necesidad de atención social y cuidados, la conectividad física... Son temas difíciles que hay que abordar desde el principio de justicia, solidaridad y cohesión.

La cohesión territorial no hace solo referencia a la despoblación. En la toma de posesión hablaba de reforzar alianzas con administraciones locales. ¿Qué tiene pensado?

Tenemos la dirección general de Administración Local, que trabaja en reforzar las capacidades financieras de los ayuntamientos. La semana pasada tuvimos una reunión para la distribución del fondo de cooperación municipal, fruto de una ley aprobada el año pasado, con intención de ayudar a los municipios más pequeños. Queremos trabajar más esa coordinación en la vía presupuestaria, pero también ayudarles a tener más información en el acceso a los fondos de recuperación, reforzar sus capacidades, ayudarles a contactar con empresas y pymes, hacer de puente. La cohesión territorial es mucho más, pero incidimos en esa visión de interior y de refuerzo hacia quienes tienen más necesidades.

¿Cuando hablamos de brecha urbano-rural, de qué hablamos?

Es un imaginario que en los últimos años se está rompiendo. Durante mucho tiempo se ha construido un estereotipo en el que lo rural es todo lo que queda, lo que no es urbano. Nuestra forma de vida está interrelacionada, ya no solo por sectores como la agricultura, sino por lo que significa el territorio como espacio de conocimiento, el patrimonio, la cultura y la parte emocional. Es una cuestión de nuestra propia historia. En el franquismo se creó el estigma del ser de pueblo, los propios habitantes forzaban que sus hijos se fueran a hacer carrera fuera, y es muy triste desde el punto de vista personal y como país. Eso sigue perdurando en el imaginario colectivo y es injusto por nuestra propia historia: todos venimos de ahí.

Ahora estamos en otro momento y hemos de aprender de nuestra historia. El abandono, el éxodo del campo de aquellos años, la vida de las mujeres, que siempre ha sido dura, trabajando en el campo y en casa sin reconocimiento social ni económico, ha creado en muchas zonas una desestructuración que cuesta de mantener. Hay gente que lucha mucho por estar ahí, pero se ha dañado el tejido social. Queremos que sea un planteamiento en positivo: sabemos de dónde venimos, pero no podemos quedarnos en una visión melancólica. Henos de ver qué oportunidades tenemos con la gente que vive ahí y tiene reivindicaciones legítimas.

Además de las brechas de género, que han sido distintas en la ciudad y en los entornos rurales, se han producido otras como en el acceso a los servicios públicos o la igualdad de oportunidades.

Son dos de las líneas importantes de trabajo que queremos reflejar en la ley, muy bien identificadas en la Estrategia Avant 2030. La previsión de servicios públicos de calidad básicos tiene que estar garantizada, que uno pueda acceder en una distancia razonable al médico, a la escuela pública, a servicios sociales. Vivimos en un mundo muy interrelacionado y es bueno pasar una temporada fuera, pero luego debes poder tener oportunidad de volver, de desarrollar tu vida donde quieras.

Que sea una salida, no un exilio.

Que pueda ser una elección, no que la gente se vea forzada. Es una mirada que debemos recuperar porque es nuestro patrimonio, cultura e identidad.

¿Qué le parece el término España vaciada?

Tiene una enorme capacidad comunicativa. Fue un lema muy potente que surgió de la literatura, del periodismo. Están Paco Cerdá, María Sánchez, Sergio del Molino o Julio Llamazares... Puso de manifiesto aquello que la sociedad en su conjunto no quería mirar: qué estaba pasando y cuánto de nosotros mismos estábamos abandonando. Pero creo que hemos pasado a otra fase, ese concepto ahora refleja algo nostálgico, una fotografía en blanco y negro; nosotros queremos una película en color, que tenga dinamismo. Creo mucho en las iniciativas locales y en la gente que se ha ido organizando, que ha emprendido pequeños negocios, en gente joven que se ha metido en la agricultura y la ganadería, en los productos de proximidad. Hay que aprovechar esas oportunidades y darles respuesta.

Entiendo que la ley contra la despoblación será la herramienta para canalizar esto.

Es darle el marco administrativo para reforzarlo y darle permanencia. Ahora tenemos la Ruta 99, las profesiones itinerantes, el refuerzo de cajeros automáticos, organizamos el transporte a demanda... hay un laboratorio de ideas para ir trabajando. La Estrategia Avant 2030 nos da el diagnóstico y ahora hay que ponerlo en forma legal, que signifique un compromiso político y presupuestario. Aunque en las políticas contra la despoblación, más que pensar en muchos millones de presupuesto hay que pensar en mejores políticas.

Muchas medidas parecen encaminadas a evitar el vaciado de los pueblos, que mueran, pero deberán ir acompañadas con otras para que la gente vaya a esos pueblos, que se mantenga la vida.

Si queremos atraer población son fundamentales las políticas de vivienda. El acceso a la vivienda es importante en toda la sociedad, en las ciudades es una emergencia, sobre todo para la gente joven porque puede ser un factor de exclusión social, pero tiene que tener una mirada específica en entornos rurales, donde hay muchas viviendas de gente que no reside ahí pero conserva su casa o no están en condiciones. Hay que estar muy atento a lo que reivindica el entorno rural.

Cuando se habla de despoblación o de España vaciada se piensa en Castilla y León o Castilla-La Mancha, la Comunitat Valenciana no encaja en los mismos parámetros.

Tenemos otros rasgos que han marcado nuestro territorio interior. En Castilla y León y en parte de La Mancha el gran foco es Madrid, una gran concentración de empresas e industria, financiación... tiene un efecto aspirador brutal que ha hecho que se vaciaran muchas poblaciones. Y también hay ciudades como Soria o Zamora que están perdiendo habitantes; cuando las ciudades intermedias se desestructuran, toda la provincia entra en un desierto demográfico. Es para analizar qué decisiones ha tomado la propia comunidad.

¿Cuáles son las características en la Comunitat Valenciana?

En la Estrategia Avant es en el interior de Castellón, el Rincón de Ademuz y algunas zonas montañosas de Alicante donde está más diagnosticado. En nuestro caso, más que recuperar un pueblo pequeño, buscamos recuperar la funcionalidad de un territorio.

Alianzas municipales que generen una zona atractiva, no un término municipal.

Exacto. Si hay una cabecera de comarca que puede albergar servicios no muy lejos de otras poblaciones, todas ganan en calidad de vida.

¿Exploran acciones con otras comunidades autónomas?

No lo tenemos muy desarrollado, pero es algo que me gustaría. Con Teruel hay muchos vínculos, mucha historia compartida, como con Cuenca, Albacete y Tarragona. Le estoy dando vueltas.

¿Cómo se pueden reforzar las alianzas municipales?

Estamos trabajando mucho con las mancomunidades. Hay un programa de incorporación de técnicos, con la idea de poder abordar servicios comunes de forma compartida, acceder a proyectos o contratación conjunta. Se trata de ganar capacidad conjunta. En basuras, desarrollo local, turismo... Es aprovechar los vínculos, reforzarlos y dar capacidad a las mancomunidades, en colaboración con las diputaciones y la Federación Valenciana de Municipios y Provincias. Es un trabajo amplio que hay que ver con mucho respeto. Creo que hay que ser muy honesto en política y plantear las soluciones de forma conjunta, con implicaciones territoriales y sociales.

La despoblación será un argumento de la reforma del sistema de financiación.

Necesitamos una financiación justa que nos permita equiparar los servicios por ciduadano. Estamos haciendo esfuerzos por hacerlo, para tener servicios públicos de calidad.

¿Qué le parece esa estrategia de dividir la negociación entre autonomías pobladas y despobladas o centro-periferia?

Creo que es equivocada. El análisis de la comisión de expertos en financiación del Gobierno y las Corts Valencianes estudia los impactos y las incoherencias de establecer esas variables que no dan respuesta a los problemas.

Si hablamos de coste de servicios públicos ya se observa si hay que moverse uno o diez kilómetros.

Sí, y si priorizamos la extensión del territorio, estamos siendo injustos con las personas. Hay que ver cómo cada comunidad toma sus decisiones. Habrá que juzgar qué decisiones hemos tomado, si hemos peleado por tener escuelas y centros de salud en los pueblos. Ahí se verán las políticas contra la despoblación.

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