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El sector azulejero pone en duda las salidas tecnológicas para la descarbonización que reclama la Unión Europea

El president de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, junto a la ministra de Industria, Reyes Maroto, y el presidente de Ascer, Vicente Nomdedéu.

Laura Martínez

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El sector cerámico se acerca con ciertos recelos a la estrategia de descarbonización de la industria, una de las exigencias de la Unión Europea para la presente década. El clúster de la industria cerámica, una de las industrias más potentes en España y la principal en Castellón, es consciente de que la transición ecológica no es una opción, sino un imperativo, pero reclama que la descarbonización no sea a costa de su competitividad.

El presidente de Ascer -la asociación española de fabricantes de azulejos y pavimentos cerámicos- reivindicaba este lunes ante la ministra de Industria, Reyes Maroto, que el sector es “generador de empleo y riqueza”. Según el informe presentado el lunes, el sector aportó en 2019 a la economía española 3.800 millones de euros en 2019, lo que equivale al 2,7% del PIB industrial español. “Nuestro clúster tiene que ser competitivo tras el modelo energético que se requiere para ser medioambientalmente cuidadosos con las generaciones futuras”, indicaba Vicente Nomdedéu, representante de Ascer. “Con la pandemia queda demostrado que la industria debe adquirir mayor peso en la economía nacional y nos preocupa el futuro porque la pandemia es cosa de años y la incertidumbre, la pérdida de empleo y el deterioro económico se están alargando demasiado en el tiempo”, agregaba en un acto junto a Reyes Maroto y el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig.

Poco después, la Asociación Nacional de Fabricantes de Fritas, Esmaltes y Colores Cerámicos (ANFFECC), emitía un comunicado con los resultados del sector en 2020 en el que insistía a la Administración en que la llegada de los fondos europeos es “fundamental” y reclamaba que “al igual que están haciendo otros países, no se grave a la industria con tasas o impuestos que puedan provocar una perdida de competitividad con la consiguiente repercusión en el empleo y en la deslocalización de la industria”. Por ello, demandan unas “tarifas de gas más competitivas” y que no se traslade al sector el coste de la descarbonización de las eléctricas a través del Fondo Nacional de Sostenibilidad del Sistema Eléctrico.

La cuestión de la competitividad de la industria es clave para entender su posición ante las medidas que marca la Unión Europea. El sector, que es uno de los más contaminantes, afrontó una inversión potente para el uso de gas natural, un combustible que implica la mitad de sus costes de producción y cuyo precio en el mercado de emisiones -lo que paga una empresa por contaminar- se ha disparado; y en pocos años deberán adaptarse a energías no contaminantes. El informe presentado por Ascer sobre el impacto socioeconómico y fiscal del sector de azulejos y pavimentos cerámicos en 2019 indica que las compañías pagan un 4% más por sus emisiones mientras las han reducido un 50% desde los años 80.

Europa ha marcado unos objetivos ambiciosos en la reducción de las emisiones -la mitad hasta 2030- que el sector cerámico y azulejero considera complicados de asumir. La Unión Europea eximirá a la industria azulejera de la tasa de carbono en frontera, una suerte de peaje para la competencia desleal de países que no gravan la contaminación, pero que de incluirse impediría a las empresas permanecer en el mercado de emisiones y mantener las asignaciones gratuitas que los Estados se reservan -permisos económicos para contaminar-. La decisión, adoptada por Bruselas la pasada semana, ha sido trasladada este lunes a los empresarios por parte del presidente valenciano, Ximo Puig, y supone un alivio para la industria, pero no la libera de los objetivos de descarbonización.

El sector está dando pasos para encontrar la alternativa tecnológica y energética que le permita adaptarse a los objetivos de Europa, ya sea mediante el hidrógeno verde -una inversión a largo plazo- o la captura de CO2, un proceso que convierte parte de las emisiones en mineral y que implica una salida a corto plazo para esquivar las limitaciones europeas. Algunas entidades optan por la firma de convenios con energéticas, como es el caso de Iberdrola con Porcelanosa y de Endesa con Ascer y ANFFECC, que trabajan para “estudiar conjuntamente soluciones energéticas en las instalaciones centrales”, como el uso combinado de energías renovables y el suministro de hidrógeno verde. Además, buscan cómo electrificar el proceso y aprovechar el calor residual. En febrero, Endesa y su matriz italiana presentaron el proyecto 'Orange.bat' un consorcio con 40 organizaciones de distintos países europeos para descarbonizar la cadena de valor de la industria cerámica, en el que participan 36 empresas del clúster de Castellón, que se ha presentado a una de las convocatorias de financiación europea. El proyecto mezcla hidrógeno verde con electridad renovable para el sector y, según explicó la compañía, con los fondos suficientes el inicio operativo del electrolizador está previsto para principios de 2024.

Tanto Ascer como ANFFECC forman parte de la Estrategia Valenciana del Hidrógeno verde, un proyecto arropado por la Generalitat Valenciana para cambiar la industria autonómica. Tras la presentación del informe, el gabinete del presidente de la Generalitat comunicaba que en las próximas semanas mantendrá una reunión con el presidente de Emilia-Romaña, región del norte de Italia con industria azulejera, para intentar formalizar una posición común ante la Unión Europea respecto de la sostenibilidad en el sector cerámico, con el apoyo de los gobiernos tanto italiano como español.

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