De siglas y egos
Las elecciones andaluzas han cortado, al menos, provisionalmente, el ciclo perdedor del PSOE. Y esa es la noticia principal, entre la mayor o menor insatisfacción generalizada, excepción hecha de Ciudadanos.
Lo normal es que, en las próximas encuestas, el PSOE, ahora en general, reciba un chute de optimismo, aunque tampoco debemos exagerar. Se trata, simplemente, del rebufo del ocasional efecto Bandwagon, el cual, sin duda, deben aprovechar.
Díaz ya ha demostrado de lo que es capaz y ahora tiene la unción de las urnas. Cuando le llaman fontanera, se crece y, con tono mitinero, se inserta en el universo de los descamisados. Esa acertadísima extrapolación peronista de Alfonso Guerra. Si se tercia, pone a toda una Autonomía a conciliar por ella.
Susana Díaz haría bien en poner coto a su ambición e interpretar los resultados en clave de microclima -Ignacio Escolar dixit- o ecosistema particular. Efectivamente, no resultan extrapolables al resto de España. De hecho, el liderazgo de Pedro Sánchez en las valoraciones de políticos parece indicar que su producto vende mejor al norte de Despeñaperros.
No tengo ni idea respecto a las expectativas que puedan pasar por la cabeza de Susana Díaz, pero sí considero que presentarse a las primarias del PSOE para sustituir a Pedro Sánchez no denotaría un excesivo respeto por el electorado andaluz. Debutar de interina y convocar elecciones anticipadas, con indudables intenciones y réditos partidistas, ya es demasiado abuso de confianza ante votantes y Administración. Está claro que para los fenómenos electorales mediáticos (en atinada definición de Jordi Sebastià) las elecciones autonómicas solo son metas volantes, pero algunos aún creemos que las Comunidades Autónomas merecen respeto. Por lo tanto, tampoco se merecerían los andaluces quedarse sin la presidenta a la que han votado a las primeras de cambio. Remitiría al tópico del cortijo y este artículo se volvería más estereotipado que una botella de Tío Pepe.
Y más siglas. Las de IU han aguantado mejor que las de UPyD. Se ha notado, sin lugar a dudas, el peso del carnet. Salvado, por lo tanto, el primer asalto. Más complicado lo tienen los magentas. La OPA hostil se cierne con la mayor de las crueldades. Rosa Díez parece decir a los díscolos: sabíais a lo que veníais (cuánta súbita caída del caballo entre la guardia pretoriana, Cantó inclusive). Mientras tanto, en Ciudadanos esperan a las ovejas descarriadas: en fila india y con el carnet en la boca. Seguramente, les podría interesar, solo para estos próximos comicios, una suma de siglas, para aprovechar el prestigio de UPyD en la lucha contra la corrupción. Será complicado, lo más probable es que Rosa Díez decida morir matando.
En fin, ya lo decía Sick Boy en Trainspotting: “hay un momento en que se tiene, y después se pierde, y se ha ido para siempre”.
¿Siglas o egos?
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