Ocho recomendaciones de vinos y cavas para gozar los atardeceres de verano

Los vinos rosados son para el verano.

Elisabeth G. Iborra

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El planazo de cada verano es sentarte por la tarde en tu terracita, a poder ser con vistas, y abrirte un vino bien fresquito para contemplar, simplemente contemplar, cómo va cayendo el astro rey en el horizonte, con una copa en la mano y refrescándote de vez en cuando el paladar.

Para esos momentos hay unos vinos especiales que se dejan beber sin necesidad de tener un plato contundente delante. En todo caso, algo para picar como unas aceitunas o unos frutos secos, pero por gusto, no porque el vino nos lo requiera. 

Por lo general, se trata de vinos o espumosos con graduaciones bajas, como los de este artículo donde te damos más ideas; pero tampoco es condición sine qua non, porque nos encontramos con algunos que tienen más de 12’5% Vol, pero no por ello son densos ni requieren algo de enjundia para empapar el alcohol. 

Los que hemos seleccionado aquí para la ocasión, son ligeros, muy frescos y golosos, y, si los sacas de la nevera a 15ºC y los mantienes en una cubitera para tenerlos a mano y no interrumpir la película de la puesta de sol, te van a dar esa sensación de placidez que este año te has ganado con creces.

Rosados deliciosos del norte

Pagos de Araiz Rosé 2019, de la bodega Pagos de Araiz, DO Navarra, perteneciente a Masaveu Bodegas, es el rosado perfecto para el verano, fresco, afrutado, diríamos que tan agradable que no recomendamos comprar solo una botella. El brillante color salmón pálido resulta curioso para provenir de un 100% garnacha pero sí que se entiende en el sabor, goloso, como a yogur de fresa y frambuesa, con un punto final a gominola de cítricos. 14,5 % Vol y 6 euros.

Flor de Muga Rosé 2019, de la DO Rioja, es un rosado tan ligero que parece agua de rosas por el color y también da flor blanca en el paladar, aunque muestra algunos matices especiados debido al bâtonage de las lías en madera de roble francés. Es como una explosión de frescura que te hace la boca agua y, encima, perdura un buen rato. 13% Vol y 12,95 euros.

Blancos exquisitos

Godello Adriá 2018 también nos parece un vino estupendo para el veranito, con esa potencia olfativa de la godello, que lo mismo te da un punto a manzana, como a cítricos o a flores. Y la acidez es la justa para su sabor dulce, que recorre las papilas dejándote una impresión envolvente, persistente, hasta llegar a un final fresco y afrutado que te pedirá repetir. 12,5 % Vol y 8,50 euros.

Vinyarets Blanco es un vino de paisaje dentro de la colección homónima que la Familia Torres dedica al Penedès con la intención de reivindicar sus orígenes. La inauguraron el año pasado con un tinto elaborado a partir de las variedades autóctonas garnacha, tempranillo y sumoll, pero ahora le suman un blanco ecológico 100% xarel·lo, la uva blanca estandarte del Penedès, de la añada 2019. El savoir faire de la bodega familiar se denota en la redondez gustativa y aromática, que consigue el objetivo: fomentar el hedonismo estival. 13,5 % Vol y 12 euros.

Espumosos de aquí y de allá

Espumante Corazón Blanco: no se le puede llamar legalmente cava pero se ha llevado varios premios como espumoso criado sobre lías, algo que le confiere consistencia y equilibrio al coupage de las variedades macabeo, verdejo y chardonnay, con sus característicos aromas a flores blancas y frutas tropicales. Las burbujas acarician el paladar y la acidez y la mineralidad están perfectamente equilibradas con notas suaves a fresa silvestre que se alargan en el retrogusto. 11,5 % Vol y 7,15 euros

Cava Conde de Haro Brut Vintage, elaborado con viura (90%) y malvasía (10%), es una buena demostración de por qué la DO Cava admite espumosos elaborados en La Rioja, pues resulta meloso pero fresco a la vez, afrutado y especiado, con un retrogusto largo que te permite disfrutar el doble de tiempo cada sorbito. También la burbuja es duradera y microscópica y, en general, está muy bien estructurado. Tiene buen potencial de envejecimiento en botella, pero para qué demorar el placer de tomárselo frente al mar ahora mismo. 12,50 % Vol y 12,95 euros.

Tintos de baja graduación

Trepat del Jordiet: La trepat es la variedad autóctona de la Conca de Barberà que suele dar menor graduación sin perder por ello las mejores cualidades de un buen tinto pero añadiéndole elegancia y finura. Y cuando además se cría en cultivo ecológico y luego en ánforas de terracota, la sutileza está garantizada, con esa sedosidad que te acaricia el paladar. A nadie le extraña que este vino se haya ganado la Médaille d'OR Concours Gilbert&Gaillard 2016. 12% Vol y 12 euros.

Goliardo Caiño es un vino muy marino de la variedad atlántica caiño, que forma parte de la colección Tintos de Mar de la bodega Forjas del Salnés, la gran apuesta de Rodrigo Méndez. Este es nieto de uno de los fundadores de la D.O. Rías Baixas, por eso goza de unas excelentes viñas viejas y, además, de la colaboración del prestigioso enólogo Raúl Pérez. Lógico que de todo ello salga este vino tinto en terruño de blancos, con un carácter salino suavizado por su crianza en barrica durante 14 meses. 12% Vol y 24,90 euros.

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