Tres maneras de infectarte por E.coli que no pasan por comer

Foto: Pexels

Marta Chavarrías

Escherichia coli (E. coli) es una bacteria que vive en el intestino de los animales, incluidos en ganado bovino, ovino y caprino. También puede ser transportada por mascotas y pájaros salvajes. El simple hecho de transportar y tener la bacteria no suele provocar ningún daño o enfermedad en los animales, pero si las personas entran en contacto con ella, las toxinas que produce sí le pueden causar enfermedades, que van desde una diarrea leve a, en el extremo, insuficiencia renal.

Hay varios tipos distintos , o cepas, de E.coli, y si bien la mayoría son inofensivos, algunos pueden causar intoxicación alimentaria e infecciones graves (hablamos, por ejemplo, de E.coli O157:H7). Una de las particularidades de esta bacteria es que se necesitan muy pocos organismos para infectar a los humanos. Los alimentos son una de las vías de infección más frecuentes para esta bacteria. Pero no es la única.

Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), hay algunas enfermedades zoonóticas que no tienen porqué transmitirse a través de los alimentos. Pueden propagarse por contacto directo o proximidad, al entrar en contacto con la saliva, sangre, orina, mucosas, heces y otros fluidos corporales de un animal infectado.

O por permanecer en áreas donde los animales viven y deambulan, o bien tocando objetos o superficies que han sido contaminados con gérmenes. Entre estas enfermedades se incluye las cepas de E. coli verotoxigénica (ECVT). Estas bacterias se multiplican bien a temperaturas entre 6ºC y 50ºC, con una temperatura óptima de unos 37ºC. A continuación explicamos tres formas ejemplificantes de contaminarse que nada tienen que ver con los alimentos.

1. Beber de arroyos en zonas agrícolas o ganaderas

En una investigación publicada en Journal of Infection Prevention, los expertos reconocen que la exposición ambiental no alimentaria es una fuente importante de transmisión de esta bacteria, sobre todo en zonas rurales y donde los animales viven al aire libre, como granjas y zoológicos. Lo ejemplifican con un caso confirmado de E.coli O157:H7 en un hombre con vómitos, dolor abdominal y diarrea con sangre. Tras descartar el consumo de verduras o carnes poco cocidas y la exposición al agua contaminada, los expertos abrieron otros factores de riesgo.

El paciente participó en un evento de ciclismo ocho días antes de la enfermedad (el periodo de incubación por E.coli suele ser de tres a cuatro días tras la exposición). Durante el evento, los ciclistas atravesaron caminos y pistas rurales, con condiciones húmedas y fangosas, contaminados con heces de animales infectados, a las que se expuso el paciente.

Los expertos no descartan que el modo probable de transmisión del organismo sea el contacto con el barro y el agua, salpicados en la cara, o bien haber bebido de algunos de los arroyos. Algunas personas, incluso, se han llegado a infectar al tragar agua mientras nadaban o jugaban en lagos o estanques. Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades estadounidenses (CDC) recomiendan que se evite tragar agua durante la práctica de estas actividades. 

2. Besar a una persona con mala higiene

Son varias las investigaciones que reconocen ya que es más probable que E.coli se propague a través de una mala higiene del inodoro que a través de la carne de pollo u otros alimentos poco cocidos. Una de ellas es la realizada por la Universidad de East Anglia, del Reino Unido, publicada en The Lancet, según la cual la gran mayoría de las cepas de las cepas de E.coli resistentes a antibióticos que causan infecciones humanas no proceden del consumo de pollo o de la cadena alimentaria, sino que la ruta de transmisión más probable es directamente de humano a humano, con partículas fecales de una persona llegando a la boca de otra.

Aunque reconocen que es fundamental mantener las normas básicas de cocinado y manipulación de alimentos para prevenir infecciones por E.coli, los expertos destacan aquí que es mucho más importante lavarse las manos después de ir el baño o cambiar pañales y antes de preparar o comer alimentos. Es importante, además, lavarse las manos después del contacto con animales o sus entornos (granjas, zoológicos, ferias, incluso en el jardín de nuestra propia casa). 

3. Jugar con nuestras mascotas

La transmisión de E.coli de animal a persona también se ha identificado en varios brotes. Y es que jugar con animales, como nuestras mascotas, puede provocar este tipo de infección. Sin embargo, una nota curiosa la aporta un estudio publicado en American Journal of Veterinary Research. Según los expertos, “un 10% de los dueños y sus perros comparten las mismas cepas de E.coli”, aunque los propietarios tienen más cepas resistentes a múltiples fármacos que sus perros.

Ello indica, siempre según los investigadores, que las personas son más propensas a transmitir la bacteria a sus perros que viceversa. Aunque no se determina que haya comportamientos que supongan un mayor riesgo para la transmisión, sí destacan que hay una asociación entre los casos de E.coli en los propietarios que no se han lavado las manos después de jugar con sus mascotas.

Factores de riesgo

Aunque cualquier persona puede sufrir una infección por E.coli, algunas están en mayor riesgo que otras:

Edad: las personas mayores y los niños pequeños tienen más probabilidad de experimentar complicaciones graves.

Sistema inmunitario: que esté o no debilitado

Temporada: es más probable que este tipo de infecciones ocurran durante los meses de verano.

Niveles bajos de ácido estomacal: algunos medicamentos usados para disminuir los niveles de ácido estomacal pueden aumentar el riesgo de infección.

Ciertos alimentos: beber leche o jugos no pasteurizados y consumir carne poco cocida también aumenta el riesgo. 

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