Pseudoterapias visuales: estos métodos no resolverán los problemas de tus ojos

Imagen de unas gafas colocadas sobre un periódico abierto.

Cristian Vázquez

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La terapia visual es un tratamiento optométrico diseñado para potenciar el sistema visual y corregir algunos de sus problemas, como dificultades para el enfoque, coordinación de ejes visuales o el llamado “ojo vago”. El optometrista lo debe diseñar de manera individual para cada paciente, en función de sus necesidades particulares. 

Sin embargo, en los últimos tiempos se han expandido y han ganado fuerza en buena parte de la población algunas pseudoterapias visuales, creencias que no cuentan con ninguna evidencia científica que las avale. Y que, aunque en ocasiones pueden ser inofensivas e inocuas, también pueden resultar muy perjudiciales para la salud. 

La más conocida de estas creencias pseudocientíficas es conocida como método Bates y tiene ya un siglo de existencia. Debe su nombre al oftalmólogo estadounidense William Bates, quien en 1920 reunió las técnicas en las que trabajaba desde hacía años y sus supuestas comprobaciones en un libro que se autopublicó y que llevó el título de Visión perfecta sin gafas.

Los ejercicios de Bates, sin ningún aval científico

Bates aseguraba que casi todos los problemas visuales se debían al estrés visual y a la excesiva presión que sufrían los ojos. Afirmaba también que el uso de gafas es perjudicial, pues -según él- solo alivia los síntomas y hace que sus causas se agraven. 

Su método se basa en una serie de ejercicios como el palmeo (palming), que consiste en cubrirse los ojos con las palmas de las manos, lo cual contribuiría a la relajación, y el movimiento rápido de los ojos sin detener la mirada en ningún sitio, pues creía que fijar la mirada es la principal causa de la presión ocular, la miopía y otros problemas.

Sin embargo, ya en la década de 1950 los estudios relacionados con el método Bates afirmaban que “la mayoría de sus afirmaciones y todas sus teorías han sido consideradas falsas por prácticamente todos los científicos visuales”. 

Todas las investigaciones posteriores llegaron a conclusiones similares: los ejercicios de Bates no solucionan problemas como la miopía, el astigmatismo y la hipermetropía, así como tampoco impide la pérdida de visión causada por el envejecimiento, glaucoma o la retinopatía diabética.

Alcances del “yoga ocular”

Además del método Bates, otras pseudoterapias se basan en la idea de que los problemas visuales se derivan de la demasiada tensión y que, por lo tanto, una suficiente relajación puede solucionarlos. Por ejemplo, el llamado yoga ocular, difundido en España desde la década de 1980 por el periodista y psicólogo Manuel Palomar. 

Sus impulsores dicen que esta técnica combina ejercicios del yoga clásico con el método Bates, lo cual permitiría, según ellos, mejorar la agudeza visual. Hace unos años, un científico coreano realizó una experiencia con estudiantes de enfermería. 

A veinte de ellos les pidió que ejecutaran -dos veces por semana, durante dos meses- algunos de esos ejercicios (como los ya citados palming y movimientos rápidos de los ojos). Según sus resultados, hubo un “significativo descenso en los niveles de fatiga visual” de esas personas en comparación con otros 20 estudiantes que no los habían realizado.

Ese trabajo se publicó en 2016 en la revista científica Journal of Physical Therapy Science, con la conclusión de que los ejercicios de yoga ocular “podrían reducir los niveles de fatiga visual”. Por supuesto, hacen falta nuevos estudios que corroboren esas conclusiones, que no se limiten a un número tan reducido de personas.

Pero sobre todo se debe tener en cuenta que este trabajo solo habla de fatiga visual, y no menciona problemas más importantes como miopía, astigmatismo, hipermetropía, presbicia o estrabismo. Problemas que sí aparecen en muchos de los mensajes con los cuales los difusores del yoga ocular y el método Bates anuncian sus técnicas. En realidad, todas estas patologías se deben a defectos físicos en los ojos, y no existe prueba científica alguna de que esos defectos puedan corregirse mediante ejercicios.

Motivos por los que las pseudoterapias visuales “parecen funcionar”

Si estos métodos no funcionan, ¿cómo es que logran tener éxito entre muchas personas? Un documento del Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas (CNOO) explica que eso sucede por tres razones. La primera es el efecto placebo, el resultado terapéutico positivo que a menudo producen una técnica o una sustancia debido solamente a que quien las recibe tiene la convicción de que le harán bien.

La segunda causa es la memorización, que se produce siempre que se repite muchas veces un mismo ejercicio. En este caso, si una posible mejora en la agudeza visual se evalúa siempre observando los mismos símbolos u objetos, resulta inevitable (aunque sea de un modo inconsciente) aprenderlos de memoria.

Y el tercer motivo es la adaptación: “Un mecanismo neural -definen los expertos del CNOO- que permite, a corto plazo y durante un tiempo limitado, mejorar la capacidad subjetiva de ‘interpretar lo borroso’”. 

De este modo, explican, se “incrementa la ganancia en las frecuencias espaciales altas (visión del detalle) en detrimento de las bajas (especializadas en la percepción del movimiento y la visión nocturna”. Nada de esto, desde luego, soluciona a largo plazo los defectos físicos de los ojos o previene las enfermedades que los pueden afectar.

Riesgos y perjuicios de las pseudoterapias

Otras pseudoterapias oculares incluyen el uso de unas gafas “con agujeritos”, llamadas gafas reticulares o estenopeicas, que supuestamente también ayudan a la agudeza visual. Y hasta de la saliva: la llamada sialoterapia dice poder curar la conjuntivitis con esa sustancia. Todas estas técnicas carentes de base científica pueden ser peligrosas, por varios motivos.

Los ejercicios de Bates y el yoga ocular pueden no ser perjudiciales en sí mismos, pero si una persona retrasa o abandona el tratamiento médico de un problema de salud creyendo que lo corregirá o sanará por medio de esos ejercicios, puede acelerar o incrementar la magnitud del problema. En particular si se trata de niños, en cuyo caso el empeoramiento puede ser más veloz e irreversible.

A eso hay que añadir el perjuicio económico, dado que acceder a estas pseudoterapias a menudo no es nada barato. Y también la creación de falsas esperanzas y expectativas por parte de estas creencias, tal como destaca la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas. El Primer informe sobre fallecidos a causa de pseudoterapias en España, publicado esta organización en 2018, estima que esas víctimas fatales suman cada año entre 1.210 y 1.460.

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