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Sobre este blog

Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

Derecho y subversión: bombas de liberación

Wolfgang Kaleck

Realmente quería ir el fin de semana pasado a Varvarin, Serbia. Allí, un 30 de mayo de 1999, hace 15 años, diez personas perdieron la vida diez y treinta resultaron heridas en dos ataques aéreos de la OTAN efectuados durante la guerra de Kosovo. Todas eran civiles. Hubiera sido mi primera visita a Varvarin. Y eso a pesar de que he estado representando a los supervivientes en un proceso ante el Tribunal Constitucional de Karlsruhe desde 2006, junto con otros compañeros de profesión.

¿Cómo se les llegó a ocurrir a los demandantes serbios presentar una demanda ante los tribunales alemanes? Muy poco tiempo después de los ataques, los supervivientes y familiares de las víctimas reclamaron una indemnización a la República Federal de Alemania ante el Tribunal Regional de Bonn con el apoyo de un grupo de activistas pacifistas. Lo hicieron en Bonn porque el Ministerio de Defensa alemán tiene su sede en el distrito Hardthöhe de esa ciudad. La demanda se fundamentó en que el ataque a Vavarin era ilícito desde la perspectiva del derecho internacional humanitario y en que Alemania había incumplido sus obligaciones en la materia, aunque presuntamente fueran británicos y estadounidenses los aviones que lanzaron las bombas. Al fin y al cabo, Alemania había aprobado en el Consejo del Atlántico Norte de la OTAN listas de objetivos en las cuales el puente de Vavarin aparecía clasificado como apropiado para alcanzar los objetivos perseguidos por la alianza militar.

Presión política, investigaciones obstaculizadas

Los demandantes sostienen que Varvarin no era un objetivo militar legítimo y que los bombardeos se dirigieron de forma ilícita contra la población civil. El Ministerio refutó el argumento sosteniendo que sobre el pequeño puente del lugar podrían haber tenido lugar movimientos de tropas. La justificación es más bien endeble. En su momento, la OTAN se arrogó el derecho de infringir el derecho internacional vigente porque, según ella, actuaba por motivos humanitarios. Supuestamente tuvo que intervenir a favor de la población de Kosovo porque se estaba atentando gravemente contra sus derechos humanos. Lo llamativo es que para salvar a civiles kosovares se bombardeara a civiles serbios situados a cientos kilómetros de distancia.

La explicación no es demasiado convincente, la verdad. Sobre todo porque el bombardeo tuvo lugar a plena luz del día, un domingo de Pentecostés ortodoxo y con mucho movimiento en el mercado. El segundo ataque, de hecho, se cobró aun más vidas porque también se llevó a aquellos que corrían por el puente a auxiliar a los heridos del primer bombardeo.

A la OTAN se la acusó entonces de varias matanzas similares de civiles. Como crímenes de guerra, deberían haber sido juzgados por el Tribunal Internacional para la ex Yugoslavia, como exigió sin éxito Amnistía Internacional, entre otros. Carla del Ponte, entonces fiscal jefe de La Haya, escribe en sus memorias que la presión política fue demasiado grande, y por eso no inició ningún tipo de investigaciones.

Una derrota en cierto modo previsible

Esta falta de predisposición para investigar hizo que los habitantes de Vavarin lo intentaran en Alemania. Perdieron ante el Tribunal Regional, el Tribunal Superior Regional, el Tribunal Federal y, después de 15 años de litigios, finalmente también ante el Tribunal Constitucional Federal. Es cierto que el Tribunal de Karlsruhe criticó las sentencias judiciales, pero consideró sus carencias poco relevantes. Lo decisivo, según el Tribunal, es que no se pudo probar la participación directa de la República Federal en el ataque y tampoco que tuviera conocimiento concreto del mismo. El Tribunal rechazó la petición de los demandantes de imputar responsabilidad solidaria a todos los estados miembros de la OTAN por tales daños.

Hemos padecido, pues, una derrota, que acaso era previsible. Sin embargo, la sentencia –hay que verlo de forma positiva– también proporciona argumentos útiles a las víctimas del ataque aéreo en Kunduz de septiembre de 2009, que han presentado una demanda ante el Tribunal Superior Regional de Colonia.

Los habitantes de Vavarin, en cualquier caso, sienten que los han dejado en la estacada. Tuve que cancelar mi viaje con poca antelación. Tras las lluvias de las pasadas semanas, toda la zona se encuentra bajo el agua, y la situación es catastrófica. Los funerales han sido cancelados y yo, más que ayudar, habría sido una molestia.

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