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Los “picaos” de San Vicente se flagelan en penitencia desde el siglo XVI

Los "picaos" de San Vicente se flagelan en penitencia desde el siglo XVI

EFE

Logroño —

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La pequeña localidad riojana de San Vicente de la Sonsierra acogerá, como cada Semana Santa, la ancestral tradición de los “picaos”, en la que varios disciplinantes anónimos se flagelan para cumplir penitencia, en un rito cuyos orígenes se consideran anteriores al siglo XVI.

Aunque hasta el inicio de esta celebración religiosa no se sabe el número exacto de disciplinantes ni su identidad, suelen participar entre 35 y 40 “picaos”, quienes tampoco revelan los motivos para participar en esta penitencia, ha dicho a Efe el portavoz de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, José Ramón Eguiluz.

Los “picaos” cumplen con esta secular tradición durante la procesión de la Santa Cena y en el interior de la iglesia durante la Hora Santa del Jueves Santo y también durante el Vía Crucis al Calvario y en el Santo Entierro del Viernes Santo.

El disciplinante, que llega a infligirse entre 750 y 950 golpes a ambos lados de su espalda, ha de ser varón, mayor de edad, católico y, si no es miembro de la Cofradía, debe aportar un certificado de su párroco que acredite su sentido religioso.

Antes de cada procesión, los penitentes acuden a la ermita protorrománica de San Juan de la Cerca de San Vicente, que acoge la sede de la cofradía, precisa Eguiluz, responsable de la Mesa de Disciplina, órgano encargado de autorizar a cada penitente su participación en esta secular tradición.

Los estatutos de la cofradía datan de 1551, aunque este culto se remonta siglos atrás, a “tiempo inmemorial”, según Eguiluz, sin que haya documentos que certifiquen su origen.

Las intrincadas calles de esta localidad, de 1.065 habitantes, se abarrotan con los cientos de visitantes que acuden a presenciar este rito, declarado de Interés Turístico Nacional en 2005.

Los “picaos”, que procesionan descalzos, visten una capa marrón sobre una túnica de lino blanco que les cubre el rostro y deja al descubierto la espalda, donde se golpean con una “madeja”, confeccionada con cuerdas de cáñamo de unos 80 centímetros y cuyo peso oscila entre 850 y 950 gramos.

Una vez superados los requisitos para flagelarse, se asigna a cada disciplinante un hermano cofrade, quien, cuando considera que el “picao” ya ha cumplido la disciplina, avisa al “práctico”, que es un miembro de la cofradía encargado de “picar” la piel de las lumbares, donde se forman numerosos hematomas.

Para ello, se utiliza una “esponja”, que es un utensilio de cera virgen que tiene incrustados seis cristales en forma de estrella, de modo que cada disciplinante recibe doce pinchazos, como símbolo del número de los apóstoles.

Después, el “picao” se vuelve a dar otra veintena de golpes y se limpian sus heridas únicamente con agua de romero, hecha por los “prácticos” y mantenida al sereno 24 horas.

La cofradía de la Vera Cruz de San Vicente cuenta con unos 160 miembros, el 20 por ciento mujeres, quienes también participan en las procesiones como “Marías”.

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