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La Bienal de Sao Paulo rescata al artista y abraza la polifonía de las experiencias

La Bienal de Sao Paulo rescata al artista y abraza la polifonía de las experiencias

EFE

Sao Paulo —

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La trigésima tercera Bienal de Sao Paulo abre este viernes sus puertas con la idea de poner al artista en el centro del tablero y crear una polifonía de experiencias a través de la diversidad con reflexiones sobre la atención, el tiempo y el lenguaje.

La muestra, que estará abierta al público hasta el 9 de diciembre, acoge unas 600 obras de un centenar de artistas con la particularidad este año de un comisariado que coordina el español Gabriel Pérez-Barreiro y está compartido con otros siete artistas.

Esta propuesta sorprendió a estos siete creadores de Argentina, Brasil, Uruguay, España, Suecia y Estados Unidos, pues además de tener que organizar su propia exposición, debían exhibir sus obras en diálogo con la del resto de seleccionados.

“En esta edición de la Bienal a diferencia de las anteriores no es una única exposición con un único tema, impuesto por el comisario y distribuido por los tres pisos del pabellón, sino que tiene una estructura más fragmentada”, dijo en una entrevista con Efe Gabriel Pérez-Barreiro.

Bajo el lema “afinidades afectivas” y con un presupuesto de 26 millones de reales (unos 6,3 millones de dólares), Pérez-Barreiro defendió un arte entendido como “un proceso más cercano a la gente, a los artistas, más diversificado”.

“El modelo de comisariado centralizado tiene el riesgo de que la Bienal entera sea una especie de megáfono para las ideas que uno tenga (...) A mí personalmente no me interesa, me parece que el mundo está lleno de personas con megáfonos hablando demasiado”, comentó.

Una de las cuatro artistas-comisarias mujeres es la argentina Claudia Fontes, cuya exposición (“Pájaro lento”) surgió, cuenta a Efe, como un “antídoto a la idea de velocidad”.

“Como especie llevamos generaciones entrenados desde pequeños en idolatrar a la velocidad y en despreciar todo lo que sea lento y en particular, desde el punto de vista político, me parece muy importante concentrarse en todo lo que sea pequeño y lento”, explica.

En su opinión, los problemas de hoy reflejan que “hemos desbordado como especie” y que “no podemos controlar ni la tecnología”.

El artista español Antonio Ballester, quien ha ejercido por primera vez en su carrera como comisario, explora en “Sentido/Común” la relación íntima entre biología y cultura, entre el individuo y el contexto que le rodea.

“Hoy por hoy esas relaciones se han perdido y ahora mismo una piedra es casi para darle una patada, no sirve para nada. Y antes entiendo que una piedra podía ser incluso un dios o el Sol, podía tener unas connotaciones divinas”, detalla a Efe.

Una de sus obras es un enorme círculo compuesto por decenas de setas de diferentes tamaños hechas de barro por alumnos de seis colegios distintos de Brasil y a su alrededor elementos como la lluvia, los árboles o el sol, necesarios para su crecimiento.

“Eso es precisamente en lo que quería incidir, en cómo funciona la naturaleza y que ciertos elementos se unen para crear otros. Es una cosa muy básica que todos sabemos que es la creación de la vida y como creación y creatividad creo que tienen bastante que ver con el arte”, argumentó.

Más introspectiva es la propuesta de la brasileña Sofía Borges y su “infinita historia de las cosas o el fin de una tragedia de uno”, la cual reflexiona sobre la tragedia que supone la imposibilidad del lenguaje como instrumento para explicar el sentido de la realidad.

Parte de su obra toma como inspiración las fotografías del sacerdote y etnólogo Martín Gusinde a un tribu indígena antes de extinguirse y a experiencias propias, como cuando visitó unas cavernas prehistóricas en el sur de Francia.

Completan la lista de artistas-comisarios la sueca Mamma Andersson, la estadounidense Wura-Natasha Ogunji, el uruguayo Alejandro Cesarco y el brasileño Waltercio Caldas.

Además de estas siete exposiciones colectivas, la Bienal exhibe también 12 proyectos escogidos por Pérez-Barreiro, tres de los cuales son homenajes póstumos al guatemalteco Aníbal López (1964-2014), el paraguayo Feliciano Centurión (1962-1996) y a la brasileña Lucía Nogueira (1950-1998).

“El mundo del arte generalmente es injusto y conocemos casos, Van Gogh y tantos otros, que sus vidas fueron penosas y solo póstumos se les reconoce. Ese es el caso de estos tres artistas y veo la Bienal como una gran plataforma para poder hacer también ese ejercicio de recuperación histórica”, considera Pérez-Barreiro.

La expectativa es que durante los próximos tres meses asistan un millón de personas a esta Bienal que continúa reinventándose en el tiempo.

Carlos Meneses Sánchez

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