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Drogas, fama y suicidio, la historia que nadie contó de los protagonistas de la polémica 'Kids'

Imagen del rodaje de 'Kids', la película que revolucionó los 90

Javier Zurro

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En octubre de 1995 llegaba a España, unos meses después de su estreno en EEUU, el último fenómeno del cine indie. Se llamaba Kids, y era una provocadora película que muchos confundían con un documental. Un retrato de la adolescencia en los barrios marginales de Nueva York que los presentaba como una generación abandonada y perdida que solo pensaba en la droga y en el sexo. Una de las películas que se atrevió a abordar el tema del sida sin los clichés mediáticos que todavía tenía. Muchos la consideraron una provocación; otros, un retrato descarnado de una sociedad que dejaba que la desigualdad se hiciera cada vez más grande. Estos patinadores que parecía que se interpretaban a sí mismos eran, en realidad, personajes que había escrito el nuevo 'enfant terrible' de la industria: un jovencísimo Haromy Korine, cuyo guion llegó a las manos de Larry Clark, fotógrafo que debutaba con este filme.

Aquellos chavales, salidos de la calle y de familias desestructuradas, se convirtieron, de la noche a la mañana, en estrellas fulgurantes del cine. Kids era la película de la que todos hablaban, para bien o para mal. 25 años después, sabemos que Larry Clark se hizo famoso por intentar continuar con su cine provocador y habitualmente vacío, que Harmony Korine consiguió convertirse en un cineasta de culto y que Rosario Dawson y Chloe Sevigne lograron ese estrellato que comenzó a atisbarse en aquel filme.

Pero, ¿qué pasó con el resto de chicos de aquella pandilla?, ¿tuvieron alguna oportunidad?, ¿se les aseguró un futuro prometedor? Es en ellos en quien posa su mirada Una vez fuimos Kids, el estremecedor documental dirigido por Eddie Martin y con guion de uno de aquellos chicos, Hamilton Harris, famoso por ser el chico negro que salía vaciando un puro de tabaco y llenándolo de marihuana. Harris es el hilo conductor de la película, que se puede ver en Filmin y que cuenta cómo la película convirtió a muchos de ellos en juguetes rotos. Creyeron en la fama que les vendieron y que nunca llegó. Justin Pierce, su protagonista, se suicidaba tras perder el hijo que esperaba su pareja y completamente deprimido mientras intentaba convertirse en una estrella de Hollywood.

Otro de sus protagonistas, Harold Hunter, también decidió probar suerte en la industria. Tampoco lo logró. Solo era otro de los chicos de Kids, aquel que realizaba un desnudo frontal del que todos hablaban y todos olvidaban. Hollywood no quería chicos de barrio. Hunter murió de una sobredosis de cocaína. Son las víctimas de un relato que, por fin, cuenta qué fue de todos ellos y hace justicia con su figura. Lo hace con un increíble material documental detrás del rodaje, pero comienza mucho antes, haciendo un relato de lo que suponía ser un joven en un barrio marginal de Nueva York. La llegada de la cocaína, de la heroína, las tiendas de skate como núcleo, la familia formada en torno a las amistades… 

Aquel grupo no se parecía en nada al que mostró Larry Clark. Sí, estaban abandonados y no tenían oportunidades, pero el relato de chavales que sólo buscaban sexo y drogas no les representa. De hecho, una de las sorpresas de este documental es que solo una de las chicas de la banda aceptó salir en la película, ya que el resto consideraron que era una obra que fomentaba la “violación y la misoginia”. A Clark no le importó, buscó a una joven del barrio (Dawson) y a un nombre emergente de la escena underground (Sevigne).

Los testimonios de los protagonistas del filme son sobrecogedores. Todos se sintieron utilizados por Clark y Korine, que se integraron en su comunidad y les abandonaron cuando tuvieron el éxito que buscaban. Les pagaron 1000 dólares a cada uno y nunca más vieron ni un billete. Cuando la película fue a Cannes, ninguno de ellos fue invitado. Eran estrellas de segunda. Más tarde, hasta descubrieron que Larry Clark se estaba forrando vendiendo todas las fotos que les había hecho sin permiso durante la preparación de la película. Nunca les llamaron ni preguntaron qué tal estaban. Por supuesto, no han querido participar en el documental.

Las historias del rodaje son rocambolescas. Larry Clark se plantó en aquella comuna con casi 50 años y les compraba marihuana. En una de las escenas más polémicas, un menor latino aparecía dormido mientras dos jóvenes practicaban sexo a pocos centímetros. Él reconoce que estaba dormido de verdad después de haberse fumado diez porros para la escena anterior, en la que grababa a cuatro críos colocándose. 

La rueda de prensa del filme en Cannes fue una de las más tensas que se recuerdan en el festival. La gente preguntaba si se habían consumido drogas de verdad, si eran mayores de edad, mientras Korine y Clark se enfadaban y no querían responder a las cuestiones incómodas sobre su título de culto. Una película que costó 1,5 millones y recaudó 22 millones. ¿Sus distribuidores? Unos hermanos Weinstein que conocían bien el negocio y convirtieron esta película en el título que todos debían ver. Una vez fuimos Kids hace justicia con todos esos jóvenes que fueron utilizados por el director y el guionista y arrastrados a un mundo de droga, dinero y fama donde no pertenecían y donde nadie les abrió las puertas. 

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