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Gaspar Noé: “Me divierte ver que mis amigos salen deprimidos de ver 'Vortex'”

Gaspar Noé, argentino afincado en Francia, presenta su última película, 'Vortex'

Javier Zurro

28 de julio de 2022 22:44 h

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Cuando uno menciona el nombre de Gaspar Noé rápidamente surge un adjetivo a su lado, el de provocador. Durante años se le ha calificado como el enfant terrible del cine europeo. Sus películas siempre sacuden, son puñetazos en el estómago. Todavía se recuerda la reacción del patio de butacas de Cannes cuando él apareció con Irreversible y esa escena de violación que sigue siendo polémica décadas después. 

En su cine todo es exceso, neones, cuerpos retorciéndose de dolor o de placer. Climax, Into the void, Lux Aeterna… filmes que ponen al espectador al límite. Un cine que bebe siempre de las dos pulsiones básicas: el sexo y la muerte. Existe otro Gaspar Noé, uno más íntimo y hasta sensible. Aquel que se asomaba en Love, su película romántica con sexo explícito en 3D donde la provocación con una eyaculación en tres dimensiones a veces tapaba sus intenciones. Su madurez como director ha alcanzado la cima en Vortex, que se estrena en cines este viernes tras ganar el premio de la sección Zabaltegi del pasado Festival de San Sebastián. 

Un filme donde cuenta el final de una pareja (Dario Argento y Françoise Lebrun), que han vivido toda la vida juntos y que ven cómo la enfermedad y la muerte llaman a la puerta de su felicidad. Un filme que no tiene su provocación, pero que vuelve a ser otro bofetón por su capacidad de conmover desde la verdad.

Todo el mundo cuando ve Vortex dice lo mismo, este es el Gaspar Noé más maduro, ¿ha cambiado?

El tema de la película no se prestaba a incluir escenas de sexo ni de drogas ni que nadie descuartice a nadie. Hay drogas, pero drogas legales. Es la historia de un Titanic colectivo.

Sin embargo, sí que hay un tema que se repite en sus películas y que aquí se convierte en el centro: la muerte.

Más que la muerte, es el paso del tiempo y la inutilidad de la experiencia humana. Todo ese ego que uno va inflando, pero que cuando llega la muerte todo desaparece conjuntamente. Más allá de que el personaje de ella esté senil, más allá de que él fuera un crítico de cine, todo lo que juntaron en toda su vida termina en la basura, y también el hijo como heredero moral de su padre, que lo único en lo que piensa es en drogarse y ni siquiera sabe cuidar de su hijo. Es como el fin de una raza.

En la película se incluye la fecha de nacimiento de los actores y la suya. Y se deja un hueco para la del fallecimiento. ¿Es una película sobre el tiempo?

Y sobre la mortalidad de todo el mundo. Cuando uno nace empieza la cuenta atrás, pero no sabes si será de 40 años o de 80 años. Yo estuve a punto de fallecer hace año y medio de un derrame cerebral y quizá me hubiese ido antes que mi padre, que tiene 88 años. Cuando uno ve la fecha de nacimiento en la película, inmediatamente está esperando que salga la fecha de salida también.

Una amiga mía tenía una abuela, la llevaron a un hospicio y le dio tanta pena que dejó de comer y murió. Le dije que se había suicidado, pero ella decía que no

Gaspar Noé Director de cine

Vortex también reflexiona sobre el miedo a morir solos.

La gente a la que vi morir en mi vida, de cerca, murieron en hospitales. Nadie habla tampoco del suicidio tras ver esta película, en ningún artículo se menciona. Una amiga mía tenía una abuela a la que amaba, la llevaron a un hospicio y le dio tanta pena que dejó de comer, murió de inanición. Le dije que se había suicidado, pero ella decía que no.

En estos años de pandemia se ha puesto el foco en la situación de los mayores, ¿cree que la película se percibe de otra forma por lo que hemos vivido estos años? 

Esta película no la hubiera hecho hace 20 años. La he podido hacer porque viví una situación similar con mi madre hace ocho años y vi la muerte de Philippe Nahon, mi actor, de COVID el año pasado, y la de Fernando Solanas. Vi muchos entierros, muchos discursos. La película me resultó fácil de hacer porque estaba en ese mundo cuando la concebí en diciembre de 2020 y la filmamos en abril y mayo de 2021.

Siempre que se menciona su nombre se dice la palabra provocador, ¿le preocupa no serlo más?

Lo que provoca esta película es depresión. Hay quien dice que es mi película más dura. De Irreversible o de Clímax puedes hasta divertirte, pero esta te tira para abajo. Me divierte ver a amigos que salen tan deprimidos, que ni me saludan cuando se van y me llaman dos días más tarde para llorar por teléfono.

Los protagonistas de esta película son un matrimonio mayor que han pasado toda la vida juntos, ¿qué piensa de las relaciones, cree en el matrimonio?

Mis padres vivieron en los años 70 con gusto. Cuando apareció la píldora, explotaron casi todas las parejas salvo las que dijeron: “El mundo es más libre de lo que nos enseñaron”. Las parejas abiertas no existen realmente. Hay parejas que cierran los ojos, que dicen “hay que vivir el momento histórico”. Mis padres eran así, se metieron en muchos líos. Se separaban, se juntaban… pero finalmente llegaron a pasar más de 50 años juntos y festejaron las bodas de oro. Tuvieron una vida de pareja muy tumultuosa, pero lograron llegar hasta el último día juntos y mi padre, cuando se murió mi madre, siguió haciendo su vida. No eran una pareja conservadora y la pareja de la película tampoco.

En la película nunca se nombra la demencia, no se dice la palabra Alzheimer, ¿por qué?

Suena a palabra alemana, me hace pensar en los campos nazis. Hay gente que dice que simplemente es la edad, y es cierto que hay muchas enfermedades parecidas a esta que no lo son, así que pensé que era mejor no hablar de ella.

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