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Los “cuchillos del desierto”, obras de artesanía recicladas y rentables

Los "cuchillos del desierto", obras de artesanía recicladas y rentables

EFE

La Paz (México) —

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Los llamados “cuchillos del desierto”, realizados a partir de metales reciclados, se han convertido en un emblema de la mexicana Península de Baja California tanto por su belleza como porque suponen un sustento económico para las familias de una región árida para la agricultura.

Enclavada en la Sierra de La Giganta, en el noroccidental estado de Baja California Sur, la comunidad de Las Ánimas es el hogar donde los herreros transforman a golpe de yunque partes viejas de automóviles y cualquier metal en elaborados machetes, navajas, dagas y cuchillos.

La técnica de forjado ha sido transmitida sucesivamente entre las generaciones que han vivido en dicha comunidad.

“Se siente bien porque de alguna manera sabes hacer la artesanía y sacas para comer; esa es una ventaja. Decía mi abuelo que el saber no estorbaba”, relató a Efe Adán Higuera, un herrero que aprendió el oficio de su padre a los 10 años.

Los objetos más utilizados para la elaboración de los “cuchillos del desierto” son la suspensiones de coches viejos, que son forjadas a altas temperaturas para dar lugar a bellos y efectivos cuchillos considerados obras de arte en la zona.

Higuera forja entre tres y cuatro cuchillos al día, aunque en algunas ocasiones las piezas con acabados más finos pueden conllevar una jornada entera de trabajo.

La técnica de los herreros de Las Ánimas consiste en aplicar calor al metal con carbón al rojo vivo y dar forma con estratégicos golpes de yunque.

“El acero para poder trabajarlo tiene que estar al rojo vivo porque así en frío no lo puedes trabajar. Tampoco lo puedes dejar pasar de ahí porque se te quema. Hay que golpearlo a puro golpe de martillazo”, explicó Adán.

Su hijo Édgar, de 13 años, sigue sus pasos n la elaboración de los cuchillos. Por el momento, se encarga de las fundas de las piezas y espera que algún día pueda forjar el metal como su padre.

“La tradición va siguiendo, uno ya aprendió; o sea uno ya nació viéndolo pues no se le hace tan difícil, pero está bien aprender”, exclamó ilusionado Édgar.

La elaboración de los “cuchillos del desierto” es una profesión que permite ganarse la vida a algunas familias de la zona, pues el árido paisaje impide otras actividades económicas como la agricultura, que solo es rentable durante la fugaz época de lluvias.

Asimismo, la producción de los cuchillos ayuda a la conservación de la flora silvestre, ya que las familias no tienen que explotar las maderas de los árboles de la sierra para sostener sus hogares.

“En esta región, a diferencia de otras partes del país y del estado, es imposible que puedan depender principalmente de un recurso natural o de una actividad productiva como tal”, sostuvo Francisco Olmos, coordinador de la sociedad de historia natural Niparajá.

La forjadura de dagas y cuchillos “provee los ingresos a esta comunidad en una región de aridez y poca disponibilidad de agua y recursos forestales maderables”, añadió.

Según datos de la Comisión Nacional Forestal, en Baja California Sur se estima que todavía existen alrededor de 20 herreros de la Sierra La Giganta que mantienen viva esta tradición.

Los cuchillos y otras artesanías se comercializan en mercados de las comunidades cercanas y ciudades como La Paz, capital del estado, donde según las características de la pieza los precios oscilan entre 5 y 100 dólares.

Debido a su fama y su calidad, es común encontrar “cuchillos del desierto” en los hogares de Baja California Sur.

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