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La Pegatina “hiere de guerra” a Madrid en una noche perfecta

La Pegatina en su parada en Madrid por la Joy Eslava \ A. Navarro

Alejandro Navarro Bustamante

Madrid —

Confeti y serpentinas. Ska y rumba a ritmo de guitarra, trompeta y acordeón. Jugar un improvisado partido de basket o una tanda de penaltis a Movidito (percusionista). La Pegatina ha encontrado la fórmula perfecta para hacer llegar su nuevo disco al público: montar en una discoteca toda una fiesta popular.

La banda catalana arranca con muy buen pie una pequeña gira de presentación de disco por las principales capitales de provincia del país. Se lo pasan bien y consiguen transmitir ese sentimiento a su público. Los hechizan y lo que ellos digan que se haga, el público lo repite. Y es que es inevitable no ponerse a bailar con temas tan míticos como Olivia, Lloverá y Yo veré, Miranda o Muérdeme. Olvidamos el miedo a lo desconocido que nos puede causar Revulsiu cuando podemos escuchar canciones tan pegadizas como Ni chicha ni limoná, Celestina, La Sombra o su single Heridas de guerra.

La Pegatina es esa fiesta que inspira la típica barraca del pueblo en verano... pero incluso, va más allá. Más de dos incansables horas sin dejar de bailar y saltar con sus bailes en ska, sus palmeos rumberos dejando hueco incluso para alguna necesaria balada melancólica al son de Alosque o La ciudad de los gatos negros. Y digo necesarias porque es el mejor momento para coger aire del poco rato que la banda te deja respirar.

Revulsiu, un título muy acertado. Revulsiu, “Aquél o aquello que está en condiciones de de modificar algo”, “que produce una reacción profunda y rápida”. Casi doce años de carrera y no han perdido ni esa energía ni esa frescura con la que llegaron a nuestros oídos. Siguen siendo Tomasín, el gat rumberu o los hijos de esa mujer tan fiestera del pueblo.

El grupo despedía su particular fiesta al compás de luces, ritmo y más confeti. Pero la gente no se quería ir, se sentían vacíos y querían más gritando al ritmo de: “¡No estamos todos, falta Mari Carmen!”. Y fue inevitable. Adrià, Ovidi, Ferran, Axel, Romain, Sergi y Ruben volvían a enfundarse los instrumentos para superar aún más su cierre y el agradecimiento a los asistentes. Tan agradecidos que acabaron tocando en la misma pista entre su público.

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