Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
¿Cómo ha votado cada municipio de Catalunya desde 1980?
La acampada por Gaza culmina su segunda semana: “Seguiremos”
Opinión - Eurovisión y Europa, hundidas de la mano. Por Rosa María Artal
LOS DISCOS DE LA SEMANA

Foo Fighters: música “molona” sin huella profunda

Luis J. Menéndez

Foo Fighters

Foo Fighters

Concrete and gold

RCA / Sony

ROCK

7/10

Quién iba a decirle a Dave Grohl cuando aporreaba los parches en Nirvana que terminaría liderando a la banda de rock clásico más importante del mundo. Cualquiera que haya asistido a uno de sus conciertos recientes -el que dieron en el festival madrileño Mad Cool, sin ir más lejos- sabe que eso es así: son capaces de movilizar masas que llegan desde cualquier rincón del mundo y, tras más de veinte años de funcionamiento, manejan un repertorio que amenaza con medirse a Bruce Springsteen, al menos en lo que a duración del espectáculo respecta.

La banda que acompaña a Grohl la componen músicos que pasaron por algunas de las bandas más relevantes del rock alternativo norteamericano desde los años del punk en adelante, nombres como The Germs o Sunny Day Real Estate. Y a pesar de ello, Foo Fighters han renunciado a dejar una huella verdaderamente profunda que les señale como referentes históricos del género, a la manera en que lo hicieron en su día Led Zeppelin, Black Sabbath, la Creedence Clearwater Revival o, mismamente, Nirvana.

Su noveno álbum, el siguiente paso tras ese pasatiempo con coartada televisiva que fue Sonic highways, no hace más que apuntalar esa sensación. En general, Grohl hace tiempo que ha renunciado a escribir canciones. En vez de eso lo que su banda ofrece es un dominio extraordinario de las dinámicas, un sube y baja contante que en sus momentos de mayor intensidad resulta apabullante. Es lo que tiene contar con músicos excelentes, medios de primera (produce Greg Kurstin, que en el pasado lo había hecho con Adele, Beck, The Shins o Lily Allen, entre otros) y un líder experimentado que, aun justo de talento compositivo, del negocio del rock sabe un rato largo. Llama a Paul McCartney para que grabe la batería de Sunday rain y justifica así su definición del disco como una suerte de “Motorhead versionando el Sgt Pepper”. Y paga su peaje social señalando el estado de la nación (norteamericana) en The Sky is a neighborhood y T-shirt, sin meterse tampoco en camisas de once varas.

El resultado de todo ello, precisamente calculado, servirá para que Foo Fighters mantengan su estatus de superventas y continúen encabezando sin competencia posible el cartel del macrofestival de turno. Tras presentar estas once nuevas canciones, Grohl seguirá ejerciendo de tipo enrollado, el único capaz de convocar a medio Rock & Roll Hall of Fame y tocarse unas versiones con ellos para asombro de todo el mundo. Pero, sintiéndolo mucho, los fuegos de artificio no encubren una verdad inapelable: que su música, “molona”, “cañera” y “de buen rollo”, no resiste comparación con la que han practicado los verdaderos referentes del género, los mismos a los que Grohl, tipo listo y fan del rock como el que más, apela constantemente.

Sparks

Sparks

Hippopotamus

BMG / [PIAS]

POP

8/10

La preciosa a la vez que surrealista portada de lo nuevo de Sparks, su primer disco en casi una década, traslada al terreno de lo visual su delirante universo sonoro. “Hay un hipopótamo en mi piscina, cómo llegó ahí, no lo sé. [...] Alguien debe estar gastándome una broma”, canta Russell en la canción que da título al disco. El delirio del sufrido propietario de la piscina va en aumento conforme comienza a encontrar otros objetos que inexplicablemente han llegado hasta allí: el libro de un autor anónimo, un cuadro de El Bosco, un microbús de marca Volkswagen con un conductor hippy dentro, Tito Andrónico con gafas de bucear y una mujer china portando un ábaco. La canción, tan absurda desde el punto de vista del planteamiento temático como exquisita (e igualmente excéntrica) en lo puramente musical, nos pone en situación: Sparks están de vuelta.

El caso de los hermanos Ron y Russell Mael es uno de los más fascinantes en la Historia de la música pop. Debutaron en 1972 con un disco homónimo producido por Todd Rundgren en plena efervescencia glam, el movimiento en el que inicialmente se les encasilló. Desde entonces su música ha transitado por caminos imprevisibles (canción, new wave, disco, musical, pop con mayúsculas...) manteniendo desde el primer día un sello intransferible que tiene mucho que ver con el falseto vocal de Russell y la composición al piano de su hermano Ron (el del bigotillo hitleriano). Las casi cinco décadas de actividad del dúo, lejos de agotar el discurso, han servido para que su legado haya sido redescubierto y reivindicado por bandas como Franz Ferdinand, que recientemente convocaron al dúo para una aventura bautizada FFS. Proyectos como ese o el musical radiofónico para la Radio Pública sueca, The seduction of Ingmar Bergman, les han mantenido ocupados en los últimos años y por eso Hippopotamus es un disco especialmente esperado.

A diferencia de otras ocasiones, Hippopotamus no es un álbum conceptual y ni siquiera mantiene la coherencia sonora de sus discos del siglo XXI, Lil' Beethoven (2002), Hello young lovers (2006) o Exotic creatures of the deep (2008), marcados por lujosos arreglos orquestales. Grabado junto a cinco músicos recuperando el formato de banda, quizá este trabajo sea el que pasa revista a las múltiples caras de Sparks. Desde obsesiones recurrentes como ese socarrón homenaje al cine de autor europeo con colaboración de Leos Carax incluida (When you're a french director), amagos de pop cabaretero y la trágica grandilocuencia de Life with the macbeths (con la colaboración de la soprano Rebecca Sjöwall).

Amateur

Amateur

Debut!

Sony

POP

9/10

Cuando hace unos meses Amateur se presentaron en sociedad con el EP El golpe, el reencuentro con Mikel Aguirre, José Luis Lanzagorta e Iñaki de Lucas (todos ellos vinculados de una manera u otra forma a La Buena Vida) resultó doblemente emocionante. Por un lado porque el espíritu de una de las bandas esenciales del pop español estaba muy presente a lo largo de aquellas cuatro canciones. Pero también porque esa suerte de himno que se encargaba de titular el disco se convertía, además de en anuncio de su retorno, en un homenaje a su antiguo compañero Pedro San Martín, fallecido en accidente de tráfico en 2011.

El espíritu de San Martín sobrevuela a lo largo de todo un disco con el que Aguirre, Lanzagorta y De Lucas definitivamente ponen a funcionar este proyecto. Debut está dedicado a su memoria y, además de recuperar El golpe, otra de las canciones más bonitas del disco -San Martin blues- se convierte en el mejor regalo posible a la memoria de quien fuera compañero de grupo y, por encima de todo, amigo.

De hecho hay algo paradójico en titular Debut a un álbum que, por mucho que lo sea, de principio a fin mantiene un tono melancólico, más propio de quien se frena a hacer balance en vez de a mirar al futuro. Sueños que se convierten en infiernos, tiempos perdidos que definitivamente se van para no volver, relaciones que nunca serán lo que fueron... Un regalo de Rafael Berrio en forma de letra, Dulce final, incluso anuncia una despedida. Lo hace con el regusto a decadencia romántica que caracteriza al cantautor donostiarra, quien un par de décadas atrás fue compañero de Lanzagorta y de Lucas en la banda Amor A Traición.

Con la ayuda de Joserra Senperena en los arreglos orquestales, colaborador necesario ya en los mejores momentos de La Buena Vida, y con la aparición estelar de Irantzu para cantar Lo que nunca tuvo que pasar, Debut invoca la magia de Soidemersol, Panorama o Hallelujah. Compositivamente puede que no se encuentre a la altura de los momentos más inspirados de aquellos, pero es de justicia señalar que ningún disco de La Buena Vida destilaba una emoción tan madura, sincera y profunda como esta colección de canciones.

Odesza

Odesza

A moment apart

Foreign Family / Ninja Tune / [PIAS]

POP ELECTRÓNICO

6/10

Su historia es tan convencional que hasta sorprende que no se repita más a menudo en las bios de jóvenes bandas de todo el mundo. Harrison Mills y Clayton Knight se conocen en la Universidad de Seattle. Uno estudia matemáticas, el otro diseño gráfico, aunque lo que verdaderamente les apasiona a los dos es la música electrónica, producir canciones con su ordenador. Y hasta el momento el resultado de esa pasión son tres discos con los que progresivamente han ido escalando reconocimiento y posiciones en los charts norteamericanos de dance music.

Como es lógico, paralelamente al aumento de su prestigio las colaboraciones vocales han ido subiendo de nivel: aquí nos encontramos entre otros a Regina Spektor, Leon Bridges o Ry X. Lo que es un arma de doble filo: la colaboración de Leon Bridges, por ejemplo, se convierte en una balada blandita, demasiado atenta a no perjudicar las características vocales del nuevo divo soul.

En sus momentos más interesantes, aquellos en los que sus habilidades como productores no se encuentran condicionadas por la estrella invitada de turno, Odesza juegan un papel similar al del Moby de la década de los noventa: artesanos del dance con habilidad para componer piezas emotivas a la vez que bailables. Comparen por ejemplo el tema que da título al disco con canciones tan emblemáticas aún hoy como Porcelain o Why does my heart feel so bad.

Prophets Of Rage

Prophets Of Rage

Prophets of Rage

Concord / Music As Usual

CROSSOVER

6/10

Hay ocasiones en las que la música podría resumirse en una fórmula matemática, y el “caso” Prophets of Rage es una de ellas. Superbanda compuesta por los Rage Against The Machine Tom Morello, Brad Wilk y Tim Commerford; los Public Enemy Chuck D y Dj Lord y el Cypress Hill B-Real, el resultado de la suma de sus miembros equivale exactamente a lo que nos encontramos en este disco de debut.

Morello y quienes han sido sus compañeros de fatigas desde los lejanos noventa repiten una y otra vez las progresiones instrumentales que hicieron de Rage Against The Machine la banda de crossover más relevante de su tiempo con permiso de Red Hot Chili Peppers.

Los (escasos) matices los aportan los rapeos duros, enfadados, marca de la casa de Chuck D y B-Real, con un discurso que una vez más parece dispuesto a dinamitar el establishment. Public Enemy estuvieron a punto de conseguirlo y hasta en cierto modo podría decirse que lo hicieron en los lejanos tiempos de It takes a nation of millions to hold us back. RATM no llegaron tan lejos, pero cuanto menos pusieron banda sonora a la rebeldía juvenil con una serie de himnos generacionales.

En comparación con todo aquello, lo de Prophets Of Rage no pasa de una reunión de amigos en el mejor de los casos o de una maniobra a la desesperada para arañar minutos de atención, ahora que las cosas del negocio les vienen mal dadas -especialmente triste ha sido el paso de Public Enemy por nuestro país en los últimos años-. Y es que, pocas cosas más contrarrevolucionarias que la nostalgia.

The Dream Syndicate

The Dream Syndicate

How did I find myself here?

Anti / [PIAS]

POP

8/10

La portada de How did I find myself here?, el primer álbum en treinta años de The Dream Syndicate (ojo, no confundir con el colectivo formado por La Monte Young en los sesenta), remite directamente a su disco más reverenciado, su debut de 1982 The days of wine and roses. De la formación que grabó aquel álbum aún permanecen Steve Wynn (voz, guitarrista y principal compositor) y el batería Dennis Duck, mientras la bajista original Kendra Smith hace una aparición para interpretar el tema de cierre, Kendra's dream. Ese tema es el que más claramente conecta con el espíritu original de la banda, con ese aroma psicodélico y “velvetiano” surgido en plena efesvescencia punk.

Con el tiempo y las progresivas deserciones de sus compañeros, Wynn, que en el año 2000 llegaría a registrar un disco junto a los asturianos Australian Blonde, fue virando el sonido de la banda a territorios menos nebulosos y más fieles a la tradición rockista y guitarrera norteamericana. En esa línea de guitarras furiosas sobre una base rítmica, pétrea por momentos, se mueve el grueso de un retorno que ha tardado en llegar cinco años desde las primeras maniobras de reunión. Más que suficiente para satisfacer las demandas del nutrido número de fans de una de las bandas que junto a R.E.M., Replacements y Hüsker Dü con sus primeros movimientos, ayudó a redefinir el rock norteamericano de su tiempo.

Etiquetas
stats