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TDeK: 30 años de la banda pionera del hardcore en España

Portada del disco aniversario de TDeK

Pedro Bravo

A veces la cara B es la mejor del disco. Y TDeK es una buena manera de demostrarlo. Aunque en su momento los medios sólo le prestaran atención para escandalizarse y esparcir duda y malestar sobre el género, el punk pegó duro en España en los 80. Y sigue pegando, porque aún hoy se pueden apreciar —en asuntos musicales y en otros que no lo son no tanto— la ética y la estética de grupos como Cicatriz, Eskorbuto, La Polla Records, Kortatu, Decibelios o Desechables. Grupos que pueden ser considerados como la cara A del punk de aquí de entonces y que, mayoritariamente, venían del País Vasco y Cataluña.

En ese momento, se suponía que Madrid estaba enamorada de la moda juvenil, y por eso dedicada en cuerpo y alma a la Movida, y que eso de cantar con tachuelas en la garganta era cosa de territorios norteños. Nombres como La UVI, Espasmódicos, Toreros After Olé, Larsen y Panadería Bollería Nuestra Señora del Karmen demostraban lo contrario a cada grito aunque la verdad es que el punk que más caló, incluso aquí en el centro, fue el de arriba.

Pero, con permiso de todos ellos, de los del norte y del resto del territorio, un grupo demostró que se podía ir mucho más allá. Y esto no solo lo digo yo, que lo digo bien convencido, sino que en su momento lo dijo nada menos que Jello Biafra, cantante de Dead Kennedys, candidato a alcalde de San Francisco y obsesivo coleccionista de música que les escribió felicitándoles y pidiéndoles más. Ese grupo fue TDeK.

TDeK eran distintos de sus coetáneos porque, mientras casi todo el punk de aquí se fijaba en lo que venía del Reino Unido —“si en Londres les pica un huevo, aquí todo el mundo se rasca”, cantaba La Polla Records—, tanto para las pintas como para los ritmos y las letras, ellos miraban también a otros lados. Su música era más rápida, más hardcore como el que hacían por esos mismos años bandas norteamericanas. No ya como la música de Dead Kennedys, evidente inspiración, sino también de MDC, Black Flag, DOA y otras tantas. De hecho, no sólo le cayeron en gracia a Jello Biafra, también fueron reconocidos como una de las bandas hardcore del momento por la radio gringa Turmoil y reseñados por Maximum Rock and Roll, el BOE de la escena americana. Sus letras, cantadas a velocidad de latigazo, se alejaban de la simplicidad y los tópicos del género y podían ser desde pequeños relatos de ficción hasta fotografías callejeras en blanco y negro pasando por denuncias contadas a su manera. Y su imagen y el diseño de portadas y carteles, a cargo del guitarrista J. Siemens, también brillaban. Esta es su historia.

Terrorismo Destrucción y Kaos

Terrorismo Destrucción y Kaos, que eso es lo que significa TDeK, nace de las humeantes cenizas de Espasmódicos, de donde se llevan su guitarra y su batería J. Siemens y Magüu para juntarse con Alfonso Cronopio (de Cronopio, fugaz grupete en el que también estuvo Magüu) y perfeccionar un sonido que ya era el más acelerado del lugar. Estamos en 1984, buen año para formar cualquier cosa punk a la salud de Orwell. Pronto se les une Manolo UVI, de La UVI, y en seguida sale su primer single. Compartido con Panadería Bollería Nuestra Señora del Karmen, TDeK mete —en la cara B, claro— dos trallazos: Interrogatorio e Israel. Recomiendo a los curiosos que no los conozcan que los busquen y los escuchen para comprender cómo podía llegar a golpear este grupo en esa fecha.

Un año después, ya sin Manolo UVI y con Paco Lanaquera (de Panadería Bollería…) al bajo, se publica Esto es una empresa capitalista, su primer largo, en el que terminan de desmarcarse del reto del punkorama a base de velocidad, pegada y su particular visión de las cosas. De este disco queda la que quizá sea, con Israel, su canción más conocida: La farmacia de mi barrio, cuya letra esconde el secreto de por qué les daba por tocar y cantar a toda pastilla.

En 1986 sale Carnevisión, un auténtico pelotazo y el disco que los define como pioneros de hardcore en España e innovadores del género fuera de aquí. Con un diseño minimal pero con estupendos detalles para el ojo observador, los trece cortes rompen las normas del género y se atreven a hacerlo propio. Hay velocidad, baterías que percuten y cambios de ritmo, pero también canciones que van al revés, historias de terror y venganza, una balada de amor prohibido y ganas de sonar bien y sonar distinto. Quizás por todo eso reclama la atención fuera y aquí no se le hace mucho caso. Desde luego, cuando uno recuerda el momento de poner el disco recién comprado le vuelve la sensación de no haber oído hasta entonces nada igual, ni siquiera en inglés.

Carnevisión y desmantelamiento

Después de Carnevisión, todo cambia pero TDeK sigue practicando el asubolismo. Alfonso se va a Estados Unidos a vivir otra vida y se quedan los tres, con Paco a la voz. Y se dedican a dejarse llevar por lo que les gustaba entonces. Por eso en A toda prisa, su disco del 87, suena en dos versiones Velocidad, una canción que tiene algo de hip hop pero también bastante de industrial y EBM, una pista de lo que vendría. Y lo que vino fue Como una pesadilla (1988), un disco inclasificable, con una portada hip hopera, con guitarras por todos lados pero también con rap, scratches y cajas de ritmo, rastros industriales y post punk y libertad absoluta. No es un discazo pero es un todo un ejemplo de a lo que jugaba TDeK: a lo suyo y sin prestar atención a la falta de atención. Porque es probable que las primeras canciones de rap publicadas en vinilo en España estuvieran en este disco pero ellos nunca se han puesto la medalla. Ni esta ni ninguna otra.

Así son Magüu y Siemens, los dos que siguen en la formación que toca esta semana en Madrid para celebrar los 30 años de existencia de TDeK y los que también llevan años dando vida a base de bolos a Espasmódicos, con Dani a la voz y Esteban al bajo, ambos también en esta reencarnación de TDeK. Uno, que les conoce desde hace no mucho pero suficiente, nunca les ha oído ni lamentarse ni ponerse en valor ni nada. Simplemente viven sus vidas y, cuando tocan, siguen haciendo eso que tan bien definió Siemens en una entrevista añeja: “Ruido concreto y exquisito para oídos torpes”.

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