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DISCOS DE LA SEMANA

Un paseo exótico con Yo La Tengo por territorios casi inexplorados

Luis J. Menéndez

Yo La Tengo

Yo La Tengo

There Is a Riot Goning onMatador / Popstock!POP EXPERIMENTAL7/10There Is a Riot Goning on

En la última década, Yo La Tengo han espaciado sus lanzamientos discográficos y también las giras, en parte por algún que otro problema de salud de Ira. Ha sido un tiempo en el que se han permitido (más que nunca) ser fieles a sí mismos y sus caprichos: su último disco hasta hoy, Stuff Like That There (2015), era esencialmente un álbum de versiones ajenas y de material antiguo de la propia banda.

Antes podemos esperar un paso atrás en su actividad más mediática -algo que en cierto modo ya ha empezado a ocurrir- que en sus fiestas con amigos, los conciertos con motivo del Hanukkah o las colaboraciones con la emisora de radio independiente WFMU.

A There Is a Riot Going on hay que ponerlo bajo esa lente. Aún siendo el trío de New Jersey un magnífico ejemplo de libertad creativa a lo largo de toda su carrera, su nuevo lanzamiento es exactamente aquello que Yo La Tengo querían que fuera. Lo que no necesariamente ha de coincidir con nuestras propias expectativas sobre el grupo.

Siendo extremadamente básicos a la hora de analizar a una banda que lleva casi 35 años en activo y ha publicado hasta la fecha 15 LPs, podríamos decir que el legado de Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNew se puede dividir entre los momentos de calma y aquellos otros de furia. Y There Is a Riot Going on encaja de lleno en esa primera categoría.

Tampoco es que vayamos a encontrar aquí aquellas sensacionales baladas con las que nos enamoraron a la altura del Painful. Su nuevo trabajo surge de otro lugar. Dominadas por los sintetizadores y entre peculiares relecturas de la exótica, la bossa nova, el bubblegum o incluso el avantgarde, como una suerte de versión americanizada de sus buenos amigos Stereolab, estas quince canciones vuelven a demostrar la habilidad de la banda para, todavía hoy y aún lejos de su mejor momento, conducirnos de la mano a territorios semi-inexplorados.

 

Creep Show

Creep Show

Mr. DynamiteBella Union / [PIAS]AVANT-POP★Mr. Dynamite

7/10

Tras el elegante crooner postmoderno que se exhibe en los discos publicados por John Grant en solitario, se esconde un verdadero apasionado de la EBM, la primera oleada industrial y el misticismo característico de formaciones como Coil, Death In June y otros representantes del “reverso oculto británico” -England's Hidden Reverse es el título de un libro a propósito de esa escena a medio camino de lo musical y lo esotérico-.

Así, no es de extrañar que en este nuevo proyecto Grant se haya vinculado a los músicos de Wrangler, por sí solo una suerte de supergrupo con Stephen Mallinder (Cabaret Voltaire), Ben Edwars (Benge) y Phill Winter (Tunng).

El resultado de esta aventura puede reducirse a matemática pura. La fórmula Wrangler + John Grant da como resultado inequívoco Creep Show: electrónica a medio camino de lo ácido y lo industrial, con tintes oscuros y al mismo tiempo un curioso sentido de lo lúdico.

Son en total nueve canciones con reminiscencias ochenteras, conectadas con la etapa multinacional de los Cabaret Voltaire. En ella, la aportación de Grant es en unas ocasiones filtrada y ensuciada por los juguetes de sus compañeros; pero en otras se sitúa por encima de la mezcla con su inconfundible chorro de voz. Un trabajo de nicho, dirigido a un tipo de público muy determinado que poco o nada tiene que ver con aquellos que llegaron hasta Grant por su faceta confesional. Pero no por ello menos valioso.

 

Dungen & Woods

Dungen & Woods

Myths 003Mexican Summer / Popstock!PSICODELIA7/10Myths 003

El festival Marfa Myths, que tiene lugar todos los años en Nuevo Mexico, se ha convertido en un referente para todos los aficionados a la psicodelia contemporánea. A partir de una idea que va más allá de la mera programación de conciertos y que apuesta por la ecología, el activismo y las conexiones con otras disciplinas artísticas, otra de las peculiaridades del evento consiste en la existencia de una residencia anual que promueve la interacción entre dos bandas/artistas que termina traduciéndose en un disco conjunto.

La primera de esas experiencias la vivieron un padre y su hijo -Connan y Ade Mockasin-, la segunda Cate Le Bon y Bradford Cox, y en esta tercera ronda los elegidos son los suecos Dungen junto a los neoyorquinos Woods.

La asociación de ambas bandas no puede a priori extrañar a nadie. Desde diferentes presupuestos los dos llevan algo más de una década profundizando en las múltiples posibilidades de un género, el psicodélico, que Woods han afrontado las más de las veces desde una perspectiva más campestre, frente a la electricidad psych y algo progresiva que caracteriza buena parte de la discografía de Dungen.

El encuentro se salda en tablas y con una buena noticia: si lo habitual en este tipo de colaboraciones puntuales es que los protagonistas se los quiten de encima tirando de improvisaciones, estos treinta minutos repartidos en siete piezas mayormente instrumentales apuestan abiertamente por las canciones.

 

Hot Snakes

Hot Snakes

Jericho SirensSub Pop / Popstock!PUNK ROCK9/10Jericho Sirens

Hot Snakes celebran su aterrizaje en Sub Pop con la reedición de los discos editados originalmente en su propio sello y con un nuevo ejercio de rock virulento y sobrexcitado, el primero tras doce años de parón. Y todo tiene sentido, en primer lugar, porque Sub Pop ha sido la casa de una de las dos principales cabezas pensantes del proyecto, Rick Froberg, con su otro proyecto, Obits.

Pero es que el sello de Seattle, padrino del grunge y de sus múltiples ramificaciones, perfectamente podría haber albergado proyectos tan abrasivos como Drive Like Jehu o Rocket From The Crypt, ascendientes directos en el arbol genealógico de Hot Snakes y formaciones que han ayudado a definir y evolucionar el punk rock de los últimos veinticinco años.

El caso es que estamos aquí y ahora, atendiendo al retorno de esta banda de cincuentones de San Diego que llevan más de una década sin publicar material como Hot Snakes y que en los últimos tiempos se han dedicado a actividades siempre susceptible de sospecha, como la reunión de grupos que abandonaron cuando todavía eran jóvenes.

Parece lícita la sombra de la duda: ¿son estos cinco tipos todavía capaces de arder y (lo que es más importante) de provocar la ignición de su potencial audiencia? La fotografía del bajista Gary Wood surfeando en la portada del disco parece la respuesta inmediata de Hot Snakes a unas dudas tan comprensibles. Y la dedicatoria del disco a Malcolm Young (AC/DC) y a Fred Cole (Dead Moon), otra pista a tener en muy cuenta.

Porque, sí, en 2018 Hot Snakes son, más que nunca, una apisonadora de hacer rock'n'roll malencarado y desquiciado. Lo que, aunque parezca contradictorio, resulta una verdadera delicia.

 

Pedro Ladroga

Pedro Ladroga

DRWTSN32.exeUtopic RoyalTRAP★DRWTSN32.exe

7/10

Un paseo por www.ladrogalab.com da la medida de la desbordante capacidad de trabajo (y talento) de este joven sevillano que, aunque fuera de foco la mayor parte del tiempo, se ha convertido en uno de los principales referentes de la revolución que la música urbana ha propuesto en este país de un tiempo a esta parte.

Pero ocurre que Pedrito, ese joven escuchimizado que produce música de forma obsesiva mientras consume sustancias alucinógenas de forma igualmente compulsiva (o al menos eso nos dicen sus canciones), ha decidido dar el salto a Madrid para darle un empujón a su carrera.

En su caso no puede presumir del “contrato más caro de todo el gremio”, pero los cambios (un manager, distribuidora y los nuevos aires) han sido suficientes para que en su nueva colección de canciones se aprecie un paso adelante, vocación de trascender más allá del timeline de los cuatro enterados de turno.

Publica al mismo tiempo un EP junto a la trap starlette Maria Sioke en el que ensayan la fórmula chico-chica y un nuevo largo, este DRWTSN32.exe en el que los ambientes casi opiacios de costumbre dan paso a nuevas estructuras. Algunas tan rotundas como Foll_arte o Kita Kita, en la que amaga con lanzarse de cabeza a las aguas del drum'n'bass.

A diferencia de otros compañeros de generación y de género musical, las referencias (constantes) a las drogas no entran en terrenos de desafío gansta. Al igual que otros elementos reconocibles de su música, como son los guiños a la tecnología informática o a la sexualidad fluida, la distorsión de la realidad provocada por las sustancias se convierte aquí en un elemento distintivo, casi costumbrista, que define el universo de Pedro y el de muchos otros jóvenes.

A partir de esos referentes, ha conseguido levantar todo un corpus artístico, aún susceptible de crecer y mejorar -a la producción le falta cierta pegada- pero singular y valioso.

 

Perro

Perro

Trópico lumpenMiel de MoscasROCK★Trópico lumpen

8/10

Se han ganado a pulso el estatus que actualmente disfrutan en el panorama del rock (ya no tan) alternativo nacional. Ni por su procedencia periférica ni por su personal propuesta, que tiene que ver con militantes del underground como Cuello o Betunizer, resultaba sencillo pronosticar el crecimiento de una banda que con su tercer álbum hasta se plantea saltar fuera de España.

Es cierto que el humor torcido que exudan sus canciones y hasta esa retranca que exhiben en directo les ha granjeado las simpatías de cuantos se han cruzado en su camino. Pero ha llegado el momento de ir un paso más allá y que los Perro sean algo más que esos cuatro murcianos “colgaos” que usan y abusan del cencerro y dedican una canción a Valeri Karpin.

Trópico lumpen es en realidad un disco continuista en el que reconocemos sin dificultades a la banda de Tiene bacalao, tiene melodía (2013) o Estudias, navajas (2015), un pequeño paso más en su evolución en pos de un sonido más rápido y compacto.

En ese sentido, parece que Perro han entendido que su evidente madurez como instrumentistas pasa por composiciones con una apabullante base rítmica. En estas, progresivamente han ido olvidándose de aquella psicodelia absurda y entrañable, de la escuela de El Niño Gusano, que todavía estaba presente en su disco de debut. La consecuencia de ello es que con cada nuevo disco, y más concretamente con este Trópico lumpen, Perro apabullan más que enamoran. O tal vez nos enamoran a base de apabullarnos.

 

Soleá Morente

Soleá Morente

Olé LoreleiEl Volcán / SonyFLAMENCO POP5/10Olé Lorelei

Con su debut discográfico propiamente dicho, Tendrá que haber un camino (2015), la pequeña de la saga de los Morente recuperó una figura cada vez más inusual: la intérprete que canta canciones ajenas pero mantiene un absoluto control artístico sobre el resultado final. Aquel disco se beneficiaba, además, de una reunión de músicos con universos interconectados: Los Planetas, La Bien Querida, Grupo de Expertos Solynieve,…

La fórmula se repite en su segundo largo, aunque toca un cambio de tercio en lo que a los firmantes de los temas y la producción se refiere. Alonso Díaz, líder de los también granadinos Napoleón Solo, firma la producción de álbum en el que se busca desesperadamente una heterodoxia por momentos deconcertante.

Lo flamenco sigue estando presente, arrimándose puntualmente a la tradición en Grandes locuras o el fandango Por tu querer como un niño. El experimento en miniatura que es La misa que voy yo, modificando la voz de Soleá con un efecto de autotune en un contexto de flamenco clásico, ya resulta difícilmente explicable. No todo vale en pos de la experimentación, y hay ocurrencias que sólo cabe calificar como malas ideas.

Pero es que el resto del disco, aquel que realmente marca la medida de lo que es Olé Lorelei, igualmente resulta un experimento fallido en sí mismo. Entre la tecno-rumba a la manera de Camela y el intento por acercarse al torrencial flamenco-funk de Las Grecas, el disco se convierte en un quiero y no puedo, una declaración de intenciones simpática en el mejor de los casos y que, siendo menos benevolente, entra en el terreno de lo hortera.

En su ambición por conseguir reunir un puñado de hits que puedan sonar por igual en el equipo doméstico que en la pista de baile, fallan las canciones y, lo que casi resulta más doloroso, la lealtad a una Soleá cuyas limitaciones volcales quedan al descubierto en más de una ocasión. Ha de reconocérsele la ambición, pero desgraciadamente es un trabajo fallido.

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