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Rosa Parks se 'muda' a Berlín

Rosa Parks

elDiarioes Cultura

Ir contra las normas establecidas es a veces la chispa adecuada. Rosa Parks tuvo esa buena beligerancia, pero parece que la historia -y las instituciones bajo crisis- no perdonan. Y su casa, historia americana, a punto ha estado de ser derribada... pero el arte ha hecho de las suyas.

Ryan Mendoza, un artista neoyorquino, en vista de que las autoridades de Detroit planeaban una limpieza de la ciudad que se llevaría la casa por delante, ha trasladado el domicilio de la activista por los derechos humanos al distrito de berlinés de Wedding.

Seis meses le ha llevado el empeño, pero la madera entre la que vivió aquella mujer que se negó a ceder su asiento por ser negra no se perderá. Rosa Parks ha de ser recordada. Su lucha, ejemplificada en aquel autobús en Montgomery, Alabama, 1 de diciembre de 1955, donde no se inclinó de nuevo ante la segregación racial, la convirtió en icono. Luego vino su amistad con Martin Luther King, su activismo por los derechos civiles y su búsqueda de una igualdad real.

La crisis financiera de 2008 y la precaria situación económica de Detroit hizo que la de Parks y miles de casas más fueran abandonadas por aquella barrabasada que eran las hipotecas de alto riesgo. Desde los despachos se pensó que limpiar la ciudad sería una solución. Por lo visto, era una nimiedad que allí hubiera vivido la primera mujer -y segunda persona afroamericana- cuyos restos fueron honrados en la Rotonda del Capitolio.

“Es precioso, no tiene precio”, dijo, en declaraciones a The Associated Press, Rhea McCauley, sobrina de Parks. “[Su legado] estaba siendo maltratado y así es como lo sentí. Cuando conocí a Ryan y me dijo 'vamos a traerla a Berlín', dije que sí”, añadió.

Entre un edificio residencial y un aparcamiento, Mendoza ha ido reconstruyendo palmo a palmo la casa. En verano de 2016 él y unos voluntarios desmantelaron en Detroit la vivienda, la metieron en contenedores y la enviaron a su estudio como quien se sabe enviando una carta que cambiarás las cosas.

“Hubiera sido difícil si no hubiera querido hacerlo, pero yo quería este proyecto tanto que fue una continua alegría. Cada día que veía algo terminado en la casa era un día que había cumplido con algo maravilloso en mi vida”, se enorgullece el artista.

Fue su sobrina Rhea quien tuvo que comprar la casa (500 dólares es el precio de un pedazo de historia) y donársela a Mendoza. Él espera poder devolver el hogar a EEUU algún día, aunque antes preferiría que la comprara alguna institución artística y que los beneficios fueran a la Rosa Parks Family Foundation.

El sábado pasado se presentó la casa al público. No se podía entrar, pero las luces interiores estaban encendidas y se proyectó una película sobre los últimos seis meses de trabajo del artista que realizó su esposa, Fabia.

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