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Marie Curie y Rosa Montero, cara a cara en un escenario para reflexionar sobre la pérdida y la igualdad

Escena de 'La ridícula idea de no volver a verte'

Miguel Ángel Villena

La científica Marie Curie (Varsovia, 1867-Passy, 1934) y la escritora Rosa Montero (Madrid, 1951) tienen dos grandes características en común: el sentimiento de pérdida por la muerte de sus parejas y la lucha por los derechos de las mujeres. A partir de estos paralelismos está construido el libro La ridícula idea de no volver a verte, publicado en 2013, y donde Montero reflexiona con una mezcla de géneros literarios sobre la muerte de un ser querido, sobre el vacío que deja, sobre una ausencia ya para siempre. Todo ello con el trasfondo de la biografía de Curie, dos veces galardonada con el Nobel, desde que fallece su marido, Pierre, en un accidente.

“Es un libro valiente, generoso y de amor por la vida, a pesar de que se construya con la perspectiva de una ausencia”, explica la actriz María Luisa Borruel que el próximo 4 de junio estrena en el teatro Fígaro, de Madrid, la versión teatral del libro con la dirección de Eugenio Amaya.

Cuenta la intérprete que su compañía, la extremeña Aran Dramática, andaba buscando algún texto de una escritora española contemporánea para llevarlo a escena. “En aquellos momentos”, recuerda, “escuché una entrevista con Rosa en la radio a propósito del libro y a partir de ahí no tuvimos dudas de que era la obra que necesitábamos”.

Planteada como el monólogo de una escritora que ha quedado viuda, con un cuarto de trabajo como espacio escénico, Amaya comenta que se abrían infinitas posibilidades de adaptación del libro y que optó por rescatar lo esencial en una representación que dura algo menos de hora y media.

“A Rosa Montero”, afirma, “le encantó la versión y, de hecho, vino a un preestreno que hicimos en Alburquerque. En realidad, solamente me dio dos indicaciones que se referían a cambiar el nombre del que fue su pareja y a la sustitución de una foto de la infancia del fallecido que se proyecta durante la representación”.

Desde entonces, en los últimos meses, han ensayado una y otra vez esta obra que obliga a un auténtico tour de force como suele ocurrir en los monólogos. María Luisa Borruel sonríe cuando se le pregunta si va pronunciando por la calle pasajes de la obra o si sueña por las noches con madame Curie. “Bueno”, aclara, “la verdad es que el montaje me ha obligado a una inmersión en la figura tanto de la escritora real como de Marie Curie. Para ello me sirvieron mucho las biografías y otro tipo de libros que Rosa me facilitó para estudiar la vida y la obra de la científica franco-polaca, una de las grandes pioneras en la lucha de las mujeres por la igualdad”.

En todo caso, la actriz extremeña tenía claro que los objetivos del monólogo pasaban por no imitar a la escritora, por no convertir el montaje en una conferencia y por destacar las conexiones entre la autora de La ridícula idea de no volver a verte con Marie Curie.

Periodista de larga trayectoria en el diario El País, novelista de éxito y con numerosos premios en su currículo, entre ellos el Nacional de las Letras en 2017, traducida a una veintena de idiomas, Rosa Montero ha rescatado en las últimas décadas a muchas sobresalientes mujeres difuminadas por la Historia. Una de ellas, sin duda, Marie Curie, ganadora del Nobel de Física en 1903 junto a su marido y del de Química en 1911 en solitario y la gran investigadora sobre la radiactividad. Como en tantas otras ocasiones y a pesar de su talento, Curie tuvo que afrontar los desprecios y escarnios de una sociedad machista que no le perdonó ni sus triunfos en Francia ni su independencia como mujer.

Eugenio Amaya destaca que la adaptación teatral ha mantenido en general la estructura del libro y la dramaturgia se ha limitado a resaltar lo fundamental de esos paralelismos entre dos mujeres que se plantean cómo abordar la pérdida de sus parejas.

“Quizá el riesgo a la hora de llevar el texto a escena”, señala el director, “pasaba por sobrecargarlo de emoción. Pero creo que María Luisa logra una emoción contenida que no se presta a una visión sensiblera del tema”.

Desde la mirada, pues, de dos mujeres, Borruel cree que la obra enlaza mejor con el público femenino y agrega que ha intentado transmitir todo aquello que le afectó a Marie Curie con la fórmula de hablar al público casi en un susurro. “Hemos querido también”, dice, “huir del panfleto, del mensaje plano, y observar los detalles”.

Expectante por la reacción del público que podrá asistir a las representaciones de La ridícula idea de no volver a verte todos los martes de junio y todos los lunes de julio en el teatro Fígaro, Amaya y Borruel confían en que esta versión resulte sugerente tanto para los espectadores que ya leyeron el libro como para los que se acercan por primera vez a esta trama de vidas cruzadas con el duelo, la muerte y el amor por la vida como trasfondo.

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