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Santiago Abascal llena en Valladolid y clama contra los medios “que manipulan” y “las autonomías”

Colas en el Centro Cultural Miguel Delibes.

Laura Cornejo

El líder de Vox, Santiago Abascal, llenó este lunes el Centro Cultural Miguel Delibes en Valladolid, con un aforo para 1.700 personas. Una hora antes de su llegada, en las inmediaciones se formaban colas, mientras la organización rechazaba a la prensa que no estuviese en “la lista”. Ni la amenaza de denuncia de los legionarios consiguió que dejase de sonar su himno 'El novio de la muerte' mientras se esperaba la llegada del líder. “Llevamos un poco de retraso”, advertía la organización.

Abascal no había llegado a Valladolid y 1.700 personas aguardaban dentro y otras 2.000 fuera. A las 20.15 apareció el “presidente”, que se dirigió a quienes le esperaban en los accesos, megáfono en mano. Allí soltó la frase que no dejó de repetir en todo el mitin: “nos han llamado borrachos, en la hoja de propaganda de Pedro Sánchez, en El País, nos han llamado borrachos”, advertía mientras la barra del interior del Miguel Delibes servía cañas y botellines sin descanso.

“Campaña violenta”

El arranque de su discurso fue Pedro Sánchez. “Permitidme que empiece responsabilizando a Sánchez del clima de violencia en toda España”, dijo. “Estamos viviendo una campaña violenta contra los actos del Partido Popular y Ciudadanos y, muy especialmente, contra los actos de Vox” aseguró. Abascal dijo que su partido prefiere “la elegancia” mientras “separatistas, golpistas, comunistas y los amigos de los comunistas” lo reciben por toda España tratando de “amedrentar” ya que, “decretan la alerta antifascista al día siguiente de ganar las andaluzas, alentando el odio, provocando el odio”.

Pero también arremetió contra Ciudadanos y el PP, “adversarios políticos”, que “no están jugando limpio”, antes de calificar al PSOE como su “enemigo” por pactar “con los que quieren romper España”. Del partido de Sánchez dijo que iba perdiendo las letras, porque no es “ni obrero ni español”. “El PSOE es el problema y Vox la solución” porque “Ciudadanos y el PP no se atreven”. Abascal se refirió entonces a los 52.000 ilegales “que están colapsando la Sanidad andaluza” y a los que “no se pide papeles” o a una Galicia “donde no se permite estudiar en español” y “no se atreven a derogar la legislación socialista”. El presidente de Vox desconoce que la enseñanza en gallego parte del Plan de Normalización Lingüística aprobado por Manuel Fraga. Cuando el gobierno bipartito le dio rango de ley, una parte del PP se rebeló. Fue en 2010, durante el Gobierno de Alberto Núñez Feijóo (PP) cuando se suprimió la discriminación positiva del gallego, mayoritario en la comunidad, y que según el mandato del Estatuto de Autonomía se debe promocionar. Se han eliminado, desde entonces, los programas voluntarios de inmersión en gallego para los niños de las ciudades y en Educación Infantil se usa el idioma materno mayoritario entre los alumnos.

Para Abascal las autonomías deben desaparecer: “Nos dividen, nos arruinan y nos hacen desiguales”. Por ello, insistió en “defender las fronteras y una lengua común”. A la vez, pidió mirar por la España que se vacía, la España rural y “las tradiciones”. “Vox no sale a por un escaño en Valladolid, sale a por dos, tres o los que haga falta”, clamó. También quiso referirse al incidente del pasado domingo en Valladolid, Domingo de Ramos y Día de la República, cuando una concentración del Ateneo Republicano coincidió con una procesión ya finalizada pero en la que la banda de la cofradía siguió tocando. “Aquí hay cristianofobia, lo hemos visto ayer en las calles de Valladolid, atacando los sentimientos religiosos porque odian a España, nuestra identidad, nuestra historia, lo mejor de la herencia que hemos recibido. En realidad se autoodian”, aseveró.

No faltó el ataque a los medios de comunicación que “manipulan” su mensaje “de manera sistemática”. “Nos llaman ultraderechistas, sexistas, machistas, racistas, nos llaman borrachos”, arengó antes de establecer un paralelismo con Donald Trump y recordar que en Estados Unidos se apodó a sus simpatizantes como “los deplorables”. Para Abascal los insultos son “el preludio de una gran victoria de millones de españoles que no se van a dejar pisar. Habéis venido por vuestra patria, por la herencia de vuestros padres, por la herencia de vuestros hijos. Nos estamos jugando la unidad de España, nos estamos jugando las libertades”, aseguró entre gritos que lo jaleaban.

“Habrá muchos insultos y todo tipo de distorsiones sobre los mensajes de Vox. Os dirán que queremos armas en los colegios, acabar con la PAC o acabar con las pensiones, cuando somos los únicos que planteamos salvar el sistema de pensiones”, recordó. “Serenidad, ¡adelante españoñes de Valladolid, españoles de Castilla, viva España! En pie y en siencio, con el respeto que merece, escuchemos juntos el himno nacional”. Así concluyó un mitin de apenas 30 minutos.

A Abascal lo precedió el candidato al Congreso por Valladolid, Pablo Sáez Alonso-Muñumer, que presumió de estirpe vallisoletana y política, recordando que su padre fue el primer presidente de la Diputación de Valladolid en democracia bajo las siglas de UCD. La intervención de Sáez, por obvia, aburrió a los simpatizantes y afiliados de Vox, hasta el punto de que uno de los organizadores lamentó que lo leyese “todo”. Siguiendo la hoja de ruta de Abascal, criticó el estado de autonomías, que ha “exacerbado” los nacionalismos y se mostró favorable a derogar leyes como la de Memoria Histórica y la de Violencia de Género, a la vez que defendía la vida, la familia, la caza y la tauromaquia.

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