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Navidad en el Open Arms, un Belén en alta mar

Los menores a bordo del Open Arms tras celebrar el 'Tió de Nadal'.

Fabiola Barranco

A bordo del Open Arms —

Temblando, con su diminuto cuerpo aún sin lavar desde que salió del vientre de su madre. El resto trataba de proporcionarle estímulos y calor mientras él se debatía entre la vida y la muerte. Su primera cuna fue la cesta de salvamento en la que fue evacuado en un helicóptero de la guardia costera de Malta. Hace dos días, el barco de rescate Open Arms se convirtió en una suerte de pesebre en alta mar. En el centro, un recién nacido: Sam, que con tan solo unas horas de existencia se había embarcado junto a su madre en una de las rutas migratorias más mortíferas del mundo, el Mediterráneo central.

Este lunes, cuando cientos de millones de personas en el mundo conmemoran el nacimiento de un niño que vino al mundo cuando sus padres buscaban refugio, en el Open Arms celebran que el pequeño Sam, según las últimas noticias, “está estable” en Malta. Ha sobrevivido.

Para Sandra Tchoubith, una de las mujeres rescatadas por la ONG catalana el pasado viernes, es un día especial. “Es 24 de diciembre, el día que nació Jesucristo, y estoy muy feliz de estar aquí y celebrarlo con vosotros porque me habéis salvado la vida”, dice esta mujer cristiana procedente de Camerún. Entre los rescatados, hay cristianos y musulmanes de diferentes países africanos, así como de Siria y Palestina.

Sandra viaja junto a sus dos hijas, Brunelle, de ocho años, y Melissa, de seis, pero pesa una ausencia, la de su hijo mayor, Djibril, de 10 años. No les acompaña porque cruzó solo el mar en otra ocasión, según su testimonio. “Me llamaron una vez y me dijeron que está en Malta, pienso mucho en él, no puedo olvidarlo”, dice emocionada. No tiene más información que esta, pero desea llegar a Europa para reencontrarse con él.

Este lunes ha sabido que desembarcará en España en unos días. El capitán, Marc Reig, ha bajado a cubierta para dar la noticia, que fue recibida con un efusivo aplauso entre las personas rescatadas. “Se me ha acercado un chico y me ha dicho: 'Hoy es mi cumpleaños. Saber que vamos a España es el mejor regalo que puedo tener”, cuenta Cristina Fernández, voluntaria de la organización.

Ante el rechazo de un puerto seguro más cercano de la zona donde se produjo el rescate de estos 308 migrantes, el buque de la ONG española ha de navegar más de 1.160 millas y aún quedan por delante cuatro días para llegar al puerto de Algeciras. Casi la mitad de los ocupantes, 139 en total, son menores de 18 años, según precisa la tripulación.

Las condiciones del mar empeoran, pero la tripulación se esfuerza en hacer lo más llevadera posible la dura travesía. Este 24 de diciembre no se ha organizado la tradicional cena de Nochebuena porque se van a respetar las horas de descanso de los ocupantes, pero sí ha habido espacio para otra celebración navideña para aquellos que han querido participar: la tradición catalana del Tió de Nadal.

“Hoy es un día mágico, especialmente para los más pequeños”, anunciaba el capitán antes de explicar el funcionamiento de este tronco mitológico que deja regalos y chocolatinas para los niños, debajo de una manta que lo cubre para que no pase frío. Su magia ha llegado hasta los más pequeños a bordo del Open Arms, ataviados con los característicos gorros de Papá Noel.

“Caga tió, Tió de Nadal”, repetían a coro siguiendo las indicaciones del equipo. Al destapar la manta, la sorpresa: lápices de colores, libros para colorear... una inyección de energía e ilusión que recarga las pilas para los días de travesía que quedan por delante. Entre ellos no estaba, sin embargo, Le Petit, como llamaban a Emran, el niño de 14 años que fue evacuado este domingo por la Guardia Costera italiana por una infección grave.

“Está siendo un día muy intenso, siempre paso la Navidad con mi familia, pero me compensa lo que estoy haciendo, me hace sentir muy feliz”, confiesa Ayelen Gaikwoski, una de las voluntarias que, al igual que el resto de la tripulación, se desvive por ofrecer el mejor trato posible a los 300 pasajeros que auxiliaron en mitad del mar, hace tan solo unos días. “De pensar que iban a morir, a convivir con todos ellos, es algo muy especial”, apunta la voluntaria.

El encuentro con el Astral, el velero de la ONG, también ha coincidido con esta fecha tan señalada. Ha llegado cargado con provisiones para dar apoyo. Al atardecer, bajo la atenta mirada de un grupo de mujeres somalíes, mientras sonaba Talkin' bout a revolution, de Tracy Chapman, en la radio, el buque se encontraba con el Astral. Ahora navegan juntos rumbo a aguas españolas.

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