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Investigan varios casos de supervivientes del ciclón Idai forzadas a tener sexo a cambio de comida

La AECID envía ayuda humanitaria para Mozambique para paliar la emergencia causada por el ciclón 'Idai'

Icíar Gutiérrez

Halima (nombre ficticio) tiene cuatro hijos y es una de las miles de mujeres perjudicadas por el devastador paso del ciclón Idai en Mozambique hace seis semanas. Cuenta a Human Rights Watch (HRW) que no recibe comida suficiente para toda su familia y que la lista de distribución de alimentos solo figuraba el nombre de su padre, por lo que decidió pedir ayuda a un funcionario de su ciudad, Mbimbir.

“Dijo que podía ayudarme si yo era amable con él. Acordamos una hora para reunirnos y hacer eso [tener sexo]. Cuando terminamos, me dio solo un kilo de frijoles. Cuando me quejé, me dijo: 'Mañana habrá más”, relata la mujer, en un testimonio recogido por la ONG.

Halima es una de las supervivientes del ciclón tropical que, según ha publicado HRW, han sido forzadas por líderes locales a tener relaciones sexuales a cambio de una bolsa de comida. La organización ha hablado con 12 mujeres del distrito de Nhamatanda –cercano a Beira, la ciudad más afectada por el ciclón– donde la ayuda humanitaria no llegó hasta el pasado 5 de abril porque las inundaciones habían imposibilitado el acceso a la zona por carretera.

Todas aseguran haber sido obligadas a mantener relaciones sexuales a cambio de comida o de ser incluidas en las listas de distribución de ayuda por parte de autoridades locales, señala HRW. La ONU apunta que ha abierto una investigación.

Yassira (nombre ficticio) trató de dar de comer a sus hijos durante semanas con el poco maíz y la fruta que consiguió recoger, aún mojados, cuando el suelo se secó tras las inundaciones. Cuando comenzaron a repartir comida, uno de los funcionarios que supervisaba la lista de distribución le dijo que su nombre no estaba. Según relató la mujer, se trataba de un secretario local del partido gobernante, el Frente de Liberación de Mozambique, que le pidió que lo esperara en su casa, ya que él iría más tarde “para ayudarla si ella también lo ayudaba”.

Por la noche, de acuerdo con su relato, le llevó una bolsa de arroz, otra de harina de maíz y un kilo de frijoles. “Cuando llegó, dejó las bolsas en el suelo, comenzó a tocarse [el pene] y me dijo que ahora me tocaba darle las gracias. Les dije a mis hijos que fueran a la casa de mi amigo. Cuando se fueron, me acosté con él”, recuerda. Dos de las supervivientes no han contado detalles por temor a represalias.

Dinero por entrar en la lista de distribución de comida

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU proporciona ayuda alimentaria en el país en coordinación con el Gobierno mozambiqueño y el Instituto Nacional de Gestión de Desastres. Este último, apunta la ONG, distribuye paquetes de ayuda alimentaria en colaboración con las autoridades locales basándose en una lista de beneficiarios elaborada por líderes comunitarios, a los que después se les reparte la ayuda.

HRW ha entrevistado a 12 mujeres afectadas así como a habitantes y trabajadores del sector humanitario que sostienen que algunos funcionarios exigieron, además, dinero a las víctimas d el ciclón a cambio de incluir sus nombres en estas listas de reparto. En aquellos lugares donde el acceso por carretera es imposible, los líderes comunitarios se encargan de almacenar los alimentos y distribuirlos a las familias semanalmente, según explica una de las lideresas a HRW. “Ella dice que 'debido a que no hay suficiente comida para todos', algunos líderes locales se han aprovechado de la situación cobrando a la gente por incluir sus nombres en las listas”, apunta la ONG.

Estas listas a veces solo recogen los nombres de los hombres cabezas de familia, excluyendo a las familias encabezadas por mujeres, sostiene una cooperante a la organización de derechos humanos. “En algunas de las aldeas, las mujeres y sus hijos no han visto nada de comida en semanas”, explica esta trabajadora. Otra empleada indica que su organización ha documentado casos de abusos sexuales en campos de desplazados por el que es considerado el peor desastre natural de la historia reciente en el sudeste de África.

“La explotación sexual de las mujeres que luchan por alimentar a sus familias después del ciclón Idai es repugnante y cruel y debe detenerse de inmediato”, defiende Dewa Mavhinga, director de África del Sur de HRW. La organización ha reclamado a las autoridades mozambiqueñas que investiguen con urgencia estos casos y se procese a los presuntos culpables, así como que creen un espacio seguro en el que las mujeres puedan denunciar los abusos.

“A nivel local, los líderes de la comunidad rechazaron las quejas y no tenemos conocimiento de que se hayan tomado medidas para investigar o sancionar a los implicados. A nivel nacional, las autoridades de Mozambique no han dado ninguna respuesta formal”, esgrime Mavhinga en declaraciones a este medio.

Desde la ONG también apuntan a la ONU, que coordina la respuesta al ciclón. “Los socios internacionales, en particular las Naciones Unidas, deben garantizar una mayor supervisión de la conducta de los funcionarios locales durante la distribución de la ayuda humanitaria”.

La ONU investiga las denuncias

Tras la denuncia de HRW, el Programa Mundial de Alimentos asegura que ha abierto una investigación “inmediata” para conocer lo ocurrido. Su personal se ha topado con “varios casos” de mujeres y niñas “a las que se les pidió sexo a cambio de alimentos por parte de voluntarios de la comunidad encargados del reparto de alimentos”, sostiene el portavoz del PMA, Herve Verhoosel. El organismo matiza que en los presuntos abusos “no están involucrados el personal del PMA ni de ninguna agencia de la ONU”.

Gemma Connell, directora de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en la región, apunta en declaraciones remitidas a eldiario.es que la agencia se “muestra muy preocupada” por estos casos, que se encuentra investigando. “Al igual que con cualquier denuncia sobre explotación y abuso sexuales, estamos actuando rápidamente para dar seguimiento a estas denuncias, incluso con las autoridades pertinentes, de conformidad con los protocolos claros que hemos establecido”, señala.

“La ONU tiene una política de cero tolerancia sobre la explotación y el abuso sexual. No es, y nunca será, aceptable que una persona en posición de poder abuse de los más vulnerables, y mucho menos de los más necesitados”, recalca Connell.

La responsable de OCHA asegura que la agencia “ha capacitado a cientos de trabajadores humanitarios y voluntarios en la prevención de la explotación y el abuso sexual” y que han establecido “vías claras de comunicación para cualquier posible caso” de este tipo. “Hemos transmitido mensajes claros –de que la ayuda es gratuita y que la explotación y el abuso sexuales son inaceptables– a través de múltiples canales de comunicación”, agrega.

“Hay que aplaudir que la ONU se haya comprometido a investigar las denuncias de abusos por parte de algunos líderes comunitarios. Las autoridades de Mozambique deben proteger a todas las personas, en particular a las mujeres y los niños vulnerables, y garantizar que no sean explotados tras la crisis humanitaria provocada por el ciclón Idai”, dice, por su parte, el responsable de HRW a este medio.

No es la primera vez que una respuesta a una tragedia que golpea a miles de personas se ve salpicada por casos en los que las mujeres supervivientes se ven forzadas a mantener relaciones sexuales a cambio de ayuda humanitaria. En 2017, un informe del Fondo de la ONU para la Población (UNFPA) concluyó que en varias provincias de Siria se estaban produciendo casos de niñas y mujeres forzadas por parte de funcionarios a practicar sexo para poder recibir comida. Un año después, la BBC revelaba cómo las mujeres sirias habían sido “explotadas sexualmente por hombres que brindaban ayuda en nombre de la ONU” y ONG internacionales.

Nuevo ciclón

Mozambique aún se recuperaba de la destrucción causada por el paso del Idai, que dejó el pasado marzo más de 600 muertos y casi dos millones de personas afectadas solo en el país, cuando el pasado jueves 25 de abril otro ciclón tropical, Kenneth, volvió a tocar tierra, esta vez más al norte. Con ráfagas de viento de hasta 220 kilómetros hora, Kenneth se ha convertido “en el ciclón más fuerte que jamás haya golpeado el continente africano”, según OCHA.

Se espera que las lluvias continúen durante los próximos días, lo que aumenta el riesgo de inundaciones y crecidas de ríos. Las precipitaciones se extienden al sur de Tanzania y el este de Malaui.

Se desconoce aún la magnitud del segundo desastre que azota al país en menos de dos meses, que también ha afectado a las islas Comoras. Las lluvias están dificultando las labores de rescate y apoyo a las víctimas. Al menos cinco personas han fallecido y más de 18.000 han sido desplazadas y se encuentran alojadas en centros. El nuevo ciclón ha destruido más de 3.300 casas y también ha dañado escuelas e instalaciones sanitarias.

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