“Quiero la paz para poder regresar a la escuela en Siria”
(Imagen vídeo: Laura Arau)
Sasha Barakat es una mujer siria de mirada viva y sonrisa fácil. Al hablar con ella nadie diría que esconde un pasado amargo. Su marido murió a causa de una enfermedad. Su hijo pequeño, Omar, de 16 años, murió luchando en la guerra. Tras recibir varias amenazas de muerte, decidió escapar del país con sus otros dos hijos y refugiarse en Turquía.
Sus hijos, ya mayores de edad, muestran mucha rabia acumulada. Apenas salen de casa. En Estambul no tienen trabajo ni futuro. Sasha, sin embargo, ha optado por lo contrario: “Está activa las 24 horas del día, no para”, dice de ella una amiga. Sasha Barakat siempre fue así. “Antes de la guerra yo era activista, colaboraba ayudando a la gente de Irak y de Palestina y formé parte del grupo que viajó en el barco Mavi Marmara hacia Gaza para intentar romper el bloqueo”.
Cuando llegó a Turquía escapando del conflicto sirio abrió, junto con otras compañeras, y con la ayuda de donaciones privadas, una escuela para refugiados de su país. Poco después se inauguró una segunda escuela, que acoge a unos mil quinientos estudiantes de entre seis y dieciocho años. Muchos de ellos llegan escapando de experiencias traumáticas.
Traumas psicológicos
Traumas psicológicos“Uno de los servicios fundamentales que ofrecemos en este colegio es atención psicológica especializada para niños que han vivido grandes tragedias. Algunos han perdido a sus familias, otros a sus padres, otros han visto cómo su casa o su escuela era destruida”, explica Ola Baghajati, integrante del Consejo directivo de la escuela Syr-Der.
“Las cuestiones políticas debemos dejarlas al margen, porque son niños, y como niños necesitan ayudan y educación”, añade.
“No podemos rendirnos. Yo no puedo quedarme sentada en el sofá de mi casa llorando por mi hijo. Tenemos que seguir, tenemos que luchar por sacar adelante a estos chavales”, explica Sasha, con gestos enérgicos.
En la escuela Syr-Der se estudia en árabe. “Así los estudiantes pueden mantener su idioma, el árabe, en vez de tener que aprender el turco, que sería más duro para ellos. Y además nos preocupamos por transmitirles la historia y la cultura de Siria, para que no pierdan sus raíces”, señala Renda Kayal, profesora y refugiada, al igual que Sasha Barakat.
“Yo era profesora en mi país, llevaba una vida realmente pacífica, pero de repente comenzaron los problemas y tuvimos que escapar debido a los peligros a los que estábamos expuestos”, relata.
Los niños de la escuela observan con curiosidad nuestra cámara y se acercan a ella para contar, de forma espontánea, las razones por las que están en Turquía. Una pequeña de ocho años nos arrebata el micrófono y comienza a hablar:
“Quiero volver a Siria, regresar a mi casa y a mi escuela allí. Quiero la paz en mi país para comenzar nuestras vidas de nuevo”. Cuando termina, otra niña coge el micrófono:
“Mi hermano murió en un bombardeo, mi escuela también quedó destruida. Me llamo Sedra”. La tristeza de lo que cuenta contrasta con la sonrisa que dibuja en su rostro. Tras ella, otra más:
“Me llamo Vivan, soy siria, de Qamishli [una zona con población kurda], vinimos a Turquía porque nuestras casas fueron bombardeadas, teníamos miedo, y mi madre dijo que teníamos que irnos porque íbamos a morir si seguíamos allí”.
A pesar de que suena el timbre que anuncia el fin del recreo, las niñas siguen peléandose por coger el micrófono y contar su historia. “¿Por qué nos está pasando todo esto? ¿Qué vamos a hacer? ¿Por qué pasa todo esto en Siria”, pregunta una.
“Es un problema muy grande que se ha convertido en una guerra. Quiero que se solucione todo lo antes posible para poder regresar a casa”, dice Karim, de ocho años de edad.
Los refugiados en Turquía reciben ayudas de Naciones Unidas, del Gobierno turco y de diversas organizaciones no gubernamentales. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha pedido ayuda a Europa para atenderlos y se ha quejado de que Naciones Unidas ha destinado solo 130 millones de dólares, frente a los 2.300 millones aportados por el Gobierno de Ankara.
Turquía, afectada por el conflicto sirio
Turquía, afectada por el conflicto sirio La guerra siria salpica a Turquía, y no solo porque este país acoge ya a entre 700.000 y un millón de refugiados sirios, según diversos organismos internacionales. Desde hace varios días se libran intensos enfrentamientos en la frontera turco siria, donde se lucha por el control del paso fronterizo de Kasab. Allí, diversos grupos islamistas y el grupo Al Nusra -rama oficial de Al Qaeda en Siria-, combaten contra el Ejército sirio.
El régimen de Damasco ha denunciado que sus opositores cuentan con ayuda formal de Turquía. Hace tan solo unos días el Ejército turco derribó un avión militar sirio en la frontera que comparten ambos países, una acción que Damasco interpreta como parte de esa ayuda de Ankara a la oposición. Este mismo lunes militares turcos dispararon contra Siria, después de que morteros sirios alcanzaran suelo turco, según el Gobierno de Ankara.
Desde el inicio de este año se han requisado varios camiones llenos de armas que pretendían acceder a Siria procedentes de Turquía, lo que da cuenta del nivel de actividad que hay en la frontera. Turquía es también lugar de entrada y salida de integrantes de diversos grupos armados. No es difícil encontrar a gente que acaba de regresar de Siria o que está a punto de entrar.
La tensión entre Siria y Turquía ha crecido aún más después de que se filtrara hace unos días, a través de Youtube, una presunta conversación entre diversos integrantes del Gobierno turco, en la que se planteaban la posibilidad de “autobombardear” Turquía para justificar un ataque contra Siria.
“Si es necesario enviaré a 4 hombres a Siria. Podríamos provocar un caso de guerra lanzando un misil a Turquía”, se oye en esa presunta conversación, que Ankara tachó de falsa. Tras ello, el Gobierno de Erdogan ha bloqueado el acceso a Youtube en territorio turco. Para burlar el bloqueo, los periodistas hacemos uso de programas informáticos deslocalizadores.
Mientras los enfrentamientos armados se suceden en la frontera, los refugiados sirios aguardan su regreso. En tan solo los dos últimos meses han llegado a Turquía 20.000 personas más procedentes de Siria, engrosando así el listado de relatos de guerra que se acumulan ya en campos de refugiados fronterizos e incluso en ciudades como Estambul.