El otro día comentaba con un amigo una noticia que le llamo la atención, el titular decía “El salario por hora en España se aleja de la media de la zona euro”. Y es cierto, vivimos en un país dónde la desigualdad salarial no ha hecho más que aumentar en los últimos años; los nuevos contratos implican un 40% menos de salario que los que se realizaban en el año 2008.
El nuevo contexto laboral es más precario y hostil, una situación facilitada, entre otros factores, por la aprobación por parte del Gobierno del Partido Popular (PP) de la reforma laboral en el año 2012. Esto conlleva el fenómeno de las personas llamadas trabajadoras pobres, todas aquellas que trabajando no consiguen llegar a fin de mes porque cobran salarios tan bajos que no les permiten cubrir sus gastos básicos de vivienda, transporte o comida.
Y es que los datos son demoledores, según cifras de la Agencia Tributaria, alrededor del 60% de las personas asalariadas cobran menos de 1.000 euros al mes, lo que implica que un porcentaje muy alto de la población trabajadora no se puede considerar siquiera “mileurista”. Además tiene unos ingresos que difícilmente le permiten mantener una vida digna en ciudades con un nivel de precios alto, como Madrid.
El 1 de mayo se conmemora el Día del Trabajo, no es una fecha baladí, se celebra en homenaje a los mártires de Chicago, que fueron sindicalistas anarquistas ejecutados en Estados Unidos a raíz de su participación en las jornadas de lucha y en la huelga que se inició el 1 de mayo de 1866 en defensa de la jornada laboral de ocho horas. Y hoy, más de un siglo y medio después de estos hechos es fundamental exigir, entre otros derechos de las personas trabajadoras, unos salarios dignos que permitan pagar el alquiler de una vivienda, cubrir la comida, el transporte, o los pañales sí se decide tener hijos o hijas. En definitiva, que como trabajadores y trabajadoras, podamos tener una vida digna y no estemos continuamente agobiadas y apurados, haciendo malabares para que nos salgan las cuentas, para llegar a fin de mes.
Sí queremos alcanzar esos salarios dignos hace falta, entre otras medidas, que aumente el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) que actualmente es de 748,30 euros mensuales calculado en 12 pagas. Uno de los más bajos de Europa, situándose solo por encima de Grecia, Portugal, Polonia, Rumanía y Bulgaria.
Estos tiempos de crisis económica y social, de recortes en servicios públicos, y de pérdida de derechos sociales y laborales, están generando un país tremendamente desigual dónde los que más ganan no ven bajar sus ingresos, mientras que la mayoría de las personas trabajadoras sí, por eso es fundamental revertir esta tendencia.
Ciertamente la situación social es tan dramática, con un desempleo que se sitúa en el 23,70% del conjunto de la población, subiendo al 51,8% en el caso de las personas jóvenes, que parece que el hecho de tener empleo hay que agradecerlo. Pero “queremos pan y rosas”, es decir, queremos trabajo pero también placer, disfrute, y para eso, hace falta que el salario nos permita vivir; porque queremos trabajar para vivir y no vivir para trabajar. No necesitamos solo empleo, sí no que también es necesario que suban los sueldos y consigamos unos salarios dignos para todas las personas trabajadoras.
Sobre este blog
¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.
