El BCE admite que “la política monetaria es más un machete de pescadería que un bisturí” y confirma más subidas de tipos
Óscar Arce, director general de Economía del Banco Central Europeo (BCE), confirmó este jueves otro incremento de los tipos de interés de referencia en la reunión del Consejo de Gobierno de la institución del 26 de octubre, tras el primer incremento de 0,5 puntos en julio y de 0,75 enteros en septiembre. Arce admite que se incidirá en la estrategia de “enfriar” la actividad para luchar contra la inflación aunque “la política monetaria es más un machete de pescadería que un bisturí”, ya que “actúa sobre toda la economía y con retraso”.
Con este explícita comparación, el economista del BCE reconoció en una conferencia organizada por la Asociación de Periodistas de Información Económica (Apie) que las subidas de los tipos de interés no pueden intervenir concretamente en los precios de la energía, que son el origen de la actual crisis de inflación y “siguen explicando la mayor parte”, y cuya volatilidad depende exclusivamente del impacto de la invasión rusa de Ucrania en la oferta y, por tanto, de la evolución de la guerra (principalmente en el caso del gas y la electricidad) y de las decisiones de las dictaduras que conforman el cártel de productores de petróleo OPEP+, que incluye a la propia Rusia (en el caso de los carburantes).
Las subidas de los tipos de interés acabarán influyendo en los precios cuando hayan ahogado definitivamente la demanda, con el riesgo de que eso signifique una recesión profunda y larga, y entonces un incremento del desempleo, según advirtió recientemente el Fondo Monetario Internacional (FMI) al BCE y al resto de bancos centrales. Las previsiones ya apuntan a que Alemania sufrirá una contracción de la actividad en 2023, mientras España es la economía que saldría mejor parada por la menor amenaza de tener que aplicar racionamientos de gas durante los próximos meses.
Arce mostró el golpe que ya sufre la demanda por las subidas de tipos —y el consumo de los hogares y la inversión de las empresas—, con el incremento que calcula el BCE para los préstamos y las hipotecas en el conjunto de la eurozona. En España observa un endurecimiento del 1,6% en la financiación de las compañías, y de hasta el 2% en la de las familias, con la subida del Euríbor, el índice respecto al que se calcula la mayoría de hipotecas, como el efecto más visible.
El traslado de las subidas de los tipos de interés de referencia a los préstamos que conceden los bancos está siendo más acusado en Alemania (de hasta 2,2 puntos en el caso de las empresas y de casi 3 enteros en el de las familias) y en el conjunto de la eurozona, según los propios datos que utilizó Óscar Arce en su conferencia.
Sin embargo, el economista del BCE señala que la inflación en la eurozona no es producto de “recalentamiento” de la economía, para lo que se refiere a un incremento moderado de los salarios, “de entre un 2,5% y un 3% según las subidas pactadas en los convenios”, o a que, principalmente en el sector industrial, la mayor parte de las presiones sobre los precios tienen que ver con la oferta (por la energía, los cuellos de botella en las cadenas de suministro del comercio mundial, la depreciación del euro...), y no con la demanda.
Perseguir a la Fed
La cuestión es que la crisis es muy diferente en Estados Unidos, donde su banco central, la Reserva Federal (Fed), comenzó antes y está siendo muy agresivo con su lucha contra la inflación, donde entre las causas sí aparece un recalentamiento de la economía —los salarios, por ejemplo, están subiendo a un ritmo del 7%, según apunto Arce—. Las mayores subidas de tipos de la Fed favorecen que el dinero y las inversiones en los mercados financieros busquen la mayor rentabilidad que ofrecen los activos en dólares, lo que se traduce una depreciación el euro que precisamente encarece las importaciones de gas o petróleo.
De esta manera, el BCE está condenado a perseguir a la Fed, pese al riesgo de recesión, o incluso pese a que la misma institución confía en que la inflación se moderará hasta el objetivo del 2% en 2024 en el conjunto de la eurozona, tras el récord del 10% en septiembre, respecto al mismo mes del año anterior. De hecho, Arce enumeró distintos síntomas que favorecerían esa moderación de las subidas de precios: la propia desaceleración de la actividad; la mejoría de los cuellos de botella, por la disminución de la congestión en los puertos y, de nuevo, la caída de la demanda; el agotamiento de la explosión de demanda embalsada en la pandemia de ocio y turismo; y los planes de choque de los gobiernos.
Paradójicamente, sobre estos planes fiscales —este jueves el presidente Pedro Sánchez anunció el último— para paliar las consecuencias de la guerra en Ucrania y la subida de precios recalcó que deben ser “lo más focalizadas posible” y dirigirse a aquellos colectivos más vulnerables. “Es el momento de hilar fino con la política presupuestaria”, destacó, justo antes de comentar que la política monetaria es “más un machete”, y que no puede actuar con mucha precisión.
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