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Cae el mito de la “bondad” fiscal de Hitler con la clase trabajadora

Adolf Hitler da unas paladas en la inauguración de la construcción de una autopista en Alemania.

Aldo Mas

Que Adolf Hitler, en el poder, no pagaba impuestos dejó hace unos años de ser un secreto. Pero hasta qué punto el caso fiscal del Führer era una excepción es algo que queda claro ahora más que nunca con la aparición en Alemania del último libro del historiador Ralf Banken. Su volumen lleva por título Hitlers Steuertstaat. Die Steuerpolitik im Dritten Reich, es decir, “El estado fiscal de Hitler. La política fiscal en el III Reich” (Ed. De Gruyter, 2018).

Banken ha estado durante años investigando en archivos sobre la compleja fiscalidad nacionalsocialista para llegar, entre otras, a la conclusión de que el III Reich también sometió fiscalmente a sus ciudadanos menos pudientes. Hasta ahora se daba por buena la afirmación según la cual la fiscalidad nazi era “indulgente con las masas” pero “dura con la burguesía”. Así lo había expresado hace ya casi tres lustros el politólogo y autor alemán Götz Aly en un libro que ha sido para muchos la gran referencia en la materia. A saber, Hitlers Volksstaat, aparecido en España bajo el título La utopía nazi (Ed. Crítica, 2006).

Sin embargo, el volumen de Banken, historiador y profesor en la Universidad Johann Wolfgang Goethe de Fráncfort, da un vuelco en sus conclusiones a lo apuntado por Aly. “Él decía que eran, principalmente, los ricos aquellos sobre los que se ejercía la presión fiscal. El problema es que él miró a partir de 1939, su base de datos no era muy grande”, explica Banken a eldiario.es.

“Aly mantiene que la carga sobre las clases bajas era menor que en el Reino Unido porque Alemania no subió esa carga durante la Segunda Guerra Mundial, mientras que el Reino Unido sí que lo hizo. Pero el problema es que Aly mira siempre a partir de 1939 y uno ha de mirar entre 1933 y 1939”, abunda este historiador.

Recuerda Banken que en el III Reich la carga fiscal sobre los ciudadanos llegó a ser la “mayor que ha experimentado Alemania” en su historia. De hecho, “nunca ha experimentado algo así ningún otro país de la Europa continental”, según Banken. De este modo, entre 1932 y 1940, el impuesto sobre el salario se cuadriplicó. Las clases trabajadoras, mayoritarias por aquellos tiempos en los que no se puede hablar de la existencia de grandes clases medias, estuvieron bajo una “muy dura carga fiscal”, sostiene Banken.

La mayoría de los ciudadanos del III Reich se vio golpeada por las diferentes tasas impositivas sobre la renta. Entre los más pudientes, sin embargo, la tasa impositiva máxima del impuesto sobre la renta que asumieron fue del 65%. En otros países, como Estados Unidos o Reino Unido, los porcentajes eran muy superiores, alcanzando allí el 77% y el 97% respectivamente. En el III Reich, “los grandes patrimonios también estaban bajo la presión fiscal, pero también ganaban muy bien y mucha parte de esa carga fiscal significó menos que para el resto”, apunta Banken.

El engaño del III Reich a la clase trabajadora

El principal problema para las masas a las que decía deberse el nacionalsocialismo lo constituía, en realidad, la traición social que llevaban implícitos los planes de Hitler y compañía. Su aventura racista y expansionista tenía que financiarse de algún modo. Por eso los responsables del ministerio de Hacienda del III Reich no dudaron en echar mano del dinero que pagaban los trabajadores en materia de seguros sociales.

Para la clase trabajadora “el principal problema no eran tanto los impuestos sino los seguros sociales el seguro de desempleo, principalmente, pero también el seguro médico o las cotizaciones para la jubilación”, expone Banken. “Estos pagos también comenzaron a subir [durante los años del nacionalsocialismo en el poder]. En un momento dado llegaron a ser una carga mucho mayor que los impuestos. Ese dinero se empleó para financiar la industria armamentística”, añade.

Algo parecido ocurrió con el dinero que las clases trabajadoras ahorraban. Ese ahorro era consecuencia de que, especialmente en los años de la guerra, había una importante carestía de bienes de consumo. “La gente iba con el dinero a la caja de ahorros o al banco y con ese dinero de los ahorradores, el estado se financiaba. La gente fue engañada por el Reich”, sostiene Banken. “El Ministerio de Finanzas del III Reich buscaba recaudar dinero para financiar la industria militar y minimizar así las deudas. No tuvo éxito. Y los impuestos subieron hasta lo imposible”, abunda el historiador.

Los pilotos de la política fiscal de Hitler

Los principales responsables de esta política señalados por Banken son Lutz Graf Schwerin von Krosigk, responsable del Ministerio de Hacienda del Reich entre 1932 y 1945, y Fritz Reinhardt, el secretario de Estado de ese centro de poder de la administración nacionalsocialista.

Schwerin von Krosigk, un nazi tardío, pues se hizo miembro del partido nacionalsocialista en 1937, venía de la tradición política nacional-conservadora alemana. Reinhardt era el “nazi convencido” del ministerio. Ambos fueron clave en el engranaje fiscal del III Reich, aunque después de la Segunda Guerra Mundial, Schwerin von Krosigk tratara de limpiar su pasado.

“Él siempre dijo que trató de evitar lo peor, aquello le sirvió hasta los años 70. Los alemanes le creyeron como a Speer”, comenta Banken aludiendo a la figura de Albert Speer, el que fuera arquitecto en jefe del Führer además de ministro para el armamento y la producción para la guerra. Schwerin von Krosigk, cuya nieta Beatrix von Storch es hoy una prominente voz del partido ultraderechista germano Alternativa para Alemania (AfD), falleció en Essen (oeste) en 1977 tras haberse reconvertido en editor.

Al frente del Ministerio de Hacienda del III Reich fue corresponsable, entre otras cosas, de un sistema fiscal que también se caracterizó por discriminar a los judíos alemanes, a los que se empobreció y desposeyó deliberadamente. Después serían víctimas del Holocausto.

Más que a través de nuevas leyes discriminatorias –que también las hubo– la discriminación fiscal “se ejerció a través del uso de los propios funcionarios alemanes [de Hacienda], que aplicaban las leyes ya existentes para perjudicar a los judíos”, sostiene Banken. Su estudio desmonta así otro mito, según el cual el ministerio de Hacienda del III Reich no fue una herramienta política. En Alemania se habla ahora de la “leyenda del ministerio apolítico” para referirse al Ministerio de Hacienda de Hitler. Esa leyenda acaba de caer en desgracia por la fuerza de la investigación histórica de Banken.

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