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Cambiar la hipoteca a tipo fijo o amortizar deuda si se puede: opciones de los hogares frente a la alta inflación

Varias personas compran leche en un supermercado de Madrid, en una imagen de archivo.

Diego Larrouy

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Los hogares han afrontado desde el verano pasado una fuerte subida de los precios de la luz y el gas que está provocando, a su vez, un histórico aumento de la inflación en muchos de los productos que habitualmente se consumen. A ello se sumará presumiblemente el aumento de los tipos de interés que encarecerá las hipotecas de millones de familias que se endeudaron para comprar su vivienda, poniendo fin a seis años de respiro con el euríbor en negativo. El INE confirmó este miércoles una inflación del 9,8% en marzo, la más alta desde 1985.

La situación llega en un contexto complicado para muchos hogares, especialmente para los de menor renta, que son los más afectados por una alta inflación, a la que popularmente se conoce como el impuesto de los pobres. No obstante, la situación actual es muy diferente a la de la crisis financiera de 2008. El pasado martes, informaba el Banco de España que la riqueza financiera de las familias –la diferencia entre lo que tienen ahorrado y lo que deben– ha aumentado un 9,4% en 2021 y se sitúa en los niveles previos a la pandemia. Esto se debe fundamentalmente a los grandes colchones de ahorro que han tenido muchos hogares durante la crisis provocada por el coronavirus.



Ahora, las familias deben tomar decisiones para afrontar el periodo de alta inflación que se está viviendo, intentando protegerse al máximo posible de sus efectos. Como es lógico, no todas se encuentran en la misma situación, aunque los expertos trazan algunos aspectos generales que se pueden tener en cuenta.

¿Qué hacer con la hipoteca?

España es un país donde la vivienda se disfruta eminentemente en propiedad, pese al crecimiento que ha tenido el alquiler. Por ello, una subida de la inflación que provoque un aumento de los tipos de interés de las hipotecas tiene un efecto claro en la economía de los hogares. Aunque en los últimos años los bancos han priorizado la venta de estos créditos a tipo fijo, se estima que en torno a tres cuartas partes de la deuda que tienen las familias se encuentra a tipo variable. El euríbor tocó esta semana por primera vez el terreno positivo tras más de seis años, constatando las previsiones de los analistas.

“El euríbor va a subir seguro y va a encarecer la hipoteca”, señala Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas, que considera que en un periodo como el actual, las familias con préstamos a tipo variable deberían intentar hacer un traspaso hacia el tipo fijo. “En algunos casos, el coste de esta operación es muy reducido”, señala.

Otra opción que plantea Torres y es compartida por otros expertos es la de amortizar parte de esa deuda. “Si se tiene liquidez”, como aclara Antonio Pedraza, miembro del Consejo General de Economistas. “La liquidez ahora mismo no sirve de nada, la está corroyendo la inflación”, señala el economista, quien apunta a que los ahorros que se tienen han perdido poder adquisitivo con la subida de precios y destinarlos a amortizar la hipoteca puede ser una buena opción.

¿Y con los nuevos préstamos?

El mercado hipotecario ha vivido su mejor año en 2021 en más de una década, y el ritmo en los primeros datos de 2022 parece mantenerse. Desde semanas antes de la crisis en Ucrania, la banca ha dado el giro de su oferta subiendo los precios al tipo fijo. Sin embargo, los expertos recomiendan prestar atención a esto y no dejarse llevar por las nuevas ofertas. “Cuando un banco incita y hace todo lo posible para atraer a un cliente al tipo variable, es para traspasarle a él el riesgo”, señala Torres, que recomienda buscar hipotecas a tipo fijo.

“Aunque las hipotecas fijas se vayan encareciendo, es buen momento para anclar los riesgos y reducirlos”, añade el economista de Funcas, quien reconoce que “puede parecer que se encarece a primera vista”, pero apunta que la evolución futura será “más pronunciada en las hipotecas variables”. Coincide con esta idea Pedraza, que subraya que es mejor “amarrar un tipo fijo bajo” al contratar una nueva hipoteca. Ambos añaden dos detalles. El primero, que si se opta por un préstamo vinculado al euríbor, se permita la flexibilidad en el futuro de traspasarlo a un tipo fijo. El segundo, que se vigilen los gastos de apertura.

¿Cómo usar los ahorros?

Según el Banco de España, los hogares terminaron el año pasado con casi 2,7 billones de euros en activos financieros (efectivo, depósitos, acciones o fondos de inversión), un 7% más que en 2020. Como en todo, son cifras globales y muchos hogares viven una situación muy distinta, aunque los datos sirven para cuantificar lo relevante del ahorro que tienen acumulado las familias en España. En un momento de alta inflación, los economistas recuerdan que los depósitos, la principal reserva del ahorro, pierden poder adquisitivo. Actualmente los bancos no están remunerando este dinero y si los precios suben, se puede comprar menos con él.

Torres plantea que una opción es utilizar parte de ese ahorro, si se tiene capacidad económica, para invertirlo en bonos de deuda pública. “Es un mercado muy líquido y se puede vender”, apunta el economista, que plantea que hay que “diversificar riesgos”. Para personas que tengan mayor apetito de riesgo les plantea los fondos de inversión que ofrecen los bancos o invertir en materias primas. Pedraza es más escéptico con los bonos y su rentabilidad futura. “La única alternativa es asumir riesgos”, apunta, animando a buscar otras inversiones que puedan producir más réditos.

El economista de Funcas añade un matiz. No todos los precios suben por igual y, respecto a esos productos, los depósitos no pierden valor de la misma manera. Señala por ejemplo la vivienda, que no sube tanto como el IPC, o algunos servicios como la educación, donde tampoco los precios evolucionan en el mismo sentido. Es decir, si los ahorros se reservan para estos bienes y servicios, la pérdida de valor es menor.

¿Conviene adelantar compras que se tenían previstas?

Esta es una pregunta recurrente en periodos de alta inflación y cuando se espera que vaya a seguir al alza y está relacionado con lo anterior. Si los ahorros pueden perder valor y los precios pueden continuar creciendo, puede ser mejor adelantar ahora una compra que se tenía prevista en lugar de postergarla unos meses. “Consumir bienes duraderos es una manera de mantener el valor de su ahorro”, plantea Torres. Aquí incluye cuestiones como un electrodoméstico, un automóvil o la renovación de una vivienda. Sobre esto último, defiende que es una manera de usar el ahorro en la propia vivienda de manera que “mejora su valor de mercado, el valor de uso y el bienestar de la familia”.

Pedraza, del Consejo de Economistas, señala que esta búsqueda de adelantar compras ante la expectativa de la subida de precios es lo que ya se está observando en el mercado de la vivienda. Gente que tenía previsto comprarse una casa y en previsión de que el coste sea más alto —tanto en precios como en intereses—, decide adelantarse. Este economista respalda más estas decisiones que las de adelantar compras de bienes duraderos o vehículos.

En cualquier caso, ambos coinciden en que adelantar compras sí, pero solo cuando sea necesario. “Se debe adelantar si son cuestiones de necesidad y no espurias o especulativas”, apunta Torres. “Si no es necesario comprar, no es aconsejable hacerlo ahora”, respalda Pedraza.

¿Qué hacer con el consumo?

Una cuestión que ha estado en boga durante las últimas semanas ha sido la del acopio a la hora de hacer la compra en el supermercado, coincidiendo con los problemas de suministro por el paro de transportistas del mes pasado. Torres apunta que el acopio de productos no perecederos es habitual en países con una inflación disparada y pone como ejemplo Argentina. “La gente tiene muy interiorizado esto y no existe ahorro. O se hace en moneda extranjera o se acumula y se hace acopio de productos sobre los que pueda subir el precio”, apunta. Sin embargo, advierte de que, “aunque pueda tener sentido”, si es algo que hace todo el mundo a la vez “sube el precio y desestabiliza la economía”.

Este economista plantea intentar buscar en todos los contratos de suministros (luz, gas, internet, teléfono, etc.) un precio fijo, que permita tener una previsión de cuánto se gastará a final de mes y evitar sorpresas. También plantea, si se puede, “adaptar el consumo a lo que está pasando”: por ejemplo, usando el coche solo cuando sea necesario para reducir el gasto en combustible. “En general es importante una disciplina para familias con presupuestos ajustados cuando se hace la compra, el problema de la inflación es que uno a lo mejor no se da cuenta cuando la hace y lo nota a final de mes”, apunta. Por eso, recomienda “fijarse un poco más en el precio y dónde se compra”. “La inflación cercana a cero nos ha despreocupado de los precios”, añade.

Pedraza reconoce que hay una parte del consumo que es “inevitable”, en lo referente a la alimentación. Sin embargo, más allá, anima a eliminar los gastos “superfluos” de las familias, “quitar gastos que entran todos los meses y no son necesarios”. Y apunta como clave revisar los gastos de las tarjeras de crédito y las revolving. Muchas familias “están enganchadas con estos créditos que tienen intereses muy altos, si se tiene liquidez son las primeras deudas que conviene quitarse”, concluye.

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