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Berlín vive un 'boom' de empresas de alquiler de bicicletas

Bicicletas de Mobike en Berlín

Aldo Mas

La berlinesa Helmholtzplatz se ha quedado sin espacio para que los ciclistas puedan dejar en un lugar seguro, y sin molestar, su vehículo de dos ruedas. También escasea el espacio en parte de la acera para los peatones. La culpa la tiene el éxito de las bicicletas de alquiler en Berlín. Hay en la capital alemana mucho usuario de este tipo de vehículos, especialmente en esta zona del barrio de Prenzlauer Berg, en el norte de la metrópolis germana.

A Berlín se la conoce en Alemania como “la capital de las bicicletas de alquiler”. No menos de siete empresas han apostando aquí en los últimos tiempos por hacer negocio con este medio de transporte. A saber, las chinas Ofo y Mobike, la singapurense Obike, la danesa Donkey Republic y las alemanas Nextbike y Lidl-Bike, producto del gigante teutón de los supermercados de precios rebajados Lidl al que está asociado Call a Bike de la Deutsche Bahn, la gran compañía de ferrocarriles germana. Eso, sin contar las bicis eléctricas que ha puesto a disposición de los berlineses la compañía estadounidense LimeBike.

El interés de tantas empresas es comprensible. Se supone que una ciudad está abastecida en bicicletas de alquiler cuando hay unas 30 por cada 1.000 habitantes, según las cuentas de la Asociación Alemana de Clubes de Bicicletas (ADFC por sus siglas en alemán). Berlín tiene unos 3,6 millones de habitantes. En sus calles se cuentan, de acuerdo con datos facilitados por las empresas en actividad en la capital alemana, no menos de 16.000 de bicicletas de alquiler.

“Las bicicletas de alquiler son un elemento básico para una movilidad respetuosa con el medio ambiente, contribuyen a la promoción de la bicicleta y ponen de relieve sus efectos positivos en el transporte, medioambiente y la política social”, dicen a eldiario.es desde el área de Transportes de la ciudad-estado que es Berlín. No obstante, en vista de la excesiva cantidad de bicicletas aparcadas que ha podido verse en la Helmholtzplatz, hay quien piensa que ya existen demasiadas bicis para alquilar en las calles berlinesas.

“Demasiado de lo bueno”, se leía hace unos días en las páginas económicas del diario Tagesspiegel. “Las bicicletas de alquiler deben aliviar el tráfico en la ciudad, pero en Berlín el exceso de proveedores causa caos”, lamentaba este periódico, líder de difusión de los diarios generalistas de la capital. Desde el más conservador Berliner Morgenpost se apuntaba que los hay que tienen “la sensación de que muchas empresas se han echado a las calles, a ver qué pasa”.

“Para los usuarios sería obviamente más sencillo si hubiera sólo un sistema, un sistema donde una empresa recibe el apoyo público. Pero en Berlín no es desafortunadamente así”, dice Nikolas Linck, portavoz en Berlín de la ADFC. “En Berlín hay mucha oferta, lo que también se puede ver como una buena noticia, porque eso hace que haya más bicicletas a disposición y hay más opciones de que se use la bicicleta frente al coche, por ejemplo”, abunda.

La superpoblación de actores en este sector, aunque pueda acarrear falta de espacio en lugares como la Helmholtzplatz, no preocupa a las autoridades. “El número de empresas activas en la ciudad no importa”, señalan desde el Gobierno berlinés. El Ejecutivo de la ciudad-estado, en manos de una coalición de izquierdas liderada por el socialdemócrata Michael Müller, está decidido a impulsar la bicicleta.

De hecho, la iniciativa de Nextbike –“Deezer Nextbike” como se conoce aquí por la participación en la empresa de la plataforma de escucha de música por streaming Deezer– cuenta con el apoyo económico de las autoridades locales. En cinco años, esta iniciativa contará con una subvención de 7,5 millones de euros.

Fracasos de Ofo y Obike

Confían Müller y compañía en que el “mercado debe regular” la situación. Esto implica que la competencia deje fuera a algunos actores. Ese proceso, de hecho, ya ha comenzado. Recientemente Ofo, que tiene 3.000 bicicletas en Berlín y que quería incluso llegar a 10.000, anunciaba su intención de abandonar la ciudad. Por su parte Obike se ha declarado insolvente.

“Tenemos problemas financieros”, ha reconocido el empresario responsable de Obike, Shi Yin, en declaraciones al diario económico germano Handelsblatt. Ofo y Obike son las dos firmas que fracasaron en la ciudad andaluza de Granada, donde sus bicicletas acusaron problemas de vandalismo. Problemas, en Berlín, parecen tenerlos los usuarios de Obike, que desde el pasado mes de julio esperan que se les devuelva la fianza de 79 euros que tuvieron que pagar en el momento de instalarse la app y empezar a utilizar sus bicicletas.

Desde la Federación Alemana de Usuarios alertan: “Normalmente, en los casos de insolvencia, los fondos de los clientes desaparecen y ya no se reembolsan”. Pese a los repetidos intentos de este diario de contactar con la compañía, nadie respondía en el teléfono de contacto disponible de Obike. Se supone que los afectados tienen que dar con alguien en esa línea para tramitar una eventual devolución de la fianza.

En el multicultural barrio berlinés de Neukölln, también hay problemas a la hora de dar con Obike. “A nosotros lo que nos ocurre es un fenómeno clásico, encontramos bicicletas en zonas verdes, a menudo rotas o vandalizadas y nosotros tenemos que contactar a las empresas. Necesitaríamos un teléfono rojo. Mandar un e-mail por el que uno no recibe una respuesta no es comunicación de ningún tipo”, se ha quejado el socialdemócrata Martin Hikel, alcalde del Ayuntamiento de ese distrito del sur de la capital.

Los coches ocupan un espacio exorbitante

Linck, el portavoz de ADFC en Berlín, señala, por su parte, que también es recurrente el problema de que las bicicletas aparcadas molesten en la vía pública. Pueden dejar sin espacio en la acera a los peatones. “Hay partes de Berlín donde las bicicletas de alquiler acaban amontonadas porque el uso se concentra ahí, ahí es donde llegan las quejas de los peatones”, plantea.

Por eso invita a repensar el enfoque de las autoridades, que podrían considerar, por ejemplo, usar parte del mucho espacio que ocupan los coches aparcados en la vía pública. “En Berlín, sobre todo, se puede ver que los automóviles cuentan con un uso exorbitante de superficie. Casi en cualquier calle se puede aparcar en Berlín sin pagar. Esto no ocurre en otras ciudades, como Barcelona o Madrid”, recuerda.

Entre las soluciones que se plantean en ADFC figura que autoridades y empresas se pongan de acuerdo en establecer zonas para aparcar y recoger las bicis. En el Gobierno de Berlín dicen estar en contacto con todas las empresas activas en la ciudad. En Obike, sin embargo, nadie coge el teléfono.

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