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Dos hijos díscolos de la dueña de Galletas Gullón reabren la guerra accionarial: junta en vísperas de Nochebuena

La presidenta de honor y principal accionista de Gullón, Teresa Rodríguez.

Antonio M. Vélez

La próxima Navidad se prevé movida en el seno de la familia Gullón, propietarios de Galletas Gullón. La principal galletera española ha convocado junta extraordinaria la víspera de Nochebuena a petición de sus accionistas minoritarios Félix y Rubén Gullón Rodríguez, hermanos de la nueva presidenta, Lourdes Gullón, y enfrentados desde hace años a su madre y principal accionista, Teresa Rodríguez Sainz-Rojas, y al consejero delegado del grupo palentino, Juan Miguel Martínez Gabaldón.

Ambos hermanos, que fueron expulsados en junio del consejo de administración de Gullón por la matriarca, que controla más del 60% del grupo palentino, piden ahora “reorganizar” ese órgano con la “incorporación equilibrada de consejeros dominicales e independientes”, según se lee en la convocatoria de la asamblea que han pedido convocar y que, si no hubiera quórum suficiente, se celebraría en segunda convocatoria el día de Nochebuena.

Ambos hermanos, que también plantean abordar un “plan estratégico de la empresa, incluyendo la política de transformación digital”, intentan así recuperar presencia en el máximo órgano de la compañía en un capítulo más de este culebrón, una trifulca familiar similar a las que han vivido en el pasado otras grandes empresas españolas de capital familiar como El Corte Inglés, Freixenet o Eulen.

Expulsión en junio

La reorganización del consejo de Gullón que reclaman Félix y Rubén Gullón tiene escasas posibilidades de éxito, dado que entre los dos suman poco más del 8% de las acciones. De producirse, sería la segunda en seis meses. Ambos fueron expulsados en junio junto al otro hermano díscolo, Hernán Gullón, y el consejo quedó reducido a solo cinco miembros.

Entonces, Teresa Rodríguez (nacida en 1942) dejó la presidencia ejecutiva de Gullón tras 36 años al frente del grupo para convertirse en presidenta de honor. La presidencia (no ejecutiva) recayó en uno de sus principales apoyos, su hija Lourdes, y el directivo de confianza de Rodríguez y segundo accionista con algo más del 20%, Martínez Gabaldón, ascendió a consejero delegado.

En junio también dejaron el consejo otros tres familiares directos de los dueños de la empresa: dos hijos de Martínez Gabaldón y el marido de la nueva presidenta; y entraron dos vocales independientes, en pos de la “profesionalización” de ese órgano, según Gullón. La vicepresidencia se mantuvo en manos de Salvador Ruiz Gallud, ex director general de la Agencia Tributaria con Cristóbal Montoro y socio de Equipo Económico, el despacho que fundó el exministro de Hacienda.

Ahora, dos de los tres hermanos díscolos (todos se mantienen como directivos del grupo) maniobran para recuperar poder en el consejo tras la expulsión de junio, que se venía fraguando desde hacía años y que fue una suerte de reedición 'light' de la catarsis de 2010.

Entonces, la matriarca del plan dio un golpe de mano tras la rebelión de sus tres hijos varones y sus dos hermanos, que en 2009 forzaron su cese como presidenta. Como respuesta, Rodríguez forzó una junta extraordinaria que pasará a los anales del vodevil empresarial español: tuvo que celebrarla junto a su hija y su directivo de confianza en el interior de un coche (un Mercedes negro: sus hijos no les dejaron entrar a las oficinas de Gullón). Rodríguez hizo valer su peso en el capital para ser nombrada administradora única y recuperar las riendas del grupo.

Por su parte, Martínez Gabaldón, que había sido despedido por los consejeros en rebelión (llegaron a querellarse contra él por apropiación indebida y estafa) volvió a la empresa tras declarar la justicia improcedente su despido y previo cobro de una indemnización de más de 10 millones de euros.

Breve tregua

Posteriormente, los tres hijos serían readmitidos en el máximo órgano de gestión de la compañía, pero la paz duró poco. Los hermanos díscolos (encabezados por el benjamín, Félix) no parecen dispuestos a ceder en su pretensión de ganar poder frente al ascenso de Gabaldón, cuyo peso en el accionariado ha crecido en los últimos años. El ahora primer ejecutivo de la galletera ha sido durante más de 30 años el principal apoyo de la matriarca en su política de crecer reinvirtiendo los beneficios (“Nunca hemos repartido dividendo”, afirmaba recientemente) y sin recurso al endeudamiento.

Rodríguez asumió con éxito los mandos de la empresa tras la repentina muerte en 1983 de su marido, José Manuel Gullón González, en un accidente de tráfico. Junto a su directivo de confianza (contratado en 1986), logró convertir a un grupo que entonces apenas empleaba un centenar de personas en la primera galletera independiente de España. La compañía con sede en Aguilar de Campoo, es uno de los mayores grupos alimentarios del país, con 1.600 empleados, presencia en 80 países y ventas de 360 millones en 2018.

El año pasado batió su récord de facturación, que prevé elevar a 380 millones este año y disparar hasta 600 millones en un lustro. En 2017, último ejercicio en el que presentó cuentas en el Registro Mercantil, Galletas Gullón logró un beneficio de 41,9 millones tras facturar 330 millones, lo que supuso un incremento de ventas cercano al 5%. Entonces lo atribuyó “al esfuerzo comercial realizado por la Sociedad y a la decadente situación económica que se está viviendo a nivel mundial de la que la industria galletera se ve beneficiada al comercializar productos alimentarios a bajo coste para el consumidor”.

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