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El fuerte crecimiento de las hipotecas provoca que los hogares vuelvan a aumentar su deuda con los bancos

Imagen de archivo de una vivienda en venta en Sevilla.

Diego Larrouy / Ana Ordaz

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La pasada crisis financiera llegó con un fuerte problema de endeudamiento de los hogares tras años de boom inmobiliario que acabó en burbuja. La fuerte deuda hipotecaria que arrastraban los españoles se fue reduciendo prácticamente de manera ininterrumpida desde hace más de una década, al amortizarse más hipotecas de las que se firmaban nuevas. Hasta este 2021. El montante de lo que deben los propietarios por sus viviendas, la mayor fuente de deudas para las familias, ha dejado de disminuir y ha vuelto a crecer. Lo hace, además, a un ritmo que no se veía desde hace más de una década.



El pasado mes de diciembre, los datos del Banco de España apuntaban al registro más bajo del endeudamiento hipotecario de los hogares. Eran 487.000 millones de euros. Desde entonces, son ya dos trimestres consecutivos en los que aumenta el total de lo que se debe a los bancos. A cierre del primer semestre de este año, la cifra aumentaba hasta los 491.000 millones. Es, en realidad, el nivel que había en marzo de 2020, cuando estalló la crisis sanitaria. Sin embargo, más allá de la magnitud del incremento, supone un cambio de tendencia a la evolución que había tenido el mercado hipotecario desde la pasada crisis, con el desendeudamiento de los hogares.

En las estadísticas que recoge el Banco de España, el nivel más alto se había alcanzado en 2011. Fue entonces cuando superó la barrera de los 630.000 millones de euros, un registro récord. Desde entonces se había ido reduciendo, con escasos trimestres excepcionales en los que aumentó. El ajuste alcanzó el 30%, reduciendo la carga financiera de los hogares y, entre otras cuestiones, permitiendo que los hogares pudieran asumir de manera más aliviada una situación como la provocada por la crisis sanitaria.

Ahora las tornas han cambiado. El confinamiento del pasado año provocó un freno en la formalización de hipotecas, aunque desde que la economía comenzó a levantarse los datos no han dejado de mostrar un crecimiento continuado. Las estadísticas del INE, actualizadas hasta el mes de julio de este año, muestran que en los siete primeros meses del curso se han formalizado hipotecas por valor de 32.000 millones de euros. Es el dato más alto en España desde el año 2010. De hecho, pese al freno del confinamiento, el registro de 2020 ya era muy similar al alcanzado en 2019, dando muestra de la resistencia que había tenido este negocio para los bancos.



Con este acelerado crecimiento de la formalización de nuevas hipotecas, la deuda de los hogares para la adquisición de vivienda ha dado la vuelta a los registros y ya se muestra en positivo, acumulando tres trimestres de crecimiento. Entre enero y junio, últimos datos del Banco de España, el saldo vivo –como se conoce al montante que los hogares todavía deben devolver de sus préstamos– ha crecido en casi 3.500 millones de euros. En valores relativos, el incremento semestral es del 0,7%, que, aunque pueda parecer pequeño, es el valor más alto alcanzado desde el primer semestre de 2010 y el segundo valor más alto desde finales de 2008.



Los datos contrastan con los de semestres anteriores, especialmente con aquellos en los que el ritmo de recorte de la deuda fue mayor, como en 2014 y 2015, cuando los hogares redujeron en casi 31.000 millones de euros en apenas 12 meses el montante total que se debía a la banca por la adquisición de viviendas.

Este curso y el final del pasado están siendo los del auge del negocio hipotecario en España, el principal para la banca dentro de su abanico de servicios, tras años dormido por la pasada crisis financiera. Entre enero y julio se han firmado 236.475 hipotecas en España, según los datos del INE. De nuevo, hay que remontarse a 2011 para encontrar un registro más alto en ese mismo periodo. Si se compara con el año previo a la pandemia, se ha firmado casi un 5% más de hipotecas pero por un importe conjunto que ronda un crecimiento del 15%. Es decir, más hipotecas y de mayor cuantía.

Tras la pandemia, además de acelerarse el ritmo de concesión de hipotecas y su cuantía se han hecho más patentes algunos cambios estructurales de este negocio que ya parecen asentados. La crisis sanitaria obligó a mantener los tipos de interés negativos durante mucho más tiempo del inicialmente previsto. Así, los bancos dejaron de apostar por las hipotecas a tipo variable, que hasta hace pocos años suponían la práctica totalidad de los contratos, y han centrado el tiro en las de tipo fijo. Las primeras supusieron en septiembre apenas un 32% de las hipotecas concedidas, el nivel más bajo nunca antes alcanzado. Las fijas son ya el 68%. Hace cinco años, esos porcentajes eran a la inversa.

Además, debido a los citados tipos de interés en negativo y a la guerra que han abierto los bancos por las hipotecas a tipo fijo, el interés que se aplica a las nuevas hipotecas no ha dejado de caer y, aunque con fluctuaciones de mes a mes, se sitúa en los mínimos históricos de las estadísticas del INE. En el último dato, de julio, las hipotecas se cerraron de media a un 2,5%, siendo más baratas en el caso del variable, al 2,19%, y algo más caras a tipo fijo, con el 2,72%.

Los hogares españoles no solo han dejado de reducir sus deudas en cuanto a créditos hipotecarios. También aquellos vinculados al consumo están aumentando el pasivo de las familias, según figura en las citadas estadísticas del Banco de España, aunque este fenómeno se viene apreciando ya desde antes de la pandemia. La deuda por este tipo de préstamos con los que se financia la compra de bienes como vehículos o electrodomésticos alcanzó en el mes de julio los 93.300 millones de euros, recuperando la senda que se alcanzó a finales de 2019 y que se truncó con la pandemia. Por ponerlo en perspectiva, es el segundo mayor dato de deuda por este concepto desde el año 2009.

En conjunto, los hogares españoles deben a los bancos algo más de 648.000 millones de euros. El dato ronda el que había hace dos años y sigue siendo muy inferior al que llegó a haber en España tras la pasada crisis financiera, cuando superó los 820.000 millones. Sin embargo, la tendencia muestra que la reducción de la deuda de las familias, al menos por el momento, se ha terminado.

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