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Qué hay detrás de los rankings de “mejores ciudades para teletrabajar” en los que España sale tan bien parada

Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, en la portada de Nomadlist

Analía Plaza

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Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria entraron la semana pasada en el ranking de diez mejores destinos para teletrabajar de Nomadlist. El hito —temporal, porque el listado se actualiza a diario y ambas ciudades han bajado ya a los puestos 7 y 14— fue resaltado por la consejería de turismo de las islas. “Nos ayuda a generar notoriedad de la marca, contribuyendo a posicionar las Islas Canarias en el top of mind [en lo alto de la mente] del segmento remote workers [teletrabajadores]”, dijo la consejera, Yaiza Castilla. Alberto Ávila, director de proyectos de comunicación de Turismo de Islas Canarias, considera que si han conseguido meter dos destinos en el top ten es porque llevan más de un mes haciendo campaña entre teletrabajadores.

“Hemos desarrollado varias acciones muy relevantes. Un grupo de teletrabajadores de Wifi Tribe [otra comunidad de ”nómadas“] lleva seis semanas aquí, estamos dando información sobre el destino y sus puntos fuertes a los medios que nos lo piden... La reputación se consigue con tiempo, pero que Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife entren sin haber empezado la parte fuerte del plan de promoción es relevante. Nos dio satisfacción y nos permite saber que los teletrabajadores ven lo mismo que nosotros”. El Gobierno canario dedicará medio millón de euros en los próximos meses a acciones de promoción para este perfil. Entre otras, contenido patrocinado en medios, nuevas fotografías del destino para “seducir” al cliente e identificación de prescriptores que comuniquen al mundo por qué elegir Canarias.

La comunidad de Nomadlist está formada por más de 15.000 'nómadas digitales' y teletrabajadores que pagan 60 euros al año por funcionalidades premium, como un chat y eventos exclusivos. Los miembros votan una serie de cualidades de cada ciudad. Como las reseñas de Google, pero con más detalle y para un público concreto. Tenerife, por ejemplo, saca un 4,37 sobre 5: destaca en sanidad, vida nocturna, disponibilidad de lugares desde los que trabajar, 'caminabilidad', velocidad de internet y diversión. Sale peor parada en nivel de inglés, humedad (“confortable: 81%”), wifi gratis y escena startup. Las Palmas, que tiene un 4,18 sobre 5, obtiene puntuaciones similares pero falla en la “tolerancia racial”. Las actuales ganadoras son Lisboa, Canggu (Bali), Bangkok, la ciudad de México y Estambul.

Nomadlist es un negocio muy, muy rentable. Lo fundó Pieter Levels, un desarrollador autodidacta holandés, hace seis años, cuando aún tenía 28. Levels es el arquetipo de nómada digital: lo dejó todo y se fijó como objetivo lanzar 12 startups en 12 meses, mientras recorría el mundo. Desde entonces, comparte sus logros y avances en un blog. Sus dos principales proyectos, Nomadlist y Remote OK —una web de trabajos en remoto— son abiertos, lo que quiere decir que sus métricas están disponibles para quien las quiera ver.

Las más jugosas son las de ingresos. Según sus propios datos, Remote OK lleva 464.000 dólares facturados este año y Nomadlist, 338.000. El objetivo es llegar a medio millón con cada una y facturar un millón anual en total. No está nada mal teniendo en cuenta que Levels no tiene empleados, que solo contrata autónomos de vez en cuando. Respecto a los costes, él mismo señala en la web que el mantenimiento técnico (alojamiento, seguridad, servicios de mapas, envío de newsletters, etc.) puede ascender a 50.000 dólares anuales.

Nomadlist ingresa dinero de las suscripciones y de la publicidad. Todos los anuncios que aparecen de ejemplo son de servicios (coworkings, seguros para 'nómadas digitales') y en ningún sitio aclara si acepta publicidad de destinos (imaginemos, por ejemplo, que Madrid quisiera competir con Tenerife y Lisboa y se planteara poner un anuncio aquí). Poner un anuncio cuesta mil dólares semanales y no hay posibilidad de negociación. “¿Quieres una llamada con ventas? No podemos, pero tú puedes crear tu propio anuncio en esta página. Nos hemos cansado de tratar con comerciales que quieren negociar precios y términos legales sin razón. Preferimos pasar nuestro tiempo desarrollando software, invirtiendo nuestro presupuesto en el producto”, reza el apartado de publicidad de la web.

Es la misma política que sigue con los medios: Levels no da entrevistas —“preferimos centrarnos en hacer Nomadlist mejor” —, ni siquiera tiene email. La única forma de preguntarle algo es por Twitter y en abierto. Es una forma de optimizar. “Los mensajes privados son largos y vagos”, explicó el holandés. “Los mensajes públicos y de menos de 140 caracteres mantienen a la gente concisa y enfocada”.

Así que, para bien o para mal, Canarias, que “aspira a convertirse en destino base de Europa para remote workers”, tiene cierta dependencia de su posición en un ranking diseñado por una única persona con la que no se puede hablar. “Estar es muy importante, pero no fundamental”, aclara Ávila. “Si un destino cae en la lista puede parecer un drama, pero no es exactamente así. Si bajas no es un desastre: tu destino es el mismo que ayer. Hay que analizar la posición a medio plazo. Si lo hacemos bien, estaremos siempre en puestos de cabecera”.

Rankings para todo

El de Nomadlist no es el único listado de “mejores ciudades” que existe. Hace pocos días, medios internacionales y nacionales se hicieron eco del ranking de InterNations, otra comunidad que realizó una encuesta a 15.000 personas sobre lugares para vivir como “expatriado”. La encuesta es de antes de la pandemia, por lo que InterNations avisa de que “las condiciones de vida pueden haber cambiado”. España sale sorprendentemente bien parada: Valencia está en el puesto número uno, Alicante en el dos, Málaga en el seis y Madrid en el nueve. Lisboa ocupa el tercero.

“La Península Ibérica va por delante”, observa el informe. Valencia destaca por ser “asequible, disponer de sanidad, opciones de ocio y buen tiempo”, aunque un francés encuestado recalca que “siempre ha sido complicada en términos de empleo”.

El documento incluye distintas categorías: clima, transporte, seguridad, salud y medioambiente, amabilidad de la gente, ambiente laboral y balance entre trabajo y vida, vivienda y coste. Es un ranking sin más metodología que una encuesta (que no es pública) a una serie de gente registrada en una web o que ha accedido a través de sus redes sociales. “Los resultados se publican en forma de un ranking formado por varios índices: calidad de vida, facilidad de asentarse, trabajo desde allí, vida familiar y finanzas personales”, aclara una portavoz de InterNations. “Se pidió a los participantes que puntuaran 48 factores sobre la vida fuera (la amabilidad de la población local, si la sanidad es asequible...) del uno al siete”. Cada factor tiene el mismo peso y termina dando forma al listado final.

Fuentes expertas en inversión extranjera destacan que el ranking de InterNations no tiene ninguna validez. Y que el problema de estos rankings es su uso según salgas en la foto. Valencia, Alicante, Málaga y Madrid pueden estar contentas este año, pero París, Londres y Roma no: la encuesta las sitúa entre las peores ciudades del mundo para expatriarse.

Estudios sobre ciudades hay muchos: de consultoras, de escuelas de negocio, de portales web, de bancos, de revistas como The Economist o Monocle. Más de 300, según la inmobiliaria Jones Lang LaSalle, que tiene un centro de estudios dedicado a la materia. Aunque tradicionalmente se han centrado en las capitales y grandes urbes, internet ha abierto la puerta a que ciudades medianas, fuera del radar tradicional, puedan mostrar sus atractivos. Aparecer en según qué listado es relevante para atraer inversión, estudiantes y profesionales, y muchas empresas usan la información para abrir nuevas sedes o enviar a sus empleados. A las ciudades les interesa analizar si salen, cómo y en qué posición, por si hubiera que mejorarla. Tanto Madrid como Barcelona tienen estudios propios sobre sí mismas y su desempeño en los rankings.

Aunque las metodologías no están exentas de escrutinio, rara vez se cuelan en las noticias sobre qué ciudad es mejor. Este verano, uno de los rankings más reputados sobre la facilidad para hacer negocios —el informe Doing Business del Banco Mundial— dejó de publicarse por descubrirse irregularidades en sus datos. Según el Financial Times, los cuatro países más afectados por dichas irregularidades eran China, Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y Azerbaiyán. Tanto Arabia Saudí como China habían dado un salto en sus posiciones en los últimos años. La idea es que, una vez los Gobiernos saben cómo funciona el ranking, pueden retocar ciertas regulaciones para subir.

El caso más flagrante es el de India. La obsesión de su primer ministro, Narendra Modi, por escalar posiciones, le llevó a priorizar pequeños cambios en lugar de hacer reformas para mejorar de verdad la economía del país. Otro ejemplo discutido es el de Chile, que cayó del puesto 34 al 55 en 2014 y provocó la dimisión de Paul Romer, economista jefe del Banco Mundial. Romer sugirió que la caída había sido deliberada porque al organismo no le gustaba la entonces presidenta socialista Michelle Bachelet. España, por cierto, siempre sale mal en la variable “facilidad para la apertura de un negocio”. Según Doing Business, es más fácil hacerlo en Rumanía, Burkina Faso, Senegal o Ucrania que aquí.

¿Son perniciosos los rankings urbanos, como se ha visto que Doing Business lo fue? La principal crítica académica que se les hace es que los diseñan, conducen y publican empresas. Con sus sesgos, su propia definición de “habitabilidad” y el peligro de que las políticas se hagan pensando en salir en la foto y no tanto en mejorar las vidas de quienes viven allí. Ya que parece que los rankings llegaron para quedarse, sugieren dos profesores de la University College of London en The Conversation, “es vital cubrir las lagunas que tengan los datos y construir la investigación sobre evidencias en vivienda, infraestructuras, espacios públicos, desigualdad social, resiliencia económica, calidad del Gobierno y finanzas públicas. La investigación debe mantenerse actualizada y ponerse a disposición de todo el mundo”. En su opinión, más que los índices de sentimiento (encuestas o reseñas, como InterNations y Nomadlist) el camino lo marcan los observatorios urbanos nacidos en el ámbito académico que incluyen datos abiertos para que terceros (analistas, empresas y cualquier ciudadano) los utilicen. Dan dos ejemplos: este, de la Universidad de Newcastle, y este, más completo, de la región de Gauteng en Sudáfrica.

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