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Sobre este blog

Un espacio dedicado a conocer historias y experiencias reales a las que se enfrentan los inquilinos al alquilar una vivienda. Si tienes algo que contar, escríbenos a alquiler@eldiario.es y hablaremos sobre tu historia.

Vivir en una ciudad turística: 400 euros de alquiler en invierno y 1.500 en verano

El precio de la vivienda en alquiler sube un 1,7% en Euskadi en el segundo trimestre, hasta 11,8 euros/m2 al mes

Antonio, Jorge y Rubén

Mi empleo es en un restaurante de alto standing con cocina de autor y precios desorbitados. El sueldo no está en esas alturas claro, pero el restaurante se sitúa en una zona de gran poder adquisitivo de San Roque, Cádiz, en Sotogrande. Aunque los precios de alquiler en los pueblos de alrededor no son tan absurdos como en Madrid capital, es muy complicado encontrar alquiler para larga temporada, entiéndase año completo o más, porque al ser zona de costa en verano los precios se disparan espantosamente. En invierno los precios rondan los 400 euros por un estudio, o incluso por un piso con una o dos habitaciones siempre que sea de septiembre a junio. Mientras, en julio y agosto ascienden a unos 1.500 euros.

Puedes alquilar un buen piso, completo y coqueto a buen precio de septiembre a junio, pero en julio y agosto solo vacacional, así que buscan maestros y profesores que solo se tengan que quedar ese tiempo. ¿Qué hacemos los demás? Cuando por fin encuentras algo que se adapta a tus necesidades de larga temporada te piden fianzas de dos o tres meses, además de tener que pagar los servicios de una inmobiliaria en caso de que hayas tenido que recurrir a ésta, y ser el número treinta de una cola enorme de gente interesada.

En una ocasión vi una oferta muy interesante, lo que quería y barato. Al parecer el dueño no era consciente de los precios actuales. En seguida se enteró de su error cuando le llovieron ofertas, en las cuales algunos le daban hasta un año de adelanto del alquiler. ¿Quién puede competir con eso? Lo que pagaba antes por un piso de una habitación ahora lo piden para un estudio, pero el sueldo sigue fijo año tras año. 

Al recurrir a una inmobiliaria esperas que cojan tus datos y te llamen en cuanto tengan algo que se adecue a tus necesidades, pero no, o no me llaman o si por fin lo hacen, después de comprobar los requisitos una y otra vez antes de molestarme en darme cita, me dicen, después de ver el piso y dar el visto bueno, que no se admiten mascotas. ¿Para qué me llamaron tres veces para comprobar mis requisitos? No lo sé. 

Conclusión: precios disparados con respecto a años anteriores, mal servicio de inmobiliarias, y los privados solo están interesados en subirse a la burbuja. En conjunto es un panorama desolador.

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Mi hijo vivió ocho meses de alquiler en un estudio minúsculo en Palma de Mallorca por el que pagaba 600 euros. Cuando llegó el verano le subieron el precio a 1.200 euros. Se tuvo que ir porque él no puede pagarlo, aparte de que no lo vale. Donde vivía era un piso y el dueño hizo dos estudios para alquilar. Por lo menos el de mi hijo tenía una terracita. El otro ni eso, pero también piden 1.200 euros. 

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Mi hijo, junto a unos compañeros, alquila un piso en Donosti, donde cursa estudios, a través de inmobiliaria. Los recibos de agua y gas nunca estuvieron a nombre de los inquilinos. Era la dueña la que periódicamente les enseñaba los recibos para que pagaran los importes. Los meses de julio y agosto debían desalojar el piso pues ella lo alquilaba a veraneantes. En septiembre volvían a entrar. En alguna ocasión a finales de junio se presentaba con la excusa de limpiar para que fueran saliendo para dar entrada a los veraneantes.

Durante unas vacaciones de Semana Santa entró sin permiso en el piso. No lo negó y cuando se le afeó su conducta tuvo la desfachatez de insultarles y amenazarles. Hubo que cambiar la cerradura. Al final del contrato se negó a devolver la fianza. Hubo que recordarle que se exponía a una denuncia por no tener declarado el piso.

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