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El Parlamento Europeo avanza hacia la aprobación del TiSA, el ‘TTIP de servicios’ entre la UE y 22 países

Manifestantes contra el TTIP y el TiSA en Berlín. Foto: cc Cornelia Reetz vía Flickr

Pablo García

El informe sobre el TiSA (Trade in Services Agreement, en inglés), el acuerdo comercial sobre servicios negociado secretamente entre la UE y otros 22 países hasta abril de 2014 –cuando fue filtrado por Wikileaks-, ha pasado uno de sus trámites más cruciales, el voto de la comisión de Comercio Internacional (INTA) en el Parlamento Europeo. INTA delibera sobre la multitud de tratados de libre comercio e inversión que la UE negocia con diferentes países del globo. Esta vez, a diferencia de lo ocurrido con el TTIP, ha aprobado por una holgada mayoría (33 votos a favor, seis en contra) que el acuerdo vaya a la sesión plenaria.

Se opusieron solo la izquierda (GUE) y la extrema derecha europea, y eso que el TiSA, que se empezó a abordar en abril de 2013, ha sido objeto de críticas más severas incluso que el TTIP (el tratado que ultiman la UE y Estados Unidos) por parte de sus detractores por su opacidad.

El TiSA congrega a 23 países o áreas económicas que suponen el 70% del comercio mundial de los servicios; está la UE, pero también Australia, Canadá, Chile, Taiwán, Colombia, Israel, Japón, México, Pakistán, Estados Unidos, Turquía… 

Peligro inminente

El informe de opinión elaborado por la eurodiputada del Partido Popular Europeo y ex comisaria Viviane Reding, el cual se someterá a votación en Estrasburgo a principios de febrero, dice que el TiSA busca incidir sobre contratos públicos, telecomunicaciones, transportes o sectores financieros. El objetivo declarado de la UE es reducir los aranceles, que solo son del 6% en la Unión para inversores extranjeros frente al 44% en Turquía o el 25% en Corea del Sur.

Pero sus detractores advierten de un peligro inminente sobre los servicios públicos. Sus partidarios rechazan esa amenaza, y apelan a la “exclusión clara y explícita” recogida en el texto que concierne “a todos los servicios públicos tales como educación sanidad, servicios sociales, seguridad social y servicios audiovisuales”.

Esas reservas incorporadas a última hora han llevado a votar a favor a los Verdes, que probablemente se opondrán en la votación final de febrero. “Fue un voto táctico para facilitar la negociación europea”, explica el eurodiputado de ICV Ernest Urtasun, que no participó en la votación de INTA y es contrario al TiSA. Otros miembros de la delegación ecologista defienden que el debate vaya al pleno.

Lola Sánchez, de Podemos, que votó en contra en la comisión parlamentaria, cree que la ponente Viviane Reding hizo un “astuto trabajo” para ganarse a los Verdes. “Se trata de un tratado sumamente peligroso, que amenaza de verdad la privatización de servicios públicos. La eliminación, por ejemplo, de una de las cláusulas impedirá remunicipalizar ciertos servicios locales”.

Con todo, una amplísima mayoría votó a favor, dejando solos al GUE y a la extrema derecha de la francesa Marine Le Pen (también miembro de INTA). Sus defensores ensalzan las modificaciones de última hora en defensa de lo público, la supresión de aranceles (el argumento de manual de los tratados de libre comercio), la protección de datos o el movimiento de trabajadores. Para prevenir problemas relacionados con el flujo migratorio de personas, otra cláusula prevé limitar la acogida de la UE a “personas altamente cualificadas”.

“Los socialistas defenderemos siempre que el comercio beneficie a la ciudadanía y que garantice los derechos de los trabajadores independientemente de su país de origen y respetando también la igualdad de retribución”, destaca Inmaculada Rodríguez-Piñero, del PSOE. “Esta resolución es fruto de un gran consenso por parte de todos los grupos parlamentarios, a excepción de la extrema derecha y de la izquierda unitaria”.

Más efusivos son los liberales de ALDE, la familia a la que pertenecen Ciudadanos, Convergencia o UPyD. “El TiSA es esencial para actualizar las reglas del comercio de servicios en el siglo XXI”, ensalza la holandesa Marietje Schaake. “Los cambios tecnológicos y la digitalización han alterado completamente la manera de proveer servicios a lo largo de las fronteras. La UE es el mayor proveedor del mundo, así que el TiSA solo puede ser una oportunidad”.

Desde el punto de vista del impacto mediático, el TiSA está a años luz del TTIP, en el que la oposición de algunos actores dificulta su conclusión para 2016, como estaba previsto. La sociedad alemana, de acuerdo con las encuestas, no quiere el tratado con EEUU y el Gobierno francés no está dispuesto a transigir con cualquier texto.

Pero la transparencia del TiSA aparece muchos escalones por debajo del TTIP. “El informe no sólo da un visto bueno a unas negociaciones cuyo contenido preciso no conocemos, sino que apuesta por una completa liberalización de servicios clave como la energía o el transporte, por la relajación de los derechos laborales, y por el libre intercambio de datos personales entre empresas privadas”, lamenta la eurodiputada de IU Marina Albiol. Solo en julio de 2014 la Comisión Europea, que negocia los tratados de libre comercio en nombre de toda la UE, abrió una web relativa a las discusiones con los demás países.

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