Los problemas del banco de Orange: ruptura con su socio, ampliaciones de capital y más de 600 millones en pérdidas
Año 2017. Orange se adelanta a todos sus competidores y se convierte en la primera operadora de telefonía que se adentra en el negocio bancario. Orange Bank nacía en Francia con una apuesta arriesgada, con el objetivo de convertirse en la cuenta corriente de sus clientes y captar nuevas vías de ingresos. El lanzamiento tuvo un fuerte impacto tanto en el sector de las telecomunicaciones como en el bancario, que veía la entrada de una marca fuerte como competidora en los servicios básicos financieros. El neobanco no ha cumplido cuatro años pero ya vive un terremoto interno, con el anuncio de la ruptura entre socios.
Los tres primeros años del banco han estado centrados en su expansión, que incluyó su lanzamiento en España en 2019 donde ha ofrecido altas condiciones de remuneración de sus cuentas para captar clientes en comparación con otras entidades. Abierto solo a usuarios de la operadora, ha logrado contar con 70.000 cuentas en España. Hasta el 2017, las telecos únicamente se habían atrevido con la financiación de la compra de dispositivos y con pequeños créditos al consumo, pero Orange decidió dar un paso más al adentrarse en las cuentas corrientes, las tarjetas de débito y en la remuneración de los ahorros. Tras ello, otras operadoras han dado pasos. En España, por ejemplo, Movistar Money nació como una herramienta de préstamos al consumo, en alianza con CaixaBank. MásMóvil, por su parte, anunció recientemente su intención de convertir su filial con Cetelem en una plataforma de servicios financieros
En su origen Orange Bank nació como la gran apuesta de la compañía francesa por diversificar sus ingresos, ante el freno del negocio de las telecomunicaciones. Tres años después, los resultados no han sido hasta la fecha los esperados y, aunque se contaba con un negocio en pérdidas en los primeros ejercicios, han superado las expectativas y se sitúan ya en 643 millones de euros. Se esperaba que en 2023 se llegara al equilibrio en las cuentas, pero el impacto de la pandemia ha obligado a retrasar esta fecha.
El origen de Orange Bank se remonta a 2016, cuando Orange adquiría el 65% de Groupama Banque, la filial bancaria de la aseguradora con el mismo nombre, que se quedaba con el otro 35% de la filial. Desde entonces se han captado 1,2 millones de clientes, aunque una parte importante procedían de los productos ofrecidos por Groupama. Pese al importante número de clientes, no ha alcanzado hasta el momento sus objetivos y no ha logrado evitar el gran volumen de pérdidas, algo que ha precipitado la ruptura entre los dos socios.
La empresa ha tenido que ser rescatada por sus accionistas hasta en tres ocasiones en algo más de un año con ampliaciones de capital, según ha informado el diario Le Monde. En la última ampliación de capital, celebrada a finales de 2020, Groupama se negó a entrar, con lo que su participación ha bajado en la sociedad hasta el 22%. “Hemos pedido a Orange un reequilibrio, el banco perdió más dinero del que habíamos previsto”, apuntó el consejero delegado de Groupama, Thierry Martel.
Pero no solo las grandes pérdidas han roto las relaciones entre Orange y Groupama. Desde el principio, ambos grupos han hecho un uso diferente de la filial conjunta, con servicios diferenciados e, incluso, distintas marcas (Orange Bank y Groupama Banque). También han existido fuertes diferencias estratégicas, especialmente las vinculadas a la expansión internacional. Orange Bank, tras Francia y España, ha debutado ya en Costa de Marfil y tiene intención de llevar el servicio a otros países africanos y a los mercados donde opera en Europa del Este. Sin embargo, Groupama ha defendido que la intención original era circunscribirse únicamente a Francia y España. A ello se suma que Orange busca incrementar los servicios que ofrece en su neobanco. “Entiendo bien que Orange tenga interés en ello, pero no es la historia de Groupama, por eso les he dicho: 'compren nuestra parte, recuperen las riendas y engorden Orange Bank”, señalaba Martel en unas declaraciones recogidas por Le Monde.
Al mismo tiempo, Orange ha constatado su ruptura con Groupama y ya busca nuevos socios que ocupen el lugar de la aseguradora en el accionariado de su neobanco. En una entrevista publicada la semana pasada por Le Figaro, el consejero delegado de Orange, Stéphane Richard, defendió que Orange Bank sigue siendo “un proyecto estratégico” para la compañía y que, por ello, buscan a un nuevo socio, preferentemente del sector bancario. “La prioridad es desarrollar Orange Bank con un socio que comparta nuestras ambiciones y contribuya a nuestro proyecto industrial”, aseguró el directivo. El directivo tuvo que salir al paso con esta entrevista ante las informaciones de distintos medios como Le Canard Enchaîné que apuntaban que la filial estaría en venta.
El divorcio ha tenido protagonismo en los últimos días en la prensa económica francesa. No en vano la principal operadora de telecomunicaciones del país y una de las más importantes aseguradoras han mostrado públicamente su divorcio tras apenas cuatro años de sociedad. Ahora se ha abierto un proceso por el cual, presumiblemente, Orange acabará recomprando la participación de Groupama y buscará un nuevo socio. Según informan medios del país vecino, el valor de la participación de la aseguradora rondaría los 100 millones de euros y, entre los interesados por entrar en el accionariado de Orange Bank se situarían las principales entidades financieras del país: BNP Paribas, Société Générale o Crédite Agricole.
Orange ha abierto la puerta a continuar en solitario si no se logra un acuerdo para un nuevo socio, pero Richard reconoció en la citada entrevista que al no ser la banca el negocio tradicional de la compañía, se preferiría una alianza con una entidad que aportara su experiencia. El director ejecutivo de la teleco descartó vender la filial pero los medios mantienen que Orange estaría “preparada” para perder su posición de control en el accionariado del banco digital. Al tiempo que se ha fraguado esta ruptura, la compañía ha seguido apostando por su banco y a comienzos de este año se ha cerrado la adquisición de un competidor en Francia, Anytime, especializado en pymes, para entrar en el negocio corporativo.
Lejos de las cifras de ingresos previstas
Los resultados de la matriz Orange, presentados hace unas semanas, muestran las complicadas cuentas del negocio bancario. De los más de 600 millones de euros en pérdidas que ha tenido la entidad, solo en el último año, 2020, ha restado al grupo 195 millones de euros en el resultado de explotación, agravando un año complicado para su negocio tradicional, el de las telecomunicaciones. El banco reconoce que el incremento de clientes se ha producido, fundamentalmente, debido a que se ha incorporado en esta filial a aquellos consumidores con seguros de sus móviles, más allá del negocio puramente bancario.
En lo que respecta a España, la compañía ha destacado que “se han superado los objetivos” en el primer año completo que ha funcionado, 2020, tal como defendió el consejero delegado del grupo, Jean François Fallacher, en una reciente entrevista en El País. Actualmente gestiona 100 millones de euros en depósitos de 70.000 clientes. “Además de su éxito como neobanco, no hay que olvidar las importantes sinergias con Orange como operador ya que supone ofrecer servicios adicionales a nuestros clientes”, señaló entonces el responsable de la filial española, recordando los 200 millones de euros en financiación para la compra de móviles. Orange España va a ampliar sus servicios financieros tras anunciar una alianza con Zurich para ofrecer seguros de vida a sus clientes residenciales.
Los datos de la compañía muestran, sin embargo, lo alejados que se encuentran a día de hoy los objetivos que se había marcado la entidad cuando echó a andar en 2017. Se fijó para 2023 la meta de alcanzar dos millones de clientes y 500 millones de euros en ingresos. Sin embargo, a cierre de 2020, el ingreso bancario neto fue de 79 millones de euros y la cifra de clientes en España y Francia todavía se sitúa en 1,2 millones. Además, aunque nació como un servicio principalmente gratuito para los clientes de la compañía de telecomunicaciones, el banco ha tenido que dar su brazo a torcer y transitar hacia un modelo de pago. Así figura en las cuentas financieras de la entidad, donde destaca que el 90% de los nuevos clientes lo son de pago en el último trimestre del año, frente al 30% que lo eran en el mismo periodo del año anterior. Esta era una reivindicación de Groupama, que apostaba por un modelo de pago. Como ha asegurado en ocasiones el responsable de la aseguradora: “una oferta gratuita no funciona en un mundo de tipos de interés negativos”.
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