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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González
ENTREVISTA

“La vivienda debe ser como el pan”

Raquel Rodríguez Alonso y Mario Espinoza Pino.

Marina Estévez Torreblanca

La fuerte vinculación entre la economía española y el sector inmobiliario se forjó como modelo en los años del desarrollismo franquista, y se consagró con la entrada de España en la Unión Europea, donde una clara división del trabajo especializó a este país en el turismo y las finanzas. Las políticas de vivienda de los sucesivos gobiernos no han hecho sino bendecir este esquema que promueve la propiedad por encima de cualquier otra consideración. La vivienda se contempla como inversión y no como derecho fundamental.

En este contexto, el estallido de la burbuja en 2007 dio paso a un paisaje social marcado por la deuda, los desahucios y la penuria de una parte importante de la población. La arquitecta y profesora de la Universidad Politécnica Raquel Rodríguez Alonso y el investigador social Mario Espinoza Pino han analizado los problemas de este modelo en el libro “De la especulación al derecho a la vivienda: Más allá de las contradicciones del modelo inmobiliario español” (editorial Traficantes de Sueños).

Entre las soluciones que proponen para conformar un modelo basado en el derecho a la vivienda y a la ciudad, la elaboración de un censo del parque de viviendas sin uso que sancione o penalice las casas vacías en núcleos urbanos con problemas residenciales. Consideran que la estrategia pasa por intervenir el mercado inmobiliario, de manera que los procesos de especulación en marcha puedan detenerse y controlarse. Y mencionan la fiscalidad como una de las herramientas para ello.

Del nuevo gobierno que de manera inesperada se ha conformado esta misma semana, presidido por Pedro Sánchez, con los votos, entre otros, de Unidos Podemos–En Comú Podem–En Marea, esperan mejoras en la política de vivienda, pero no radicales. Recuerdan que tanto los socialistas como los de Pablo Iglesias han presentado iniciativas parlamentarias para reformar la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU). Pero también pide Espinoza que “no se nos olvide que el PSOE cabalgó la burbuja inmobiliaria” y añade: “dudo mucho que vayan a desafiar modelo inmobiliario que tenemos”.

En vuestro libro hacéis un repaso de las estrategias especulativas que han caracterizado el modelo inmobiliario español. ¿Tenéis la sensación de que se está volviendo a inflar la burbuja?

RRA: No es la misma historia, la consecuencia del estallido de anterior burbuja es que el sistema salta por los aires. Anteriores burbujas estaban basadas en que la vivienda era un bien primera necesidad de la clase media e implicaban al conjunto de la población. Ahora el contexto es diferente. Hay burbuja de alquiler. No son las mismas reglas del juego, ni los mismos agentes.

MEP: Es verdad que no podemos comparar lo que estamos viviendo ahora con las otras tres burbujas en desarrollo y modelo de construcción de ciudad. Pero lo que sí me parece es que se repite en el sector financiero-inmobiliario una estrategia y un modelo especulativo. No funciona de la misma manera porque ni los niveles de crédito son los mismos, ni las promotoras tienen la capacidad que tenían hace años para hacer macropromociones. Lo que no implica que no haya enclaves que estratégicamente puedan ser explotables como los de la Operación Chamartín. Más que burbuja creo que tenemos que hablar de burbuja o explotación especulativa por sectores. Pero si burbuja es que haya intencionalidad especulativa, son muchos los movimientos que están dando esta definición.

Pero sí se está usando la vivienda como bien especulativo. Desde este punto de vista las cosas no han cambiado demasiado a pesar de los problemas de los últimos diez años.

RRA: Para devolver la vivienda a su lugar, es decir, a la idea de que es un bien de uso, hay que contar con la complicidad de todos los partidos, pero también de los ciudadanos. Cuando tú has estado durante 50 años convenciendo a la población de que invierta sus ahorros en vivienda con qué argumento vas a llamarles ahora especuladores, aunque nosotros lo relatemos así en el libro. Creo que debemos ir más en el sentido de describir un proceso que de señalar culpables.

La vivienda debe ser como el pan. Pero para eso necesitamos que todo el mundo lo entienda. Y eso es un proceso bastante más largo. ¿Dónde está la subida de precios? Probablemente en el relato que se construye, también por parte de los medios, durante mucho tiempo. Tenemos que convencer a todo el mundo de que esto es un derecho y un problema de todos.

MEP: Que sigue habiendo un problema especulativo está claro. Sigue habiendo desahucios, vienen nuevos agentes como los fondos buitre, las socimis, para especular. El problema es que son 50 años de construcción de cultura de la propiedad y desde luego tenemos una serie de élites neocaciquiles que son derivadas del franquismo que siguen existiendo y siguen comerciando con la vivienda. Si hiciéramos esa mirada histórica de quienes son los promotores y si hiciéramos un seguimiento hacia el pasado veríamos raíces muy fuertes en los grupos financieros den presente y el pasado.

Y la propia política no deja de estar condicionada por las oligarquías territoriales, que son las que han manufacturado el modelo productivo de ese país. Por eso es tan difícil convertir la vivienda en un derecho básico, porque si tu has construido tu tejido productivo en la construcción, cuestionarlo, cuando hay un modelo de división del trabajo europea perfectamente definido implica destruir consensos y construir otros nuevos. Para ello haría falta una voluntad política enorme. Pero no olvidemos que los partidos están atravesados por intereses económicos también y funcionan de esa manera.

¿Cuáles serían para vosotros las medidas básicas, teniendo en cuenta que un cambio de modelo productivo sería tan complicado?

RRA: La forma más sencilla de disciplinar es la fiscalidad. Ahí el competente es el Estado. Cuando se habla del famoso impuesto de viviendas vacías, en Madrid ni está ni se le espera porque no hay desarrollo reglamentario. La fiscalidad aplicada a las socimis, entendida también como forma de reeducar la política de vivienda. Todo el modelo de vivienda actual, convencer a todos los ciudadanos de que fueran propietarios, tuvo una pata fiscal fundamental.

MEP: La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) es uno de los núcleos del problema, y debería ser reformada. También realizar un censo de viviendas vacías. Y concebir de manera integral las políticas de vivienda. No pueden estar despegadas de las políticas sociales, del entorno en que se inscriben. Debería también redistribuirse el papel de los agentes. Desde 1957 los papeles se han distribuido de manera muy similar: la administración pública planea, el sector privados ejecutan, los técnicos viabilizan y la ciudadanía consume el producto final (si puede consumirlo).

Cuando se diseñan políticas urbanas debería haber participación de la ciudadanía y de movimientos del entorno. En esa distribución quien debería salir disciplinado es el brazo privado que nos ha llevado a una crisis económica tan brutal. Y generar un mínimo parque de alquiler social público, del que no se dispone por el modelo propietarista que permita posibilidades en momentos de emergencia social.

¿Cómo creéis que está afectando el alquiler turístico a la subida de precios de la vivienda?

RRA: Creo que es un problema absolutamente localizado en el centro de las ciudades. Su incidencia en el crecimiento del precio es local. Es más importante centrarse en el problema global. No creo que si acabamos con ellas de repente se vaya a acabar la tensión del precio. Ni siquiera es una historia nueva. Los centros de las ciudades son polvorines: todo lo que pasa está en el centro.

Para mí el problema es el descontrol en la fiscalidad en estos alquileres turísticos. Y que no construimos nuestras ciudades para que los turistas vengan a visitarnos un ratito, sino para que nuestros ciudadanos vivan en ellas.

MEP: En las ciudades neoliberales asistimos a estrategias cada vez más intensivas de branding urbano, de museificación de los centros de las ciudades. Al tiempo se procede a la degradación de las zonas periféricas, hay un aumento del desequilibrio urbano. Cada vez la ciudad está más ordenada por clases sociales, pero el ascensor que te lleva de una clase a otra, de un barrio a otro, cada vez está más averiado.

Además se apropian de un espacio, lo que valoriza el capital turístico es la vertiente cool de los barrios. En Los Ángeles hay guerrillas contra la gentrificación. Asistiremos a una elevación de la conflictividad en ese sentido. Para acabar con la turistificación hace falta la administración pública, pero también movimientos que visibilicen y exijan una intervención.

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