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De los campos de Ecuador a tu café: el viaje de 8.500 kilómetros del azúcar responsable

Foto: John Schnobrich.

Iria Calvo

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Las manos de Mariuxi llevan más de dos décadas en contacto con la tierra, a la que mima y aprecia. Esta campesina de 41 años ha dedicado la mitad de su vida al cultivo y tratamiento de la caña de azúcar que crece muy cerca del Amazonas, en Palo Quemado, un pueblecito de Ecuador.

“Mi esposo tenía un pequeño lote de caña y así fue como, con él, aprendí a realizar el trabajo de la panela”, cuenta esta mujer sobre sus inicios en el oficio -convertido en “una forma de vida”-, que consiste en el cultivo de la caña de azúcar para lograr extraer, a través de la ebullición y evaporización de su jugo, el azúcar integral orgánico. Uno de los productos estrella en las despensas de los consumidores más concienciados con el consumo responsable y saludable, y que es comúnmente conocido como panela.

“Al principio hacíamos producción local, pero los precios eran demasiado bajos. Había gente que se planteaba, incluso, hacer desaparecer sus cañaverales, porque no era sostenible”, recuerda Mariuxi, desmigando lo aprendido en estos años y que, asegura, “no es poco”.

Y es que, en 2007, encontraron en el cooperativismo la fórmula idónea para mantener sus cultivos y producción. O, dicho de otro modo, conservar y potenciar su principal medio de subsistencia. Para ello contaron con el apoyo de Maquita, una organización de economía social y solidaria que promueve el emprendimiento productivo entre comunidades vulnerables en Ecuador y que les abrió las puertas al mercado internacional. 

“Desde entonces trabajamos asociativamente, con certificación orgánica y a través de Comercio Justo”, celebra Mariuxi Silva, ahora presidenta de Flor de Caña, la cooperativa de productores y productoras de azúcar, creada en este municipio ecuatoriano. Y no es para menos. Mediante esta actividad agrícola, más de 40 familias de la zona, trabajan para diversificar su economía local y, de esta forma, poder ofrecer un futuro mejor a los jóvenes de la región.

A Mariuxi le enorgullece que, en todo el proceso de elaboración de la panela de Flor de Caña, “siempre se hace desde el cuidado al medio ambiente, desde la siembra hasta el final”, preservando el estilo tradicional y familiar.

Cuando ya está listo para su consumo, este nutritivo azúcar orgánico emprende un viaje de algo más de 8.500 kilómetros para ser distribuido en pequeños comercios especializados, de barrio y de proximidad de ciudades españolas, que garantizan el consumo responsable. Esto es posible gracias a IDEAS (Iniciativas de Economía Alternativa y Solidaria), una Organización de Comercio Justo cuyo objetivo es el de “transformar el entorno económico y social para construir un mundo más justo y sostenible, desarrollando iniciativas de Comercio Justo, Economía Solidaria y Consumo Responsable, tanto en el ámbito local como internacional”.

“Es muy gratificante saber que los clientes valoran el trabajo de productores que, aunque estén en otra parte del mundo, tienen un compromiso social y con el medio ambiente”, reconoce Mariuxi emocionada desde el otro lado del océano.

Comercio justo y consumo responsable en nuestros barrios

El éxito de la producción y venta de esta panela ecuatoriana sirve como ejemplo de cómo en los últimos años está aumentando la tendencia hacia un modelo de consumo sostenible. Pero aún queda mucho camino por recorrer. Prueba de ello es que uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible está dedicado a Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles. Sin embargo, este propósito a cumplir de aquí al año 2030 cuenta con una ventaja importante, y es que está en completa sintonía con los principios del Comercio Justo: compromiso con el desarrollo de las comunidades y con el medio ambiente; establecer un consumo que garantice un pago justo, así como condiciones dignas de trabajo; asegurar la ausencia de explotación infantil e incentivar la igualdad de género.

Es precisamente en esta dirección hacia donde rema IDEAS que, a través de la campaña #MadridLovesCJ (a Madrid le gusta el Comercio Justo), apuesta por acercar la realidad de los pequeños grupos productores y los productos de Comercio Justo a la ciudadanía, a través del sector público, sus comercios y restaurantes, empresas y escuelas. El objetivo es motivar a los vecinos y vecinas para que tomen las riendas de un patrón de producción y consumo respetuoso desde los barrios. La campaña se enmarca dentro de las actividades realizadas en el proyecto de “Barrios por el Comercio Justo: consumo sostenible para el logro de los ODS desde los distritos de Madrid”, que se desarrolla con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid.

Desde IDEAS consideran que, aplicar este modelo de consumo, “no consiste en sustituir todas nuestras compras por productos de Comercio Justo. Consiste en convertirnos en consumidores conscientes, planificar nuestras compras y comprar menos, comparar lo necesario e integrar productos locales o de Comercio Justo a nuestra cesta”.

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