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Por qué las centrales de bombeo podrían paliar el problema de almacenamiento de las renovables

Una central hidroeléctrica

Tomás Muñoz M.

Las energías renovables se han consolidado en nuestro país hasta el punto de suponer en torno a la mitad de la generación eléctrica anual en el mix energético, según los datos del operador del sistema Red Eléctrica de España. Además de ser uno de los ejes básicos de la lucha contra el cambio climático, también aportan otros beneficios como independencia geoestratégica y suponen una oportunidad real para posicionar a España como potencia económica en calidad de gran productor energético. Sin embargo, todavía no se ha resuelto satisfactoriamente su principal hándicap: el almacenamiento. Si bien la fotovoltaica y la eólica son altamente eficientes, su producción es intermitente porque depende de factores como la disponibilidad de luz o la existencia de vientos favorables.

En aquellos momentos en que la producción renovable desciende y al mismo tiempo se incrementa la demanda, algo que sucede a diario a primera hora de la noche, el sistema debe acudir a otra fuente energética que aporte un suministro constante y estable de electricidad. La transición energética plantea como única solución viable el almacenamiento de la energía generada mediante procedimientos verdes, pero la tecnología actual no permite hacerlo en baterías cuando se trata de grandes cantidades.

El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Ejecutivo central puso en marcha un proyecto enmarcado en los fondos NextGeneration de la UE enfocado a solucionar esta cuestión, el conocido como PERTE de energías renovables, hidrógeno renovable y almacenamiento. No obstante, mientras se desarrollan sus correspondientes proyectos de innovación, parte de la comunidad científica aboga por utilizar una tecnología que ya existe en España y ha demostrado su eficacia: las centrales hidráulicas reversibles o de bombeo. Esta sería “la solución más adecuada para una escala temporal diaria o semanal”, según el Análisis de las necesidades de almacenamiento eléctrico de España en el horizonte 2030, elaborado por el Instituto de Investigación Tecnológica de la Universidad Pontificia Comillas.

Pero ¿qué son las centrales de bombeo? Según la Estrategia de almacenamiento energético del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, son “instalaciones que pueden realizar el almacenamiento en forma de energía potencial gravitacional del agua, elevándose desde un depósito inferior a uno a mayor altura”. En otras palabras, se trata de dos embalses con distinta altura comunicados entre sí. Si se deja caer el agua, esta mueve unas turbinas y genera energía eléctrica. Por el contrario, si se aplica energía para que el agua regrese al depósito superior, queda almacenada y se puede aprovechar cuando el sistema lo necesite, sin grandes pérdidas energéticas. El mismo texto aclara que “durante los períodos de alta demanda, el agua almacenada en el embalse superior se libera hacia un depósito inferior para producir electricidad mediante turbinas, mientras que en períodos de baja demanda el agua se bombea de vuelta al embalse superior y se almacena de nuevo”, de ahí su carácter reversible.

El principal beneficio de este sistema es su capacidad de almacenamiento a gran escala. A diferencia de otras soluciones como las baterías, que todavía tienen una capacidad limitada, las centrales de bombeo pueden almacenar enormes cantidades de energía durante largos períodos de tiempo, lo que las convierte en una opción válida para equilibrar la producción y la demanda en el sistema eléctrico. De hecho, nuestro país ya cuenta con este tipo de centrales, como la de Cortes-La Muela en la cuenca del río Júcar, ubicada en el municipio de Cortes de Pallás (Valencia), considerada la más grande de Europa. Tanto es así que es capaz de alimentar la demanda eléctrica anual de casi 400.000 hogares, evitando la emisión de más de dos millones de toneladas de CO2 al año, tal y como especifica Iberdrola, el operador de las instalaciones.

Sin embargo, pese a los beneficios de esta tecnología, existen diferentes desafíos que limitan su generalización. El primero está relacionado con su impacto ambiental, ya que son infraestructuras de gran magnitud que requieren un amplio espacio, afectando en ocasiones a ecosistemas y paisajes naturales. Al mismo tiempo, requieren condiciones geográficas muy concretas con fuertes desniveles y no todas las regiones españolas cumplen los requisitos. En tercer lugar, su coste de construcción y mantenimiento inicial es elevado y el procedimiento administrativo puede demorar su construcción durante varios años. Finalmente, desde la Asociación Española de Almacenamiento de Energía (ASEALEN) añaden otra problemática: la falta de acceso a la red eléctrica, puesto que, actualmente, son consideradas únicamente como generadoras de energía.

Pese a todo, desde diferentes entidades defienden que buena parte de estos inconvenientes, se resolverían adaptando las actuales infraestructuras hidráulicas, sin la necesidad de construir nuevos embalses y con un impacto mínimo en el medioambiente circundante. Es el caso de operadores como Iberdrola, cuyos representantes se reunieron en mayo con Kadri Simson, comisaria de Energía de la UE, para potenciar esta solución. El encuentro, que figura en el registro de transparencia de la Comisión Europea, buscaba impulsar esta tecnología, ya que el Viejo Continente puede incorporar hasta 36.000 megavatios renovables únicamente reconvirtiendo los embalses ya existentes, es decir, que la adaptación de hidráulicas tradicionales a reversibles serviría para asumir el 80% de la capacidad de almacenamiento de agua bombeada de toda la unión.

En nuestro país, el borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2023-2030, que el Gobierno central ha enviado a la Comisión Europa para su revisión y que estará en audiencia e información pública hasta el 4 de septiembre, recoge que España alcanzaría en 2030 una producción renovable del 81%, sin recurrir al carbón y apagando la mitad de las centrales nucleares. La misma hoja de ruta concreta que la eólica produciría 62 gigavatios (GW), la fotovoltaica 76GW, la solar térmica 4,8GW y la de biomasa 1,4GW. El almacenamiento previsto para esa fecha es de 22GW, con 6,8GW de potencia instalada en centrales de bombeo puro. Dado que esta cifra actual se sitúa en 3,3GW, desde ASEALEN reclaman que “el nuevo PNIEC debería incluir mucho más almacenamiento del previsto”.

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