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Rebajas de enero para las multas de tráfico

Una de las entradas al centro histórico de Plasencia

Antonio Sánchez Ocaña

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Las rebajas de enero llegan al Ayuntamiento cuando nos acercamos a febrero. Con fuertes descuentos, no vienen para tasas, impuestos, plusvalías y otros tributos y pagos como nos gustaría, visto lo apurado de las empresas y economías familiares. Esta vez, las rebajas forman parte de la guerra de cifras entre oposición y gobierno sobre los miles multas impuestas a conductores por las cámaras radar instaladas para controlar el acceso de vehículos al centro urbano.

Frente a las más de 4.000 en que la portavoz de UPEx, Victoria Domínguez cifró en noviembre el total de sanciones registradas por este eficacísimo servicio municipal, y las 6.000 que el PSOE sostiene que son en realidad, el alcalde habló en el pleno de ayer para rebajar el dato hasta poco más de 2.100 sanciones con las que han sido multados menos de un millar de personas, que son tantas como de 1 a 999, o los votos que dan un concejal en Plasencia.

Pizarro ha tenido que hablar del incómodo tema de las multas y las cámaras después de que la oposición diera sus datos y habrá que esperar si hay nuevas entregas de esta guerra de cifras. Lo hace en el pleno para intentar atajar un molesto asunto que le supone un fuerte desgaste electoral especialmente en feudo popular del centro urbano, en donde el malestar y rechazo con el sistema de control de acceso del tráfico mediante multa y vía de apremio forzoso (en el peor de los casos) es patente entre vecinos y comerciantes, amén de otros numerosos 'usuarios' de la ciudad.

El problema es que muchas de esas multas se han producido por falta de información suficiente para que el conductor supiera los itinerarios vetados y el horario de las cámaras. Pese al tiempo de más de un año de demora en poner el sistema desde que se dijo y el larguísimo debate de una ordenanza, repudiada en muchos aspectos, la información municipal no llegó como debiera al vecindario.

Algo que alegaron muchos de los más de 2.000 cazados. Por ejemplo, en el paso de la puerta de Coria a la de Trujillo. O por entrar en las madrugadas del sábado al domingo al centro, que también está prohibido. Sin dar tampoco soluciones a problemas como el acceso a la farmacias, que no sea otro que esperar la multa y/o ir a la Policía Local con el ticket de la consumición (como si a la farmacia de guarda se fuera a tomar un café...) el sistema de control de vehículos al centro urbano más allá de las horas de carga y descarga para el comercio y va a seguir dando quebraderos de cabeza al bolsillo de muchos vecinos y forasteros.

Continuará siendo un caballo de batalla y objeto de crítica de los comerciantes y residentes que lo rechazaron desde el principio vistos los inconvenientes, perjuicios y/o pérdida de actividad que ha provocado en muchos negocios.

Salvo a las tiendas de don Amancio Ortega y demás de la calle del Sol, convertida en refugio del comercio gracias al desequilibrio urbano que hace más rico aún al empresario gallego, provocado en el centro histórico con el aparcamiento de la Isla y las escaleras mecánicas. Ya que nadie tomó medidas que paliaran el problema. Al contrario, Pizarro decretó la supresión de aparcamientos de la zona de la 'plaza abajo' alegando exigencias de la Unesco para ser Patrimonio de la Humanidad.

Algo que no hizo sino languidecer y llevar al cierre establecimientos de ese área, algunos de cuyos escaparates han sido mimetizados por el gobierno local con postales turísticas de la ciudad. O por mucha lucecita seminavideña que hayan puesto ahora en los aleros de la Casa de la Cultura y del 'edificio del paro' para dar algo de vida a la mortecina calle Trujillo cuando se hace de noche. A lo mejor, es que queremos poner bonita la ciudad para volver a aspirar. A Patrimonio de la Humanidad. Se acuerdan. Hace cuatro años era el gran sueño colectivo y argumento que llevaba Pizarro en su campaña a la Alcaldía.

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