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Desmelene y borrachera porque todo vale en ciudad ajena: ¿qué hacemos con las despedidas de solteros?

Despedida de soltera en València.

Marina Benítez

Málaga —
4 de marzo de 2024 22:36 h

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En cuanto la temporada prebodas asoma por la esquina, ciudades como Málaga, Granada, Barcelona, València, Salamanca, León, Sevilla o Logroño experimentan una especie de déjà vu colectivo que se alarga hasta el final del verano. Cada fin de semana desembarcan en estos destinos grupos de unas 10 personas, generalmente ataviados con algún distintivo festivo, para despedir la soltería de uno de sus integrantes. Una actividad en la que hacerse notar es casi siempre parte del divertimento y que más allá de la molestia puntual al transeúnte, puede acabar condicionando en buena medida la vida de la ciudad y sus vecinos, modificando desde la oferta de ocio y consumo a la vivienda.

Un no-lugar de vacaciones

Pasear por los centros de las ciudades que se van deshabitando poco a poco a causa de la turistificación es como redescubrir la existencia de los no-lugares. Este concepto fue creado por el antropólogo francés Marc Augé para designar espacios en los que las personas están de paso. Augé lo describe en su libro Los no lugares como “un espacio despojado de las expresiones simbólicas de la identidad, las relaciones y la historia: los ejemplos incluyen aeropuertos, autopistas, habitaciones de hotel, el transporte público”.

Ahora estos no-lugares son más, y un ejemplo de ello son los Airbnbs, que en principio fueron viviendas concebidas para ser habitadas permanentemente pero que el turista consume vorazmente durante breves momentos. Cuando transitamos por estos espacios desvertebrados pero multitudinarios, el gentío se convierte en el público de una obra cuya arquitectura es de cartón piedra.

Despedidas de solteros: falta de planificación turística

Una sensación común entre quienes habitan las ciudades, sobre todo en su centro y en los barrios que lo circundan, es que el turismo es un suceso que no está planificado por ningún ente administrativo más allá de tibias regulaciones. Es como una especie de Cordyceps, ese hongo parásito que convierte en zombis a los humanos de The Last of Us y que se reproduce hasta acabar con la materia de la que se alimenta.

Centros de ciudades como Málaga están tan expoliados que ahora el turismo se derrama por barrios periféricos, en los que ya va siendo más normal la aparición de Airbnbs como pequeñas esporas que se van esparciendo por el aire. Uno de los elementos cruciales de esta actividad son las despedidas de solteros, y una de las actividades más vistosas por el tipo de jarana que las acompaña.

Si se hubiera apostado por limitar desde el principio los apartamentos turísticos o establecido planes de uso del centro para evitar la alta densidad de bares y restaurantes se habría desarrollado un tipo de actividad turística más contenida, menos visible

José Mansilla antropólogo social especializado en procesos de turistificación

Según el doctor en antropología social y profesor en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) José Mansilla, “las despedidas de soltero son un síntoma de no planificación inicial. Es un sector que es muy fácil que se ponga en marcha por él solo. Necesita poca intervención pública, más allá de algún tipo de regulación y, además, no necesitan formación específica ni altas inversiones”.

El sur de Europa posee las características perfectas para que los grandes grupos inversores propaguen en los centros de las ciudades estrategias para privatizar el entorno urbano, y las despedidas de soltero, en este fluir de las circunstancias, son una simbólica advertencia. “Esto era algo previsible por la deriva que estaba tomando el turismo”, explica Mansilla a partir del caso malagueño. “Si se hubiera apostado por limitar desde el principio los apartamentos turísticos o establecido planes de uso del centro para que no hubiera una alta densidad de bares y restaurantes, se habría desarrollado un tipo de actividad turística más contenida, dispersa y, sobre todo, menos visible”, dice.

Lo que ha hecho a ciudades como Málaga o Barcelona puntos clave del turismo de borrachera han sido sus excelentes comunicaciones y ser enclaves estratégicos en la costa mediterránea. “Un factor fundamental para las despedidas de soltero en Málaga ha sido el AVE Madrid-Málaga. Esto fomenta la aparición sin control de 'pisos patera' para turistas. Yo tengo algunos cerca de casa”, comenta Alejandro Villén, exvicepresidente de la Asociación de Vecinos del Centro de Málaga.

El altercado del grupo de amigos de una despedida de solteros que no quiso bajarse del AVE en Córdoba por alterar el orden durante ese mismo trayecto, y que acabó siendo desalojado por la policía y más tarde teniendo que pagar una indemnización por el retraso de 23 minutos causado al tren, es un claro ejemplo de esta realidad que apunta Villén. “El centro de Málaga se queda sin vecinos. La situación ahora en la ciudad es la de los locales comerciales convirtiéndose en viviendas turísticas. Estábamos avisando [los vecinos del Centro] y ya está ocurriendo”, añade.

Pesadilla en el centro histórico

Aún hay quien se resiste a perder su hogar en los centros de algunas ciudades, aunque el alquiler en ellos sea prohibitivo para la mayoría de los residentes en ellas. Esta gentrificación es vista por las inmobiliarias como una oportunidad para encarecer el resto de zonas circundantes, y en las que tener una rutina vital sin turismo es ya un privilegio. Así, poco a poco, la ciudad entera padece las consecuencias de una actividad como las despedidas de soltero, que en un principio podrían parecer inocuas, pero que acaban determinando el estado de la ciudad al completo.

Andrea (34) vive con su pareja en el centro de Málaga, según comparte con este medio: “Nosotros vivimos encima de un piso turístico muy grande, por lo que suele ser ocupado por despedidas de soltero, sobre todo de hombres. Tienen como un ritual diario, puedo decirte a qué hora salen y entran. Es gente que se droga, bebe, rompe cosas, pega gritos… Es muy desagradable convivir con el nivel de ruido, estrés y jaleo que generan. Además, no somos los únicos afectados. Todo mi bloque de vecinos lo está. Por ejemplo, tenemos una vecina mayor y yo he temido por su integridad debido a la falta de seguridad que se respira en el edificio”. Estas circunstancias, explica, se dan sobre todo en ciertas épocas del año en las que Málaga es escogida por este “turismo barato”. “Es más fuerte en las noches de verano. He tenido que hacer un trabajo psicológico para lidiar con esto porque sacaban lo peor de mí. Me siento privilegiada porque puedo ir al psicólogo, a ese nivel me afectaba (y afecta)”, concluye Andrea.

Vivimos encima de un piso turístico muy grande que suele ser ocupado por despedidas de soltero, sobre todo de hombres (...) Es gente que se droga, bebe, rompe cosas, pega gritos… Es muy desagradable convivir con el nivel de ruido y estrés que generan

Andrea, 34 años vecina malagueña

Hay otros vecinos que, padeciendo una situación similar, decidieron abandonar el centro de Málaga. Es el caso de Isa (34): “No podía dormir por el ruido. Esto se incrementaba más en primavera y verano, pero tras la pandemia todo se masificó mucho más y ya no se hacían solo las despedidas en fines de semana, empezaban incluso los martes o los miércoles”, confirma. También comparte que esto no solo ha perjudicado su calidad de vida y bienestar desde el plano habitacional: “Las despedidas me han afectado a un nivel que me daba coraje salir a la calle. Los grupos de hombres son lo peor porque cuando pasas al lado de ellos siempre hay alguno que te dice algo para hacerse el gracioso en el grupo y lo he pasado francamente mal. Además, si les respondes es peor”, opina.

¿Se puede poner coto a esta situación?

Francisco Riofrío, propietario de El Muro, un bar ubicado en el centro de Málaga que ha prohibido el acceso de los grupos de despedidas de solteros a su local, cree que el factor ciudad ajena es determinante: “Quizás si se celebrasen en la ciudad o pueblo de origen serían menos molestas. Si tan grande es lo que sientes que pierdes que tienes que hacer un espectáculo para despedirte de ello, pues igual no deberías casarte (...) Este tipo de reuniones casi siempre tienen como objetivo llamar la atención a toda costa y armar follón, por eso suelen ir a ciudades en las que nadie les conoce”, opina. “[En el bar] Nos esforzamos mucho en crear un ambiente agradable, la gente no viene a El Muro para estar al lado de un tipo contando chistes de Arévalo con un megáfono. Tampoco quiero que quien trabaja aquí tenga que aguantar eso durante horas”, argumenta.

¿Qué hacemos entonces con las despedidas de solteros? “No hay una posibilidad de coexistencia entre una actividad cuya naturaleza es, de manera inherente, el crecimiento y ocupar espacios. O limitas la expansión y crecimiento orgánico del turismo o este ocupará todos los lugares que tú le dejes. Entonces esto imposibilita la coexistencia, por decirlo así, con una forma de vida ajena al turismo”, opina José Mansilla.

No existe un derecho al turismo. Lo que existe, según comparte con este medio el antropólogo social, “regulado por la Carta Internacional de Derechos Humanos de la ONU y traspuesto a la Constitución Española, es el derecho al descanso y el derecho a las vacaciones remuneradas para con la persona trabajadora. Lo que hay a partir de ahí es la mercantilización del tiempo libre de los trabajadores, también llamado turismo”. Según Mansilla, “hemos dado por hecho que podemos hacer cualquier cosa en nuestro tiempo libre porque vivimos en una sociedad, sobre todo en el sur de Europa, cuya economía está volcada en el sector servicios”.

No hay una posibilidad de coexistencia entre una actividad cuya naturaleza es, de manera inherente, el crecimiento y ocupar espacios. O limitas la expansión y crecimiento orgánico del turismo o este ocupará todos los lugares que tú le dejes

José Mansilla antropólogo social especializado en procesos de turistificación

Según Alejandro Villén, el modelo económico malagueño, además de perjudicar al ciudadano, paradójicamente está acabando por generar una especie de efecto búmeran también para aquellos inversores extranjeros que han contribuido al desplazamiento de la población local. “Cómo está planteada la ciudad ahora mismo es una cuestión de dinero y ya está. Hay gente que ha venido a vivir al centro de Málaga desde el boom [turístico del momento pospandemia] con un poder adquisitivo alto y se siente engañada, ¿por qué? Pues vienen con los sueldos de países como Bélgica, se compran la casa y de repente no pueden dormir”.

Una mejora en la regularización de las despedidas de solteros

Ayuntamientos de localidades como Málaga, Sevilla o Tarifa han adoptado medidas recientemente para poner coto a las despedidas de solteros y evitar que estas acaben convirtiéndose en las actividades turísticas más visibles. Pero estas son tachadas de insuficientes o cosméticas por parte de las asociaciones vecinales o desde algunos comercios porque no actúan en profundidad. Esas medidas consisten en la prohibición de ir desnudos por la calle o con disfraces y accesorios de índole sexual (diademas o disfraces de penes, muñecas hinchables...) o la de alterar el orden público, y están multadas con hasta 750 euros.

“La situación ahora en 2024 es diferente a 2019, que acababa de irrumpir la turistificación en Málaga, pero lo notábamos sobre todo los residentes del centro”, comparte Alejandro Villén. “Al resto de malagueños autóctonos les resultaban muy llamativas las despedidas de soltero y lo concebían como algo bueno para la economía. Las calles ya están saturadas de terrazas y son hordas y hordas de turistas las que transitan por las calles buscando una esencia de la ciudad que ellos mismos destruyen”, añade.

El ocio desmesurado que parecía que salvaría los centros de las ciudades, lo único que parece haber conseguido ha sido invadir el espacio público enriqueciendo únicamente los negocios privados que cada vez exigen más y más espacio para ampliar sus terrazas. Esto es solo un ejemplo de que el turismo entendido como paliativo acaba convirtiéndose en un problema mayor que el que intenta resolver.

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