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Fin a las despedidas con penes de plástico en la cabeza: el Ayuntamiento de Málaga pide decoro al “turismo de borrachera”

IU insta al Ayuntamiento a actuar contra el 'turismo de borrachera' y las despedidas de soltero

Néstor Cenizo

10 de noviembre de 2022 14:06 h

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Cada fin de semana, decenas de grupos de hombres y mujeres en la veintena y la treintena desembarcan en la estación María Zambrano de Málaga con un solo propósito: pasarlo en grande. Las despedidas de soltero no están prohibidas, pero un exceso puede acabar lesionando el derecho de los demás a disfrutar de la ciudad o su descanso. Es ahí donde parece haber un problema en Málaga. Los vecinos del Centro llevan tiempo quejándose de los ruidos, la suciedad y las peleas que origina este tipo de “turismo de borrachera”. Y el ayuntamiento acaba de poner el foco en la indumentaria y los accesorios: quiere prohibir que en las despedidas de solteros y solteras haya quien se pasee por la calle en ropa interior, con un muñeco hinchable o lleve un pene de plástico en la cabeza.

El consistorio propone modificar la Ordenanza de Convivencia Ciudadana, añadiendo un apartado al artículo que recoge los “usos inadecuados” del espacio público. Quiere prohibir el paso o la permanencia en la vía o en espacios públicos en las siguientes circunstancias: si se va sin ropa o en ropa interior; si se va con ropa o complementos “que representen los genitales del ser humano”; o si se lleva muñecos/as de carácter sexual. En todos estos casos, la Policía Local informará de que lo que se está haciendo está prohibido, y solo si los celebrantes “persisten” los denunciará. La multa podría llegar a los 750 euros.

El consistorio ha explicado que la propuesta está motivada por la “proliferación, en los últimos años, de determinadas conductas ligadas en su mayoría con celebraciones privadas, como es el caso de las despedidas de soltero y soltera con la utilización exclusiva de ropa interior o de contenido erótico en los espacios públicos”. Se trataría de “preservar el espacio público como un lugar de encuentro, convivencia y civismo”.

La prohibición de pasear con chismes sexuales en la cabeza o en tanga saldrá adelante una vez que culmine el plazo de audiencia a los ciudadanos, que pueden hacer aportaciones a la nueva norma hasta el 22 de noviembre.

Vecinos del Centro: “Es una medida cosmética”

Entre quienes más sufren este tipo de turistas, los vecinos del centro, hay quien no cree que prohibir que alguien lleve un pene de plástico en la cabeza vaya a mejorarles mucho la vida. “Es una medida cosmética”, opina Alejandro Villén, secretario de la Asociación de Vecinos Centro Antiguo, que lleva años exigiendo medidas que garanticen la convivencia y la habitabilidad del barrio.

Hace apenas dos años, el Tribunal Superior de Justicia dictó una sentencia histórica que condena al ayuntamiento a pagar una indemnización a los vecinos de Plaza Mitjana por no vigilar el cumplimiento de su propia ordenanza de ruidos. Por eso, Villén resalta que el problema es hacer cumplir las normas: “Gritar con altavoces a las tantas de la mañana o pasear desnudo ya está prohibido”.

Las despedidas han servido para llamar la atención de un problema más amplio, vinculado al “modelo de ciudad”: “Son muy llamativas, pero nuestro problema es la falta de vigilancia, el exceso de determinados tipos de actividad económica y las viviendas turísticas. Es el modelo de oferta nocturna y alojamiento en Málaga”. Los vecinos, que sufren un encarecimiento del alquiler sin parangón en España, pagan así el éxito turístico de la ciudad.

Un joven atado a una farola

El problema no es nuevo. Málaga era el destino de los once jóvenes recientemente condenados a pagar 7.676 euros por “comportarse de manera totalmente descontrolada” en la cafetería del tren y acabar retrasando su llegada, en julio de 2018. Cada fin de semana, llegan decenas de grupos en actitud similar.

La asociación ha publicado vídeos de borracheras, striptease desde el balcón, vomitonas, peleas y jolgorios de madrugada. En estos años, Villén ha visto de todo. Por ejemplo, a un joven atado con cinta de envolver a una farola de la Plaza Uncibay. Sus amigos pedían a los viandantes, a las siete de la tarde, que se acercaran para lanzarle una tarta o mofarse de él.

Cada año, llama varias veces a la Policía por las fiestas de madrugada en alguna de las cuatro viviendas turísticas con las que comparte edificio. La última vez le amenazaron con pegarle una paliza y le replicaron que habían pagado a una empresa por un paquete que, entre otras cosas, incluía el alojamiento. El modelo genera otros negocios de nicho: en el Centro han llegado a coincidir cuatro locales que venden pollofres: La Pollería, La Golfrería, La Poyota y The Dick Town.

Los otros grandes beneficiados son los hosteleros, en su vertiente del ocio nocturno. Sin embargo, un bar, El Muro, anunció públicamente que prohibía la entrada a las despedidas, después de un incidente con un grupo de jóvenes que pidieron la hoja de reclamaciones para escribir sobre ella: “Maricona”.

Medidas contra el ruido en la “ciudad divertida”

El asunto se cuela con cierta frecuencia en la política municipal. En agosto, Unidas Podemos presentó una moción pidiendo mayor control en las viviendas turísticas y vigilancia en el centro que garantizase el descanso de los vecinos. Remedios Ramos, su portavoz, denuncia que Málaga se ha convertido en “centro de referencia para toda España” del turismo de borrachera ante la apatía de los gobernantes municipales.

Sin embargo, no es la primera vez que el ayuntamiento anuncia que va a poner coto al desbarre. En mayo, anunció su intención de aplicar “mayor celo policial” frente al ruido y las actitudes incívicas. Ahora desglosa las sanciones: la última semana, ha tramitado 25 denuncias a establecimientos y 55 a personas: 12 estaban cantando a gritos en el Centro y 32 estaban orinando en la calle.

Por su parte, la Asociación de Viviendas Turísticas en Málaga instaló en verano unos 1.000 medidores de ruidos en el Centro Histórico, donde se concentran la mayoría de las más de 8.000 viviendas y 41.000 plazas de este tipo con las que cuenta la ciudad. La iniciativa vino después de que el alcalde, Francisco de la Torre (PP) advirtiera en mayo: “No vamos a tolerar que haya una ciudad descontrolada”. También se mostró partidario de limitar las viviendas turísticas, pero estas siguen creciendo a un ritmo de tres nuevas cada día.

El problema para el alcalde es que ha calado en algunos sectores la percepción de que su acción de gobierno ha fomentado que el Centro Histórico se convierta en un lugar fantástico para la fiesta y el forastero, pero inhóspito para los vecinos, y que el fenómeno empiece a extenderse a otras zonas. Los comercios de proximidad han cerrado, las terrazas ocupan el espacio (en ocasiones, excediendo los límites autorizados) y los vecinos se marchan.

Muchos le acusan de actuar arrastrando los pies y de pensar más en los intereses empresariales que vecinales. Elisa Pérez de Siles, concejala de Vía Pública, dijo en el Pleno que el problema de los excesos de las terrazas se resume en que “Málaga es una ciudad divertida, una ciudad que aspira a ser feliz”. Al menos a partir de ahora, quien venga deberá buscar la felicidad con algo más de decoro.  

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