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El blog personal del director de elDiario.es, Ignacio Escolar. Está activo desde el año 2003.

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Sánchez resiste, Iglesias remonta, Rivera revive, Casado pierde

Ignacio Escolar

La política de críticas, elogios y silencios explica casi todo en la primera noche del debate electoral. También el resultado del envite y la agresividad de cada candidato.

Pablo Casado atacó duramente a Pedro Sánchez y ni quiso rozar a Albert Rivera. Lo más duro que le dijo fue: “Usted no es mi adversario”.

Albert Rivera criticó a Pedro Sánchez –“me arrepiento de haber pactado con usted”– pero la novedad es que también dedicó parte de su tiempo en sacudir a Pablo Casado. Le afeó la corrupción, los impuestos y que esté dispuesto a pactar con el PNV. Contrasta con la actitud que tuvo Inés Arrimadas con Cayetana Álvarez de Toledo hace solo una semana.

Pablo Iglesias fue duro con la derecha y mucho menos con Pedro Sánchez. Su principal crítica al candidato socialista fue por su ambivalencia a la hora de no descartar explícitamente un acuerdo entre PSOE y Ciudadanos.

Y Pedro Sánchez no cargó ni una sola vez contra Pablo Iglesias –llegó incluso a darle las gracias por su apoyo en estos meses– y dedicó todos sus esfuerzos a Casado, a Rivera y al elefante en la habitación, el gran ausente Santiago Abascal.

La estrategia de cada uno responde casi directamente a su posición en las encuestas electorales, que los partidos se creen bastante más de lo que cuentan.

Si Rivera ataca a Casado es porque sabe que “se está jugando el descenso” en estas dos noches de debate, como ironizó Sánchez; porque teme que Vox le pueda pasar este domingo en las urnas y entra en esta última semana de campaña en horas bajas.

Si Casado no responde a los ataques del candidato de Ciudadanos es porque quiere presentarse como el líder indiscutible del bloque de la derecha, algo que no consiguió en este debate.

Si Iglesias no es tan duro como en otras ocasiones contra Sánchez es porque asume que el sorpasso ya no es una opción sobre la mesa, y que esa oportunidad de gobernar que pide a los votantes solo pasa por un acuerdo con el PSOE.

Y si Sánchez salió al empate es porque sabe que va ganando el partido, que le bastaba con no cometer ningún gran error y esta noche no lo hubo. El líder socialista fue de menos a más. Empezó poniéndose de lado –ignorando las críticas de sus rivales–, después aprovechó aquellos temas donde se veía ganador, como el feminismo, para decidir qué asuntos quería abordar cara a cara. Más tarde pasó al ataque.

Casado fue líder en mentiras, casi como cada día. Rivera rozó el ridículo con un minuto final con el “sonido del silencio” que superó en edulcorantes a la niña de Rajoy. Sánchez se metió en algunos charcos, con datos más que dudosos, pero no cometió grandes errores. Solo Iglesias cumplió en todas sus intervenciones con su habitual solidez ante las cámaras, sin fallos flagrantes ni tampoco nadie que le pusiera en aprietos. Fue el más solvente entre los cuatro candidatos, pero la guerra esta noche estaba en otra parte.

Entre los votantes progresistas, dudo que el debate vaya a mover muchos votos, aunque sí ayudará a Iglesias a recuperar de la abstención a parte de su electorado que aún estaba poco movilizado. Unidas Podemos suele salir de las campañas mejor parado de lo que entra.

Entre los votantes conservadores, Albert Rivera logró desdibujar a Pablo Casado, que es el gran perdedor de esta noche entre los cuatro candidatos. Ni logró poner en aprietos a Sánchez ni se consolidó como el líder indiscutible de la derecha, que mayoritariamente está elogiando a Rivera, lo que puede ser un efecto óptico. También le aplauden en Vox, pero no le votan.

Entre los bloques de la derecha y de la izquierda, no se mueve ya ni el aire.

Casado se juega pasar a la historia de la derecha como el líder del PP con el peor resultado desde 1982. Este martes por la noche será más duro. No le quedan más oportunidades.

Dudo que quienes tienen su voto decidido hayan quedado decepcionados con sus líderes. Dudo que sean muchos los indecisos que hayan determinado su voto tras este primer debate, que apunta las grandes líneas del que nos espera este martes. Queda la segunda vuelta, pero por ahora no parece que vayan a suponer un gran vuelco en la campaña.

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