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El juego del escondite evitó que los líderes del PP coincidieran en una misma imagen con los de Vox. No hubo foto en este Colón que pinchó en asistentes, pero sí un retrato: el de Casado, Ayuso y Abascal indistinguibles en su demagógico discurso contra los indultos.
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Pablo Casado: “Le pedimos a Pedro Sánchez que mire a la cara a los españoles y les diga por qué quiere vender una parte de su nación”.
Falso. Nadie va a vender ninguna parte de la nación. Igual que era falso cuando el PP acusaba a Zapatero de “entregar Navarra”, en otra manifestación.
Los indultos no buscan romper España sino coserla. Arreglar un problema político, que en gran medida han creado quienes dicen defender la unidad de la patria y cuyas nefastas decisiones –empezando por la oposición del PP al Estatut– casi logran su ruptura.
Rosa Díez: “Lo dice la ley, lo informan los fiscales, lo ha reiterado el Tribunal Supremo: sin solicitud y arrepentimiento no cabe indulto”.
Falso. El arrepentimiento no es un requisito imprescindible para aprobar un indulto. Tampoco lo es que el indultado lo solicite: es bastante habitual que sea un tercero.
No hubo arrepentimiento por parte de los indultados del 23F o los GAL. Y tampoco fueron Rafael Vera o José Barrionuevo –que se consideraban a sí mismos “inocentes”– quienes pidieron el indulto que el Gobierno del PP aprobó.
Después de que Vera y Barrionuevo fueran condenados por el Tribunal Supremo, Rosa Díez los defendió. “Seguimos creyendo en la inocencia de unas personas honorables y honestas, que han tenido cargos importantes”, decía Rosa Díez, en agosto de 1998.
Rosa Díez: “Los indultos representan un grave atentado contra la democracia, perpetrado por el propio Gobierno de España”.
Falso. La decisión de los indultos es plenamente legal y corresponde al Gobierno. La ley que los regula lleva en vigor más de un siglo y medio sin apenas cambios. Y en la práctica totalidad de los países democráticos del mundo los indultos funcionan igual: es una medida de gracia que decide el Ejecutivo. Está en sus funciones. Es su responsabilidad.
Rosa Díez: “El paso siguiente será convocar la llamada Mesa de negociación España-Cataluña. (...) Esa mesa da por bueno el golpe contra la democracia que se produjo el 1 de octubre de 2017 y humilla a España equiparando la nación con una falsa república catalana”.
Falso. Porque no hubo ningún golpe de Estado, según la propia sentencia del Tribunal Supremo que descartó el delito de rebelión. Y porque absolutamente todos los gobiernos de la democracia, también los del PP, han mantenido negociaciones bilaterales con Catalunya y sus líderes. ¿Acaso Aznar ‘humilló a los españoles’ cuando pactaba con Jordi Pujol? ¿Lo hacía Mariano Rajoy cuando se reunía en La Moncloa con Carles Puigdemont? ¿O cuando Soraya Saénz de Santamaría se abrió un despacho en Barcelona para “impulsar el diálogo con Cataluña”?
También es falso que el PSOE haya dado por bueno el 1 de octubre catalán. Ni ahora ni antes: estuvo al lado del Gobierno de Rajoy, apoyando el 155. Porque el sentido de Estado se demuestra en la oposición.
Pablo Casado: “Le pedimos a Sánchez que no venda la soberanía nacional por un puñado de votos, por seguir en La Moncloa unos meses más.
Falso. Estos indultos no son “para seguir en La Moncloa unos meses más”. Al Gobierno le quedan dos años y medio de legislatura. Ya ha aprobado unos Presupuestos, que puede prorrogar, y no existe en el Parlamento una mayoría alternativa, capaz de sacar adelante una moción de censura. Con indultos o sin ellos, el Gobierno de coalición seguirá.
Es falso también que Pedro Sánchez haya dado este paso “por un puñado de votos”. Más bien al contrario: es una decisión impopular que probablemente tenga un coste electoral porque una parte de los votantes socialistas no apoya esta decisión. Es una apuesta osada, que demuestra sentido de Estado. El Gobierno arriesga mucho con los indultos, que tal vez le cuesten caros en votos, pero que probablemente son la única vía para empezar a arreglar el problema catalán.
Isabel Díaz Ayuso: “Pretenden robarle la soberanía al pueblo español”.
Falso. La soberanía del pueblo español reside en el Parlamento, no en las manifestaciones de la plaza de Colón. Y en ese Parlamento, son amplia mayoría los diputados que defienden estos indultos, que en ningún caso ponen en riesgo ni la unidad de España ni la soberanía popular.
Pablo Casado: “¿Por qué Sánchez negocia en una cárcel con unos delincuentes aquello que todos votamos hace 40 años en una transición ejemplar?”.
Porque esos “delincuentes” son los líderes de la mayoría parlamentaria en Catalunya. Porque detrás de ellos están cientos de miles de personas, y a todos ellos no se les puede encarcelar. Porque se trata de un problema político, no de un problema penal. Y porque “eso que votamos hace 40 años” se construyó precisamente con el diálogo. Negociando con lo que una parte de la derecha de entonces también llamaba “delincuentes”: los dirigentes del Partido Comunista.
Dato importante: buena parte de los padres políticos de Casado, los diputados de Alianza Popular, votaron en contra de la Constitución. De ser por ellos, la transición no habría sido tan ejemplar.
Santiago Abascal: “Es una traición a todos los catalanes que padecieron el golpe separatista de 2017”.
Falso. Basta con repasar cualquier encuesta para comprobar que la inmensa mayoría de los catalanes están a favor de estos indultos. No solo los independentistas: también buena parte quienes quieren seguir formando parte de España y defienden la Constitución. Que en Catalunya el apoyo a los indultos sea tan unánime es la mejor señal de por qué este paso puede suponer el principio de una solución.
Isabel Díaz Ayuso: “Queremos reivindicar la Constitución y también el papel del rey. ¿Qué va a hacer el rey de España a partir de ahora? ¿Va a firmar esos indultos? Le van a hacer cómplice de todo esto”.
La presidenta de Madrid debería releer esa Constitución de la que tanto habla. Así sabría que, en una monarquía parlamentaria, las decisiones políticas las toma el Gobierno, no el rey.
Con su insensato discurso, que también ha irritado a una parte de la derecha, Ayuso ha colocado a Felipe VI en una posición imposible. Si firma los indultos, los ultras le tacharán de “cómplice”. Y si se niega a firmarlos, como plantea Ayuso y la extrema derecha, será el rey quien se salte la Constitución.
Con monárquicos como Ayuso, ¿quién necesita republicanos?
Santiago Abascal: “Venimos sin miedo; la foto de la vergüenza es la del Gobierno con los enemigos de España”.
El líder de la ultraderecha no tenía miedo a repetir la foto de Colón, que tan cara salió al resto de la derecha. Jugaba en casa, y por eso Casado se llevó abucheos y él no. Pero es obvio que sí la temían los dirigentes de Ciudadanos y del PP, que se esforzaron para no coincidir con Santiago Abascal.
El juego del escondite al PP y Cs les funcionó: esta vez no hubo foto de Colón. Pero sí un retrato bastante claro. No compartieron encuadre, pero gran parte de su discurso es indistinguible al de Abascal. Pensar que esto se olvida si no hay una foto de familia resulta tan ridículo como infantil.
Quienes sí se libraron del ridículo fueron los líderes más sensatos del PP, que pusieron todo tipo de excusas para no acudir a esta manifestación. Su instinto político no les falló. Este Colón ha pinchado: el número de asistentes a esta manifestación apenas ha llegado a la mitad de la que organizaron dos años atrás, contra otra supuesta ruptura de España que, como la de ahora, tampoco existió.
Santiago Abascal: “Es una decisión arbitraria, ilegítima e ilegal del Gobierno de España”.
Falso. Es una decisión legítima y plenamente legal. Que toma el Gobierno legal y legítimo, por mucho que le disguste a Abascal. Es el líder de Vox quien cada día se salta lo más básico de la Constitución al negar la consecuencia más obvia de la soberanía popular: la legitimidad de este Gobierno, elegido por la mayoría absoluta de los diputados.
Isabel Díaz Ayuso: “Es gravísimo. pretenden, de manera unilateral e ilegal, trocear una parte de España, como es Cataluña”.
Solo los más ultras en la derecha y la parte más radical del independentismo aún cree en esa posibilidad. Casado, Ayuso, Abascal... y Puigdemont coinciden en dar credibilidad a esa opción, que el resto de los líderes políticos descartan. Porque el partido más votado entre los independentistas, que es ERC, ha renunciado a la vía unilateral.
Contra aquel independentismo, la derecha vivía mejor. Y viceversa.
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