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Contra los culpables y sus cómplices
“Si fueran ustedes, con sus hijos en brazos, los que vieran cómo el mundo se deshace, no habría muro que no fueran a subir, no habría mar que no fueran a atravesar o frontera que cruzar para huir de la guerra o del Estado Islámico. Debemos acoger a los refugiados en la UE”. Han pasado cinco meses desde que el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, pronunciara en Estrasburgo estas palabras durante el debate sobre el Estado de la Unión. Cinco meses en los que esas personas, muchas con sus hijos en brazos, han seguido huyendo, saltando muros, atravesando mares y muriendo mientras su mundo se deshace. Y la UE, no sólo no los ha acogido, sino que sigue buscando un millón de excusas para no hacer frente a una situación de la que es cómplice y culpable.
El pasado martes, la propia Comisión Europea reconocía que de los 160.000 refugiados y refugiadas que se había propuesto acoger y reubicar en los Estados miembro, tan sólo había encontrado asilo para 272. El mismo martes en el que 34 personas morían ahogadas en el Egeo intentando llegar desde Turquía a la isla griega de Lesbos. Sólo un día después de que tres personas murieran también ahogadas en Ceuta tratando de llegar a Europa desde Marruecos.
Juncker, el presidente de los LuxLeaks, ya tiene un nuevo motivo para dimitir. Dimitris Avramopoulos, el comisario de Migraciones e Interior, también. Ambos son culpables y cómplices de no conseguir que los socios de la UE actúen, de que cesen las muertes, de no haber convencido a los gobiernos de que las intervenciones militares en Irak, Libia, Afganistán o Siria y las graves desigualdades económicas Norte – Sur, han provocado este éxodo. Pero no dimitirán. Porque como escribía Ignacio Escolar el pasado mes de octubre en un artículo repasando los casos de corrupción en el Estado español destapados por eldiario.es, aquí, en Bruselas, tampoco pasa nunca nada.
Y mientras asistimos a una tragedia tras otra cada día, los Estados de la UE avanzan en la criminalización de los refugiados y refugiadas e insisten en enfrentarlos con los migrantes, a los que desde hace unos meses han puesto el cínico cartel de ‘económicos’. El pasado fin de semana, la canciller alemana, Angela Merkel, anunciaba un endurecimiento de su política de asilo después de las 170 denuncias por robos, ataques y acoso sexual en la ciudad de Colonia durante la nochevieja. La respuesta de Merkel se debe a que, según el Ministerio de Interior, 19 de los 31 atacantes son solicitantes de asilo.
El anuncio del Gobierno alemán no hace sino profundizar en la criminalización de los refugiados y refugiadas y de los demandantes de asilo. La generalización es la base misma del racismo y el señalarlos públicamente como culpables de los despreciables actos de fin de año extiende la idea de que todos son susceptibles de convertirse en acosadores sexuales o delincuentes.
Por otra parte, el Gobierno francés ha ido más allá identificando como solicitante de asilo al hombre de origen sirio que la pasada semana amenazó con atentar en una comisaría de París portando una bandera del Daesh. Esta persona, abatida por la Policía, habría estado viviendo en un centro para demandantes de asilo en Alemania, con lo que se cuadra el círculo: Sirio, refugiado, demandante de asilo y terrorista en potencia.
Los Estados de la UE, en su apuesta por la línea más dura y sus políticas cortoplacistas, le están haciendo el juego a la extrema derecha. La Comisión Europea, con su impulso a Frontex, sus políticas de doble rasero en Oriente Medio, por la inacción, por permitir la insolidaridad y el miedo al diferente, también. Igual que el Parlamento Europeo, admitiendo los continuos discursos de odio de los ultras del Frente Nacional francés, de la Liga Norte italiana, del polaco Libertad y Esperanza, o del holandés Partido por la Libertad.
En lo que va de legislatura hemos pedido sanciones al presidente, Martin Schulz, para cuatro eurodiputados. Las respuestas de Schulz no han ido más allá de unas palabras de condena y de apoyo a nuestras denuncias, acompañadas de unas multas económicas irrisorias. Nosotras seguiremos denunciando porque no vamos a permitir que la Eurocámara se convierta en la expresión de lo peor de Europa.
En esa categoría, además de la xenofobia y el racismo institucionalizados, de la LGTBifobia, de la insolidaridad y la crueldad contra los refugiados y refugiadas, y el militarismo rampante de los Gobiernos de la UE, entra también la política económica.
Este 2016 continuaremos la lucha contra el TiSA y contra TTIP, el Tratado con el que la Comisión Europea y Estados Unidos pretenden hacer de la UE un Eurovegas continental. Sabemos que es posible pararlo porque el pueblo europeo está de nuestro lado. Juntas y juntos, movilizados en las calles y las instituciones acabaremos con el libre comercio que pretenden imponernos sin consultar, si quiera, a nuestros parlamentos estatales.
Tampoco vamos a olvidar nunca lo ocurrido con Grecia. Pero la izquierda europea debe emprender un camino nuevo porque si algo ha quedado demostrado es que nuestras políticas no tienen cabida en esta UE. Esa es la gran derrota y por ello estaremos en las próximas conferencias que buscan avanzar en un plan B desde la izquierda. Por responsabilidad y por honestidad. Por compromiso social. Para trabajar juntos en desarrollar nuevas formas de defender a nuestra clase. Para ser alternativa y trascender.
Tras las elecciones, y a la espera de que el Estado español pueda convertirse en un nuevo exponente de la gran coalición entre conservadores, socialdemócratas y liberales, Izquierda Unida comienza una nueva etapa. El pasado sábado emprendimos el camino para recuperar nuestra esencia, la del movimiento político y social, y convertirnos, tras una Asamblea en mayo, en un instrumento rupturista capaz de dar respuesta a las necesidades de las personas colaborando con otras fuerzas políticas.
En esta travesía, que emprendemos con alegría revolucionaria y responsabilidad histórica, con menos diputados en el Congreso, pero con las mismas fuerzas, no tengan dudas. Contra los culpables, contra sus cómplices, estuvimos, estamos y estaremos.
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