“¿Y por qué no montar un grupo? ¿Para qué estar en casa viendo la lucha libre?”. Puede ser un razonamiento simple pero, en último término, es brillante. El que lo transmitió es un chico llamado Jarad Dawkins. Toca la batería en Unlocking the truth y tiene 14 años. Es negro, al igual que sus dos compañeros de banda: Malcolm Brickhouse (cantante y guitarrista, 15) y Alec Atkins (bajista, 15). El color de la piel no sería relevante si no fuera porque en el Heavy Metal el blanco es inmensamente mayoritario. No me preguntéis por qué, no tengo explicación, aunque me llegan noticias de que en África el Metal empieza a contagiarse a gran velocidad. Sea como sea, la suya sería una banda más de adolescentes que matan el rato dando leña si no fuera porque, hace dos años, Sony Music les puso delante un contrato de un millón ochocientos mil dólares. Lo escribo con todas las letras para que nadie se confunda. Ninguno de los tres pasaba de los 13 años de edad.
¿Puede ser una confusión o quizás un montaje? En realidad, no. De hecho, el contrato se rompió y fueron ellos mismos quienes quisieron desvincularse del mismo. Pero vayamos a la historia para entender el fenómeno. Jarad, Malcolm y Alec empezaron a escuchar Metal a los siete años de edad. Lo normal en su distrito de Brooklyn (Nueva York) es caer en las garras del hip hop o del rap, pero alguna razón cambia el curso de la historia. Empiezan a ensayar en casa de la madre de Malcolm y, llegado el momento, se plantean tocar en directo.
Unlocking the truth comienzan a actuar en la calle, en pleno Times Square, y allí poco a poco empiezan a captar la atención de las miles de personas que cada día pasan por el lugar del mundo con más luces de neón por metro cuadrado. Los vídeos que se suben a Youtube pasan a ser virales y ellos, todavía preadolescentes, hacen de su grupo un fenómeno a escala estadounidense. Programas de televisión en prime time, entrevistas, un concierto en el festival de Coachella (donde se han reunido Guns N’ Roses) y ofertas para publicar un disco.
Ahí aparece una ejecutiva de Sony Music con una oferta mareante: 1’8 millones. La cuantía del contrato y la edad de los firmantes obligó no sólo al visto bueno de sus madres, que supongo que estarían encantadas, sino que hubo de ser revisado por el propio Tribunal Supremo de Nueva York. Sin embargo, el trato contenía algunas trampas que lo condenaron pronto. Eran 60.000 dólares por el primer disco, que ascendían a 325.000 en el segundo, siempre y cuando el primero vendiera más de 250.000 copias. La jugada era muy evidente: salvo Adele, nadie vende hoy 250.000 discos.
A los pocos meses, la presión de los ejecutivos de Sony y el sentido común de los chavales chocaron, y ellos decidieron bajarse de la noria. Regresaron a la casilla de salida tras pasar por un bache. Comprensible. Pocas veces uno tiene en su vida un cheque con tantos ceros. Se llegó a pensar que el primer disco de Unlocking the truth jamás vería la luz, pero por suerte eso no será así.
El sello independiente Tunecore publicará en pocas semanas esa primera obra, “Chaos”, y empezarán una gira por Estados Unidos. Se lo ha producido nada menos que Johnny K (Megadeth, Disturbed), y a juzgar por cómo suena el adelanto podemos esperar calidad y sonido fresco y moderno. Es cuestión de tiempo saber si cambian las calles neoyorkinas por grandes recintos, y cuánto tardan en dejar el zumo de naranja por algo más consistente. Este verano el documental “Breaking a monster” contará su historia. La historia de que aún es posible que en la música los sueños se cumplan, o que te ocurran cosas increíbles que ni siquiera habías soñado.
Sobre este blog
Soy Dani Álvarez, presento y dirijo cada mañana Boulevard en Radio Euskadi entre las 6 y las 10 de la mañana. A los 12 años escuché por primera vez a Iron Maiden y me dije “esto es lo mío”. Desde los 22 busco y cuento noticias, y a todas horas escucho Metal. He entrevistado a más lehendakaris (5) que veces he visto a Metallica o he ido a Wacken (4). Decir más sería reiterativo.
