Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
¿Conoces a muchas científicas?
Una persona se te acerca en la calle, micrófono en mano, y te pregunta ‘¿Conoces a muchos científicos?’. Son de esas preguntas a las que hay que responder deprisa, sin pensar demasiado. Probablemente te vengan a la cabeza nombres como Albert Einstein, Isaac Newton, Galileo Galilei, Charles Darwin, Louis Pasteur,… ¿Marie Curie? Es una encuesta sesgada: te han preguntado en masculino (en mi opinión, no es una cuestión neutra) e instintivamente pensarás en un hombre. Habrá quien piense que exagero y que es lógico pensar en nombres de varones porque son los que han realizado las aportaciones relevantes a la ciencia. En parte es cierto, porque las mujeres han tardado mucho en acceder a la educación –recordemos que en el Estado español, tuvieron que esperar hasta el año 1910 para poder matricularse en centros de enseñanza superior–; pero también habría que matizar que ha habido muchas mujeres contribuyendo desde siempre al conocimiento científico: sus nombres se desconocen porque eran ‘invisibles’, no se valoraban sus aportes y, sencillamente, se las ignoró. ¿Para qué nombrar a una mujer cuyo trabajo es ‘secundario’?
Una persona se te acerca en la calle, micrófono en mano, y te pregunta ‘¿Conoces a muchas científicas?’, probablemente habrás pensado inmediatamente en Marie Curie, y… ¿habrías podido citar a alguna más? A lo mejor te viene a la cabeza Hipatia de Alejandría –muy conocida gracias al cine– o entre las científicas actuales, la primatóloga Jane Goodall o la bioquímica Margarita Salas.
Muchas mujeres han hecho y hacen ciencia. ¿Por qué es importante conocerlas y reconocerlas? En primer lugar, por justicia: sin la lucha de las pioneras, de las que lucharon por sus derechos y los de todas las mujeres, la situación actual sería muy diferente. La historia de la ciencia, la historia, debe escribirse como realmente fue: las aportaciones de muchas mujeres que trabajaban con colegas varones –maridos, padres, hermanos o patrones que preferían contratar mano de obra barata– se han subestimado y, en ocasiones, ocultado para apropiárselas sus compañeros. Por supuesto que también se han cometido grandes injusticias con hombres, pero el caso de las mujeres es especialmente abusivo: recordemos casos como los de Rosalind Franklin, Esther Lederberg o Lise Meitner, por citar algunos.
Y, en segundo lugar, porque nuestras jóvenes necesitan modelos: si te gusta la ingeniería de telecomunicaciones y ves que hay pocas mujeres ingenieras, dudarás… Si además tu entorno familiar te recomienda ‘Eso es muy duro para ti, haz una carrera más femenina’, la presión puede hacerte abandonar. Algunos comportamientos sexistas también pueden desanimarte –recordemos las recientes y desafortunadas declaraciones del Premio Nobel Tim Hunt o los muchos estereotipos con los que debemos luchar día a día–; no es ni justo ni inteligente excluir a personas que tanto pueden aportar al conocimiento.
¿Sería diferente la ciencia si las mujeres hubieran participado de manera más activa en los procesos de investigación y de toma de decisiones? Eso no lo sabremos nunca. Pero en este momento, lo que podemos hacer es animar a nuestras jóvenes para que estudien lo que deseen, nunca poner en duda sus capacidades ni desanimarlas pensando que el camino puede ser duro –lo es para los chicos también–: la ciencia y la sociedad necesitan de personas entusiastas y trabajadoras, y el 50% de la población que ha tenido menos oportunidades hasta ahora goza con creces de ambas.
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